Los billetes de banco impresos hasta 1990, de las denominaciones de 1, 3, 5, 10 y 20 pesos cubanos, serán desmonetizados a partir del 1 de junio de 2003, según comunicó el Banco Central de Cuba (BCC) el pasado 18 de febrero.

A partir de esa fecha, los mencionados billetes no podrán circular más. En su información, el BCC señaló que los ciudadanos poseedores podrán optar, hasta el 31 de mayo de 2003, por las siguientes acciones:

—Adquirir productos en la red de establecimientos que operan en moneda nacional por el equivalente del valor de los billetes.

—Guardar los billetes como piezas numismáticas.

—Canjearlos por pesos convertibles en las Casas de Cambio (CADECA) a la tasa vigente.

—Canjear en los bancos que operan en moneda nacional los citados billetes por los que permanecen en circulación.

—Efectuar depósitos en cuentas bancarias.

Los motivos de la operación no han sido explicados por el BCC, lo que ha provocado múltiples disquisiciones, debidas, sobre todo, al acrecentamiento de las dificultades financieras por las que atraviesa el país.

En la última sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el ministro de Economía y Planificación reconoció que la liquidez acumulada en pesos cubanos, en manos de la población, se calculaba en 13.550 millones de pesos al cierre de 2002. Un monto superior al existente en Cuba en cualquier otro momento, incluidos los años más complejos del "periodo especial".

Es lógico suponer que mediante esta desmonetización se procura presionar a la ciudadanía para que deposite su dinero en cuentas bancarias, las cuales podrían estar sujetas a un mayor control por parte del Estado.

Asimismo, las emisiones impresas hasta 1990, e incluso años posteriores, traen leyendas que no se ajustan a la realidad nacional. Tal es el caso de la que aparece en el anverso de los billetes, que señala: "Garantizado íntegramente con el oro, cambio extranjero convertible en oro y todos los demás activos del Banco Nacional de Cuba. Este billete constituye una obligación del Estado cubano". En cuanto al reverso, expresa: "Este billete tiene curso legal de acuerdo con la ley, para el pago de toda obligación contraída o a cumplir en el territorio nacional".

En los pasados 40 años, el texto del anverso jamás ha guardado relación con la realidad financiera del país. En cuanto al reverso, en los últimos 10 años, por la galopante dolarización de las finanzas internas, su leyenda tampoco ha tenido validez: la mayoría de los productos sólo se han podido adquirir con divisas, a tal punto que algunos expertos estiman que entre un 55,0% y un 60% de las operaciones comerciales totales efectuadas en 2002 se realizaron en moneda convertible, principalmente en dólares estadounidenses.

El porcentaje muy probablemente resultaría mayor si sólo se refiriera a las operaciones en el comercio minorista. En la actualidad, la utilización del peso cubano se restringe a los artículos vendidos en el sistema de racionamiento, algunos servicios (electricidad, transporte, teléfono, etc.), y pagos en el mercado no estatal y el mercado negro. Sin embargo, aun en estos segmentos, poco a poco, se impone el dólar estadounidense.

Adicionalmente, el papel utilizado en la confección de los billetes cubanos es de muy baja calidad, lo que puede constituir un factor de trastorno para las operaciones llevadas a cabo en los bancos, incluyendo el empleo de las máquinas contadoras.

De cualquiera manera, el cambio de un volumen importante de papel moneda significará un costo elevado para la economía cubana. Habrá que reponer con nuevas emisiones.