La ofensiva del actual ejecutivo español contra la presencia en las recepciones consulares de la disidencia interna cubana, parece abocada al embotellamiento tras la última reunión del Comité Interno de la Unión Europea (UE) para asuntos latinoamericanos (COLAT).Según el eurodiputado popular José Ignacio Salafranca, esto es así en la medida en que La Moncloa no "ha podido modificar la Posición Común, en la medida en que no se han modificado las medidas de junio (de 2003) y en la medida en que se ha pedido un nuevo informe a los embajadores en La Habana".

Embajador cubano ante la UE: 'No habrá diálogo si Europa no rectifica las sanciones'.

En lo que respecta al tema cubano, no obstante, la influencia del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no debería ser subestimada: el factor cultural tiene peón de ventaja y la salida en el ajedrez del mundillo diplomático europeo. Adicionalmente, el PSOE no ha escatimado esfuerzos en su afán por meter cuña en las sanciones contra el régimen de Fidel Castro, como lo demuestra el hecho de que enviara funcionarios de su Ministerio de Asuntos Exteriores a las cancillerías de la UE para promover el diálogo con La Habana —diálogo, o monólogo, sólo viable si se cancelaran las invitaciones a las celebraciones oficiales que se vienen cursando a la oposición pacífica en la Isla—, en un ejercicio de voluntariedad poco menos que electrizante.

De cualquier manera, hay que contar con la presión de las formaciones a la extrema izquierda del espectro político español, y que Zapatero precisa para gobernar en mayoría. En este sentido, el eurodiputado de Izquierda Unida (IU, comunistas), Willy Meyer, se ha mostrado enfático tras las negativa europea a levantar las sanciones, insistiendo en que, en caso de que persista la división en torno a las medidas contra el castrismo, España y los gobiernos que eventualmente la secunden deberían emprender de manera unilateral el diálogo con La Habana.

Ello se traduciría, ya se sabe, en el fin de las invitaciones oficiales a la emergente sociedad civil cubana por parte de aquellos países que respondieran al llamado de La Moncloa.

La pedagogía de los hechos

Así, en vísperas de la reunión de la COLAT, cierto diplomático europeo generaba frases de coleccionista. Tras insinuar que la política de reconocimiento a la disidencia interna, vía invitación a las fiestas nacionales en las embajadas, podría cambiar para fines de año, el funcionario aseguró que la UE está "en el limbo". "El estancamiento —dijo refiriéndose a las presiones con que La Habana desalienta la perseverancia de los Veinticinco— nos imposibilita hacer lo que deberíamos estar haciendo, que es preparar la transición después de Castro".