www.cubaencuentro.com Viernes, 25 de marzo de 2005

 
   
 
Bandidos como jueces
Cuba, China y Zimbabwe han sido seleccionados para ocupar puestos claves en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
por MANUEL DíAZ MARTíNEZ, Canarias
 

Es un tópico de los westerns que el juez sea el cabecilla de los cuatreros. La ONU, ese suntuoso circo donde el voto de una taifa corrupta y liberticida que gobierne un país (la cuarta parte de los gobiernos representados en la ONU son dictaduras) vale lo mismo que el de una democracia, ha reforzado, en su inservible pero costosa urdimbre burocrática, la figura del juez bandido.

F. Castro
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Si usted es de los que jamás confiarían al lobo el cuidado del corral, le será difícil entender que tres de los gobiernos que con mayor entusiasmo penalizan la libertad y ejercen el terror hayan sido elegidos por la ONU para ocupar puestos clave en la Comisión de Derechos Humanos (CDH). Pues, sí: desde hace unos días, China, Cuba y Zimbabwe integran, junto a Hungría y Holanda, el "grupo de situaciones" de la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Se nos dice que el tal grupo "es una especie de tribunal que evalúa las denuncias presentadas por gobiernos, ONG e incluso particulares, y decide cuáles son admitidas y cuáles deberán ser tratadas por la Comisión de manera pública o confidencial".

De modo que en este grupo de trabajo de la ONU, cuando haya que decidir si se acepta o rechaza una denuncia —y las habrá de seguro, como cada año, contra los gobiernos chino y cubano—, las democracias, representadas por Holanda y Hungría, tendrán dos votos, y las dictaduras, representadas por China, la Cuba de Castro y el Zimbabwe de Mugabe —estas son, además, bien avenidas—, tendrán tres. A quienes no posean mucha información sobre el régimen de Zimbabwe, el menos conocido del trío, les será útil saber que el vice de Mugabe, Joseph Misica, niega abiertamente que los blancos sean seres humanos.

De tener buena memoria, virtud de la cual los hombres no podemos presumir, nada de esto causaría sorpresa. ¿Fue el año pasado, o el anterior, cuando la CDH sesionó bajo presidencia libia, o sea, de Gadafi, ese cinematográfico Narciso del desierto que mandó derribar un avión de pasajeros y luego le regaló un premio de derechos humanos, que lleva su nombre, a Fidel Castro?

China, campeona mundial de tiro en nuca y de caza de disidentes y periodistas (a fines de 2004 tenía 42 de estos a la sombra), ha escapado de las condenas de la CDH escurriéndose por el burladero del veto. Cuba, que proporcionalmente a su población tiene más periodistas presos que China, jamás ha permitido el acceso a la Isla del relator que le imponen las condenas que todos los años, desde hace doce o trece, recibe de la CDH —desobediencia contumaz que debería haber provocado ya su expulsión de ese organismo—.

Y Zimbabwe es un país donde un demagogo aferrado desde hace años al poder restringe las libertades civiles, atropella a sus opositores y cohonesta toda clase de crímenes racistas contra la población blanca. Pues bien, ya estos regímenes grimosos, proverbiales verdugos de los derechos humanos, figuran travestidos de jueces en la CDH. ¿Qué le parece?

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