www.cubaencuentro.com Viernes, 25 de marzo de 2005

 
  Parte 1/2
 
El debate de la izquierda: Entre la religiosidad y el realismo político
por JOAQUíN VILLALOBOS, Oxford
 

Recuerdo que en una ocasión me encontraba con Schafick Handal, secretario general del Partido Comunista de El Salvador, mirando un programa de televisión que transmitía una ceremonia religiosa oficiada por el Papa. La solemnidad y el fervor conmovieron a Handal, al punto que exclamó: ¡Algo así necesitamos nosotros!, ¡una liturgia de la izquierda!

H. Chávez
Crear pobreza para luego subsidiarla: ¿el 'método Chávez'?

Latinoamérica vive en estos momentos un crucial debate entre la izquierda religiosa conservadora versus la izquierda realista pragmática. Esta discusión no es nueva, lo que es nuevo es el contexto. No era lo mismo debatir en un continente dominado por autoritarismos, que bajo democracias emergentes. Jamás hubo en la historia de Latinoamérica tantos partidos de izquierda con tanto poder en tantos lugares.

La democracia resultó de la lucha de la izquierda, pero esta última apenas se inicia como fuerza política permanente y viene de un largo período de exclusión, exilio, cárcel, montaña, clandestinidad y calle.

Las debilidades de su proyecto son lógicas y su principal reto ahora es madurar y aprender a gobernar. La izquierda religiosa tiene un sistema de ideas cargado de creencias, mitos, cielos, infiernos, tabúes, dogmas, santos y demonios que derivan en un proyecto populista dirigido al alma y a las emociones. La religiosidad de la izquierda se fortaleció como respuesta al igualmente religioso "anticomunismo".

Algunas dictaduras de la derecha dejaron tan pocas opciones para enfrentarlas, que activar emociones fue lo esencial. Por ello, el aporte más científico del Che no fueron sus ideas económicas programáticas, que estaban todas equivocadas, sino su consecuencia y su locura por la revolución, que lo convirtieron en el santo patrono de la lucha armada, motivador de la rebelión de muchos jóvenes.

El paso del fusil a la rosa (símbolo de la izquierda socialdemócrata europea) resulta complicado, porque el autoritarismo obligó a que ortodoxia y pragmatismo convivieran. La izquierda pragmática intenta ser terrenal, planteando hacer lo posible ahora, en vez de lo imposible nunca; pero la descalificación moral y la excomunión por traición son las respuestas de la izquierda religiosa. Esto ocurre en México, Nicaragua, El Salvador, Venezuela, Cuba, Brasil y en todas partes.

La 'oferta del cielo'

Paradójicamente, para los marxistas religiosos, la contradicción, pilar de la dialéctica, es pecado mortal. El discurso moderado es uno de los problemas de los pragmáticos, sobre todo cuando se enfrentan a sociedades con mucha pobreza, baja cultura política, gran exclusión social y una discriminación racial que todavía no considera humanos a los indígenas.

La oferta del cielo y el llamado a vengarse de un enemigo satánico tienen ventaja sobre la propuesta racional, aunque esta última sea más eficaz. Podemos entonces decir que así como Bush difícilmente podría ser jefe de Estado de Gran Bretaña o Francia, en Chile, Chávez quizás podría ser un buen pastor evangélico, pero no un presidente, y mucho menos un presidente de izquierda.

El venezolano Hugo Chávez y el cubano Fidel Castro son los representantes de la izquierda más "religiosa" de América Latina. Cuba y Venezuela son la cabeza de la izquierda religiosa y sus seguidores más fuertes son el PRD de Cuauhtemoc Cárdenas en México, el FMLN de Schafick Handal en El Salvador, el FSLN de Daniel Ortega en Nicaragua y el MAS de Evo Morales en Bolivia.

Entre los más importantes de la izquierda realista se encuentran los socialistas chilenos de Lagos, los seguidores de Kirchner en Argentina, el Frente Amplio de Tabaré Vázquez en Uruguay, el PRD de República Dominicana, el Polo Democrático de Colombia, el PRD de Martín Torrijos en Panamá y el PT de Lula en Brasil. Con la excepción de los socialistas chilenos, que son pragmáticamente más puros, todo el resto libra batallas internas entre las dos corrientes y, aun en Cuba, existe hoy una izquierda realista en desarrollo.

Los pragmáticos libran dos batallas, por un lado deben enfrentar el neoliberalismo de los conservadores de derecha reinventando programas y gobernando con eficiencia, y por otro, deben cuidar su discurso frente a los conservadores de izquierda. Lo primero les demanda velocidad y soltura y, lo segundo, lentitud y rigidez.

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