www.cubaencuentro.com Viernes, 13 de mayo de 2005

 
  Parte 1/2
 
Vidas diagonales
Convencidos de que tienen una misión histórica que llevar a cabo, Fidel Castro y Orlando Bosch están obsesionados con Posada Carriles, un condottieri más atrevido que ellos.
por EMILIO ICHIKAWA MORíN, Homestead
 

Aunque fue considerada uno de los cuatro elementos fundamentales, los filósofos antiguos se abstuvieron de avalar a la tierra como el principio sustentador del cosmos. En esto el agua, el aire y hasta el mismo fuego le emularon con ventaja. Pero la tierra estuvo siempre en los mejunjes de los magos de Agrigento; en las "cerebraciones" de los sabios. Los geómetras generaron también una antropología a partir de la imaginación terrestre; incluso la agrimensura, esa forma concreta en que existe la geometría, contiene una codificada índole de poyesis.

O. Bosh
Orlando Bosch.

De ahí que desde entonces la vida se haya señalado paramétrica y vectorialmente, según un archivo referencial que más que metafórico trata de ser científico. Se habla, por ejemplo, de personas "cuadradas", "puntuales"; de conductas "desviadas"; de salir "por la tangente"; de vidas "largas", "cortas", "redondas", "rectas". Con mucha suerte Plutarco empleó este recurso mezclando título y método en su conocido libro Vidas paralelas.

Pero además del "paralelismo", existen vidas enlazadas diagonalmente; existencias que avanzan en el tiempo con una motivación vecinal hasta encontrarse en un punto. Es esa misma confluencia la que acaba funcionando como un vórtice de discordia. Y es entonces cuando esas vidas, que se precipitaron hacia un lazo descolgándose de sus respectivos ángulos, corren hacia finales contrapuestos que se sustentan en una complicidad remota. Es así, en diagonalidad (diagonalismo), que imagino las vidas de Fidel Castro y Orlando Bosch; un desencuentro biográfico entre personas que comparten, de alguna manera, una misma visión general del mundo.

¿Generales, doctores o desertores?

Tanto Orlando Bosch como Fidel Castro pertenecen al grupo de los "doctores" cubanos. No son, según la división simbólica establecida por Carlos Loveira en Generales y doctores, gente que viene directamente del mundo de las armas. Son "desertores profesionales", es decir, personas que decidieron no ejercer sus carreras por una u otra razón, lo que los introduce en un mundo de rectificación vocacional que implica cierta inestabilidad intelectual.

En todo caso, no son lo que se dice "militares de carrera", por lo que se han formado al margen de la "microética" de las academias de armas. Moralidad gremial que implica también un sistema de prejuicios de contención que a ellos les falta. Bosch es doctor en Medicina, con una especialidad en pediatría; Castro es doctor en Derecho, o en leyes, como antes se decía. Ambos se graduaron en la Universidad de La Habana y coincidieron en la percepción de la institución docente, no sólo como un centro educativo, sino como un nicho desde el que era posible acceder a la vida política republicana. Castro pretendió infructuosamente la dirección estudiantil de la Facultad de Derecho (según algunos, la verdadera "cuna de la revolución"); Bosch llegó a ganar las elecciones estudiantiles de la Facultad de Medicina.

Desde el punto de vista político, Bosch empezó con ventaja, cuestión que disfruta con cierto orgullo. Hace poco decía que Fidel Castro había sido un "gángster" notable, pero fuera de la Universidad: "…en la Universidad no".

Tanto Castro como Bosch fueron, y son, críticos de la herencia republicana, específicamente del desenvolvimiento político de Fulgencio Batista. Fueron (y son) enfáticos antibatistianos. Castro dirigió un movimiento armado contra Batista que culminó en una revolución triunfante el 1 de enero de 1959. Orlando Bosch fue dirigente del Movimiento 26 de Julio (¡el propio movimiento de Castro!), en la provincia de Las Villas, con derecho a ejercer como gobernador en el momento del triunfo, según las reglas de juego establecidas de antemano.

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