www.cubaencuentro.com Viernes, 03 de diciembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Bush y Cuba: Propiedades y derechos humanos
por JULIáN B. SOREL, París
 

Con motivo de la elección presidencial norteamericana, Encuentro en la Red publicó un interesante artículo del Sr. Arturo López-Levy titulado Bush o Kerry: Propiedades o derechos humanos. En mi opinión, el texto merece algunos comentarios, ya que toca uno de los nudos gordianos de la situación cubana.

G. Bush
El mensaje de Bush: 'No habrá arreglo milagroso en los próximos cuatro años'.

En sus páginas, se plantea una falsa disyuntiva para Cuba entre "propiedades o derechos humanos", encarnadas respectivamente en un segundo mandato de George W. Bush y en una hipotética (y ahora nonata) presidencia de John F. Kerry. Cito: "Las alternativas (sic) son claras: o la política actual —centrada en reclamaciones de propiedades y deseos de una quimérica venganza— o la posibilidad de una auténtica política de derechos humanos, a través de una relación balanceada de incentivos y sanciones, coordinados más multilateralmente con Europa y América Latina".

Disyuntiva falsa, porque el derecho a la propiedad figura, a justo título, en el artículo 17 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que reza así: 1) Toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente. 2) Nadie será privado arbitrariamente de su propiedad. Al igual que las demás, estas son prerrogativas inalienables de todo ser humano.

Cuando en el futuro se restablezca en Cuba el Estado de derecho, quienes fueron despojados de sus propiedades por la vesania confiscatoria del castrismo deben tener la posibilidad legal de reclamar una indemnización; del mismo modo, las víctimas del régimen podrán exigir justicia. Los tribunales fallarán en cada caso, con arreglo a la ley. Así ha ocurrido en los países ex comunistas y en otros, como Chile y Sudáfrica, que han conseguido superar largas dictaduras. Si algo debería de habernos enseñado este prolongado exilio es que, en política, los medios no pueden ser cualitativamente distintos del fin que procuran. Al derecho se llega por el derecho, no por la arbitrariedad y la exclusión.

Reducir la política de Estados Unidos hacia Cuba a la reclamación de propiedades y la supuesta búsqueda de venganza del exilio de Miami, es perpetrar una caricatura que hace caso omiso del enorme sacrificio de miles de cubanos en aras de la libertad y la concordia futuras del país. Esperemos que en la Cuba de mañana, que ya se vislumbra, todos podamos ejercer libremente todos los derechos, incluso el de poseer y disfrutar los bienes legítimamente adquiridos (sin excluir, desde luego, el derecho del Sr. López a los suyos).

¿Mientras más zanahorias más palos?

La otra mitad del razonamiento no es menos desacertada. Al mencionar la posibilidad de que J. F. Kerry ganara la presidencia, el citado autor especula que si Washington le aplicase a Cuba un enfoque "suave" podría, "al ofrecer más zanahorias", contar "con mayor capacidad para coordinar los palos con Europa y América Latina, si el gobierno cubano retornase a sus andanzas represivas".

Pasemos por alto la desafortunada connotación del subjuntivo "retornase" (como si la enmienda del susodicho estuviera asegurada por la ración de zanahoria). A estas alturas del partido, ¿alguien piensa seriamente que es posible coordinar una política de sanciones a tres bandas, entre EE UU, Europa y América Latina, para moderar los desatinos del tardocastrismo? ¿Qué tal si, para empezar, creamos una Comisión Tricontinental de Derechos Humanos presidida por Hugo Chávez, Jesse Jackson y Rodríguez Zapatero?

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