www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de abril de 2005

 
  Parte 1/3
 
El admirable patriotismo de Chalabi
Según el autor, lo más sano sería la solución radical que, reafirmando la ineptitud de los cubanos, ponga en manos de Estados Unidos el retorno al régimen democrático.
por VICENTE ECHERRI, Nueva York
 

Si es cierto que Ahmed Chalabi, el líder del Congreso Nacional Iraquí, logró vender a Estados Unidos la guerra de Irak, es decir, convencer al Pentágono, la CIA y la Casa Blanca de que Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva y de que estaba dispuesto a usarlas o a cedérselas a Bin Laden, se trata de un tipo doblemente admirable: por su inteligencia y por su patriotismo. Si resulta que Husein no tenía tales armas y Estados Unidos se siente públicamente burlado, eso es otra historia. Lo importante ya se logró: el derrocamiento de Sadam Husein, lo cual Chalabi y todos los exiliados iraquíes juntos, sumados a toda la oposición interna, jamás habrían podido conseguir.

S. Hussein
Caída de Husein: ¿vale para Cuba el método de la solución 'rápida y radical'?

En lo que sí Chalabi no mintió es en la simpatía con que recibirían los iraquíes a las tropas norteamericanas, el júbilo con que miles de ellos celebraron la llegada de sus libertadores (conservo las fotos de varios periódicos —que en estos días estoy por enmarcar— en que pueden verse a las claras las muestras de ese alborozo); júbilo que luego se hizo más discreto —según aumentaba la agresión terrorista— o se fue enfriando en la medida en que la ocupación daba muestras de torpeza.

Este comentario viene a cuento de un artículo reciente de este diario virtual en el que Arturo López Levy me acusa de "chalabismo" (Chalabismo tropical y derecha decente), una suerte de enfermedad que padece, según él, un sector del exilio cubano y que, para decirlo en sus palabras, consiste en "una mitología, que en lugar de deponer liderazgos ante los méritos de los que en Cuba luchan por la democracia, se empeña en asignar la responsabilidad de nuestra situación a Washington".

Un respetable antecedente

El apelar al arbitraje de Washington en los asuntos cubanos tiene ciertamente la categoría de mito fundacional, pareja a la importancia decisiva del exilio. Ambas cosas están en la raíz del nacimiento de nuestra república, cuya historia ya empezó a tergiversarnos la izquierda "antiimperialista" a partir de los años treinta y terminaron de rescribir los castristas.

Contrario a lo que piensan muchos cubanos de buena fe, Estados Unidos intervino en nuestra última guerra de independencia a instancias de un poderoso cabildeo del exilio cubano —que encontraba respaldo en el movimiento insurgente que peleaba en Cuba— y gracias a una intensa campaña de prensa, que conquistó a la opinión pública norteamericana, dirigida y promovida por un grupo de extraordinarios periodistas y dueños de diarios que eran simpatizantes o amigos del liderazgo cubano y en algunos casos, como el de Horacio Rubens, de José Martí.

Es decir, que para 1897, cuando la estrategia de Weyler casi le llega a dar el triunfo de la guerra en Cuba a las armas españolas, el "chalabismo", para usar el término de López-Levy, era moneda corriente en los círculos cubanos en Estados Unidos y también en el campo insurrecto. Meses antes, el generalísimo Máximo Gómez, en una larga carta al presidente Cleveland —que por retrasos que coinciden con el cambio de poderes es recibida por McKinley— le pide que Estados Unidos no permanezca impasible ante la aniquilación de los cubanos. En el exilio, Tomás Estrada Palma, que había sustituido a Martí en la jefatura del Partido Revolucionario Cubano, era de parecido sentir.

Sin embargo, el gobierno de Estados Unidos —y particularmente el Ejecutivo— no tenía ninguna inclinación a intervenir; y a los pocos que sí la tenían los movía el viejo sueño norteamericano de la anexión.

De suerte que los chalabis cubanos de entonces y sus influyentes amigos norteamericanos, tenían por delante una doble tarea que cumplieron admirablemente: arrastrar a Estados Unidos a la guerra en Cuba y garantizar que una vez hecho esto, y tras un breve período de ocupación, el país les fuera devuelto a los cubanos como nación independiente.

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