www.cubaencuentro.com Miércoles, 02 de febrero de 2005

 
  Parte 1/3
 
Fracturas en La Habana
Racismo, envejecimiento y emigración: Tres conflictos que deberán administrar los primeros gobiernos del postcastrismo.
por RAFAEL ROJAS, México D. F.
 

El 20 de octubre del 2004, Fidel Castro dio un mal paso y cayó de bruces frente al público que lo aplaudía. Al día siguiente, apareció en Granma un artículo titulado "Estoy entero", en el que Castro, oscilando entre la primera y la tercera persona, narraba los pormenores de la caída y de la actuación coordinada de los médicos y el paciente. "Mi pie izquierdo pisó en el vacío por la diferencia de altura, y el impulso y la inevitable ley de la gravedad, descubierta hace tiempo por Newton, hicieron que me precipitara hacia delante hasta caer en fracción de segundos en el pavimento".

F. Castro
Castro, junto a Otto Rivero, actual vicepresidente del gobierno para la 'batalla de ideas'.

Según Fidel, los cirujanos y él mismo, de común acuerdo, realizaron el diagnóstico: "el húmero del brazo derecho presentaba una fisura…, la rótula de la rodilla izquierda estaba fragmentada en ocho pedazos…". Los especialistas y el paciente decidieron, entonces, proceder "a la inmediata operación de la rodilla y a la inmovilización del brazo derecho con un sencillo cabestrillo". En medio del tratamiento surgió un dilema: ¿qué tipo de anestesia aplicar al paciente? Una vez más, los cirujanos y el caudillo resolvieron, de consuno, la "anestesia por vía raquídea, que adormece la parte inferior del cuerpo y mantiene intacto el resto del organismo".

En su texto, Castro explica por qué "se tomó" la decisión de aplicar la anestesia parcial: "dadas las circunstancias actuales era necesario evitar la anestesia general para estar en condiciones de atender numerosos asuntos importantes". Luego de la exitosa operación de la rodilla izquierda —"un trabajo de orfebrería, en el que cirujanos ortopédicos se dedicaron a reunir y a ubicar los fragmentos como tejedores, cosiendo con fino hilo de acero unos y otros"—, Castro podía asegurar con alivio: "desde el mismo instante de la caída no he dejado de atender las tareas más importantes que me corresponden, en coordinación con todos los demás compañeros".

Los dos cuerpos del rey

La caída del 20 de octubre y el texto Estoy entero podrían interpretarse como episodios reveladores de la esencia unipersonal del régimen cubano. En Cuba, como en las monarquías absolutas del ancien régime, el cuerpo del líder es también el cuerpo del Estado. Un clásico estudio de teología política medieval, Los dos cuerpos del rey, de Ernst H. Kantorowicz, describe claramente esta concepción biológica del poder para el caso de la Inglaterra isabelina. En cualquier absolutismo monárquico, según Kantorowicz, el rey posee dos cuerpos en uno: el suyo, que corresponde a su existencia física, y el cuerpo abstracto: la corporación personal que controla el reino.

Tras la caída del 20 de octubre, Fidel Castro sintió la urgencia de comunicar al pueblo que, a pesar de las fracturas, podía pensar y hablar y que esas dos facultades implicaban la mayor parte de su capacidad de gobierno. El título de su crónica, Estoy entero, quería trasmitir precisamente eso: las fracturas en la rodilla y el brazo estaban localizadas en zonas de su cuerpo físico, pero su cuerpo metafísico, la fuente inagotable de su maquiavelismo y su retórica, permanecía intacta. La frase "estoy entero", sin embargo, desprendía un tono irónico que no ocultaba la certeza de que cualquier fractura en el cuerpo de Castro también era una fractura en el gobierno de Cuba.

Es sabida la obsesión de Fidel Castro con la medicina, la genética y, más recientemente, la geriatría. Las cacareadas motivaciones humanitarias de esa obsesión habría que entenderlas como manifestaciones de una voluntad de dominio, basada en la identificación entre el período histórico del régimen y la vida del caudillo. La prueba más patética de esa concepción biológica del poder es el llamado "club de los 120", que encabeza el médico personal de Castro, Eugenio Selman-Housein Abdo, y que, cada año, reúne en el Hotel Nacional de la Habana a gerontólogos y ancianos millonarios de todo el mundo, que debaten sobre los misterios de la longevidad y la prolongación de la vida.

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