www.cubaencuentro.com Viernes, 25 de marzo de 2005

 
  Parte 1/3
 
Alcances intempestivos del caso Granda
Hugo Chávez y Álvaro Uribe ante el terrorismo: Dos modelos enfrentados.
por EDUARDO MACKENZIE, París
 

La prensa de Bogotá le hace un flaco favor a la democracia colombiana al tratar las tensiones entre Bogotá y Caracas como una "pelea de caudillos", como escribió alguien en El Tiempo, o como una "crisis diplomática" ordinaria ante la cual se puede especular vanamente y jugar, incluso, a las equidistancias.

H. Chávez
¿Es la democracia colombiana un estorbo para los planes de Hugo Chávez?

Si se trata de una "pelea de caudillos", ¿qué sentido tiene respaldar la posición del gobierno colombiano? Las invitaciones de ciertos columnistas a no tomar partido deben ser vistas como lo que son: un servicio al presidente Chávez.

Esa técnica de predicar la equidistancia es el arma preferida de quienes buscan separar la ciudadanía, las mayorías políticas colombianas, de sus autoridades elegidas. Esa técnica busca debilitar el campo colombiano para favorecer el de quienes acogen, protegen y ocultan a los terroristas.

Los que hablan de "pelea de caudillos", hacen el juego de quienes aspiran a que los colombianos sean neutrales ante una batalla que se libra en estos momentos entre dos proyectos de sociedad antagónicos: entre una ambición castro-totalitaria y una ambición democrática-republicana. Peor, el neutralismo que algunos pretenden inculcar a los colombianos lleva la marca del curioso "neutralismo" de Chávez frente al "conflicto" colombiano, el cual significó ayuda a las FARC con bastiones y territorios y con cobertura diplomática.

Habría que desnudar el modelo que pretenden venderle a los colombianos desde Caracas y la estrategia que hay en marcha: la destrucción de los partidos democráticos colombianos (el derrumbe de los partidos abrió las puertas a la aventura chavista) y el fomento de grupos minoritarios leninistas, susceptibles de seguir más adelante a un caudillo-sorpresa.

Sostener los ideales de la democracia representativa, reforzar las instituciones, no se logrará a largo plazo, desde luego, sin continuar las reformas políticas y sociales en curso y preservando y desarrollando el sistema de valores de toda sociedad libre.

La tesis de la equidistancia lleva a decir a otros que "el ejercicio del periodismo no busca favorecer a ninguna de las dos partes en conflicto", lo que quiere decir que los periodistas y la prensa no deben escoger entre los terroristas y el país, entre los agresores de Colombia y la patria agredida. Esa tesis vergonzosa que pretende darle la espalda a lo más sagrado que tienen los colombianos, nuestras instituciones y nuestra democracia, debe ser rechazada.

La causa y el efecto

El caso Granda está lejos de haber terminado, a pesar de la calma aparente de estos días. Ese diferendo puede conocer nuevos episodios, y degenerar incluso, y hasta ser el preludio de movimientos bélicos de parte de Venezuela. Nada de eso puede ser descartado si Colombia insiste en su derecho de desorganizar las redes terroristas. La hora obliga a todos los colombianos, sin excepción, a guardar la unidad, a respaldar a las autoridades legítimas. Es también una hora en que la lucidez, el realismo y la firmeza de carácter deben pasar adelante.

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