www.cubaencuentro.com Martes, 16 de agosto de 2005

 
 
 
Duanel Díaz sobre la entrevista a Hernández Busto (III y final)
 

Desesperado y falto de argumentos, Ernesto Hernández Busto opta ahora por la ironía más o menos ingeniosa y la brevedad olímpica. O más bien está obligado a ello, pues pocos recursos le van quedando desde que decidió negar un plagio cometido no ya sobre ideas sino sobre las frases mismas. Sólo cuenta, pues, con el estilo para intentar hacer desaparecer como por arte de magia las evidencias que he aportado en mi réplica. A ellas no puede más que responder con afirmaciones de tan escaso fundamento como que mi “altisonante acusación de plagio se limita […] a defender [mi] copyright sobre la conjunción de los términos 'voz' y 'negra'". Que la polémica sobre Canon, tradición, raza se haya publicado tres años antes que mi ensayo es, alega ahora Hernández Busto, una prueba a su favor. Sobre el hecho, señalado por mí, de que en esa controversia, en la que hubieran venido muy al caso los comentarios críticos al libro de Rojas que me "fusila" en la introducción de Inventario de saldos, escrita con posterioridad a la publicación de mi ensayo en La Habana Elegante, estos señalamientos faltan, nada tiene que decir. No puedo, entonces, más que recurrir a la frase hecha: el inventarista de la literatura cubana sigue intentando, con más pena aun que en su anterior réplica, tapar el sol con un dedo.

A Debate
«No creo en el exilio como fatalidad»
JORGE LUIS ARCOS, Madrid
Duanel Díaz sobre la entrevista a Hernández Busto
Hernández Busto sobre el comentario de Duanel Díaz
Duanel Díaz sobre la entrevista a Hernández Busto (II)
Hernández Busto sobre el comentario de Duanel Díaz (II)

Mis argumentos no son, según Hernández Busto, más que "verborrea"; sin embargo es fácil comprobar cómo apenas hay en ellos juicios de valor, mientras que para apuntalar su maltrecha posición él no deja de recurrir ni siquiera a los argumentos ad hominem. Ofrezco pruebas de un plagio; Hernández Busto afirma que mi ensayo no constituye más que una "nota al pie" en el debate del canon cubano. Replico que tal nota falta tanto en la entrevista concedida a Arcos como en la introducción de Inventario de saldos y que ello no se debe a un disculpable olvido, sino al uso ilegítimo y al interés personal; Hernández Busto afirma que pienso con "los fórceps del academicismo" y escribo con "los peores tics retóricos de la 'escuela del resentimiento'". Lo insto a aclarar a qué polémica del exilio me he sumado desde La Habana; Hernández Busto señala que mi sintaxis es descuidada.

Llamo la atención de los lectores sobre algo significativo: mientras yo cito abundantemente a mi contrincante; él apenas me cita. Aquí la superstición del estilo a que me referí antes disfraza la escasez de argumentos de Hernández Busto; la libertad colabora con la necesidad. No me cita no sólo porque de acuerdo a sus cánones de ensayista literario ello sería quizás poco elegante o de mal gusto, sino sobre todo porque, para poder refutarlas fácilmente, me atribuye una y otra vez afirmaciones que evidentemente no he hecho. Nunca he afirmado, por ejemplo, "la existencia de una rica polémica habanera sobre el canon literario". Me limité, para desmentir la afirmación de que los que han participado en ella escriben todos desde el exilio, a ofrecer alguna evidencia en contra: el ensayo de Arcos, el de Fowler, el de Sánchez Mejías, publicado en la Revista del Vigía en 1994, cosa que al parecer Hernández Busto desconoce. Ni siquiera he pretendido que quienes desde el lado de acá han tocado el tema, sea en publicaciones cubanas (Arcos, Fowler) o del exilio (yo mismo, Ponte), seamos más numerosos o hayamos hecho aportes más considerables que los de allá; sólo he refutado —con hechos, no con opiniones— una tesis tan peregrina como interesada. Tampoco he puesto, como afirma Hernández Busto, a Vázquez Díaz "a la altura de Sánchez Mejías, en un sintomático y nada agonístico 'todo vale'"; me he limitado, en otra refutación de aquella misma falacia determinista, a mencionarlos como ilustración de contrastantes opiniones de intelectuales del exilio sobre la conveniencia del nacionalismo y la existencia de debates intelectuales en Cuba; no los equiparo porque no los comparo ya que ello aquí no viene al caso, pero es evidente que Hernández Busto ha perdido todo sentido de la pertinencia: quiere extender la competitividad a todos los órdenes, incluso al del simple inventario, que está, por definición, en las antípodas de la jerarquización canónica. Y no dudo que sea justo esa competitividad lo que hay detrás de sus plagios, adulteraciones y escamoteos. Es cierto que he comentado en ocasiones muy críticamente los trabajos de mis colegas, pero la crítica es legítima como no lo son los oscuros procedimientos de Hernández Busto.

Me interesa aclarar, a propósito, que para nada ofrecí en mi réplica una "biliosa reseña" de Inventario de saldos. No hice allí más que mostrar cómo la parcialidad del inventario, en la entrevista y la introducción, es parte de un premeditado ejercicio de autolegitimación. Hernández Busto desconoce la existencia de otras contribuciones al tema para valorizar la suya; afirma falazmente que la crítica cubana carece de acercamientos al asunto del canon cubano desde la  perspectiva de Bloom, insinuando que su libro viene a llenar, así sea de manera parcial, ese hueco. Me resultaba, pues, pertinente mostrar cómo Inventario de saldos no sólo ofrece mucho menos de lo que promete en su introducción sino que además evidencia incluso una muy mala lectura de Bloom —no ya en el sentido creativo acuñado por el crítico de Yale, sino en el sentido común. Es obvio, entonces, que en modo alguno reseñé ese libro, cuyos méritos e interés no niego a pesar de las muchas discrepancias que me suscitan las ideas de Hernández Busto y de que ciertamente no me parece nada feliz la composición del conjunto. Todo ello lo hubiera comentado en caso de disponerme a reseñar Inventario de saldos, pero esa posibilidad desde luego ha quedado cerrada después de esta polémica que toca, insisto, a cuestiones de hecho más que de valoración u opinión.

Termino entonces recordando lo que infructuosamente Hernández Busto intenta hacer olvidar con su afirmación de que todos mis señalamientos se limitan a un malestar mío por "una entrevista que no [me] cita más de una vez". Mientras en su curiosa excursión por la tangente mi adversario ha recurrido a un buen número de hipótesis contrafácticas, hay una, la que más viene al caso, que significativamente evitó explorar. Si Hernández Busto fuera Duanel Díaz no hubiera plagiado a un colega, no hubiera desconocido a quienes escriben desde la Isla con el falso argumento de que sólo los que viven en el exilio han participado en el debate del canon cubano, no hubiera realizado un inventario tan parcial con el único objetivo de inflar el trabajo propio. En ese caso, Hernández Busto, Duanel Díaz y los lectores de Encuentro en la Red se hubieran ahorrado esta aburrida y lamentable polémica.

EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Un pueblo sin ley, una nación sin amparo
ORIOL PUERTAS, La Habana
Falsa alarma
MIGUEL FERNáNDEZ-DíAZ, Miami
¿Injerencia o ayuda?
ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir