Cuando le falta poco para entrar en el cuarto y último año de su mandato, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, mantiene en las encuestas el 70 por ciento de popularidad, un nivel sin precedentes en ese país suramericano. Esto, sin duda alguna, ha despertado la envidia de su vecino, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien no ha podido convencer al mandatario colombiano de que se apunte a la iniciativa de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), que patrocina junto a Fidel Castro.
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Presidente colombiano Uribe, durante su visita a España. |
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En su reciente visita a Madrid, Uribe obtuvo un importante éxito diplomático, al convencer al jefe del Ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero, de que su plan para la desmovilización de unos 13.000 paramilitares de derecha, representa un paso importante para la pacificación de Colombia, azotada por más de cuatro décadas de violencia.
El pasado 18 de junio, el Congreso de Colombia aprobó el denominado "Proyecto de Justicia y Paz" para la desmovilización de los paramilitares. Ya más de 5.000 depusieron las armas y se espera que el resto lo haga antes de que finalice 2005.
En un editorial publicado en el diario español El País, se planteaba que Uribe podría tener "dificultades" en convencer a los gobiernos de Francia y de algunos países escandinavos acerca de las bondades de este plan, ya que sólo serían juzgados aquellos paramilitares que hubiesen cometido crímenes "atroces".
Pero el diario madrileño reconocía que "la última verdad de esta compleja historia es que la opinión del país latinoamericano apoya mayoritariamente esa pacificación que instrumenta la ley, y que a veces es incongruente ser más papista que el Papa. La guerra colombiana contra la guerrilla dura ya cuatro décadas, y al menos veinte contra los paramilitares, aunque ésta última menos enérgica. Un país exhausto clama por el fin de la violencia".
Al analizar la visita a España, el importante diario colombiano El Tiempo comentó: "El gobierno español estaba en doble deuda con el colombiano. Primero, por la gaffe diplomática de haber realizado un conspicuo negocio de armas con Venezuela mientras ese país y Colombia atravesaban, hace seis meses, una de las situaciones más tensas de su reciente historia. Y, segundo, por la actitud diplomática y positiva que ofreció Uribe en esa ocasión, al restarle importancia al asunto".
Críticas, polémicas y popularidad
En España, como era de esperar, las críticas vinieron de la diputada Isaura Navarro, de Izquierda Unida (IU, comunistas). Un tema ya clásico de ciertos progresistas europeos es atribuir las violaciones de derechos humanos a las Fuerzas Armadas de Colombia (gubernamentales), sin decir ni una sola palabra sobre las atrocidades de las FARC, que colocan anillos con explosivos en los cuellos de sus víctimas, o mantienen durante años a decenas de rehenes.
Esta diputada fue la misma que se encargó de defender al régimen del ex golpista Hugo Chávez en el Congreso español y además formó parte de la delegación de IU que apoyó a los chavistas en Venezuela, en el referéndum del 15 de agosto de 2004.
En todo este contexto habría que preguntarse el porqué de la popularidad de Uribe. Prácticamente todos los analistas coinciden en que su batalla enérgica contra el terrorismo de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), también vinculadas al narcotráfico, ha reforzado la sensación de que se vive con mayor seguridad en ese país suramericano.
Cuando Uribe asumió el poder, el promedio de asesinatos era de 30.000 anuales. En el primer semestre de este año la cifra fue de 8.700. La eliminación física de dirigentes sindicales era de 160; el año pasado fueron sólo cinco los asesinados. |