www.cubaencuentro.com Lunes, 16 de junio de 2003

 
  Parte 1/3
 
Revolución de mayo en París
En medio de un silencio ensordecedor: Desde la capital francesa, William Navarrete evalúa las movilizaciones contra la represión castrista.
por NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Los Ángeles
 

A raíz de la última ola represiva, grupos de cubanos exiliados en París organizaron una serie de protestas frente a la misión diplomática castrista. El enfrentamiento entre manifestantes y funcionarios, que en ocasiones se tornó violento, sirvió para confirmar ante los ojos del mundo la verdadera naturaleza de un régimen dispuesto a moler a palos a quien lo cuestione. William Navarrete (nacido en Cuba en 1968, el año en
Fotos
París: Miembros de Reporteros Sin Fronteras toman una oficina turística de La Habana, en protesta por el encarcelamiento de periodistas independientes en Cuba.
que la cara de Cohn–Bendit aparecía en todos los afiches revolucionarios, Nous sommes tous indesirables!) es uno de los activistas que organiza las protestas.

Crítico de arte y ensayista, fundador de la Asociación del Centenario de la República Cubana y de su boletín 100 Años, Navarrete ha publicado el libro de ensayos 1902-2002 Centenario de la República Cubana (Ed. Universal, Miami, 2002) y La chanson cubaine (Ed. L'Harmattan, París, 2000).

¿Cómo se organizaron para protestar?

Antes que organizarse hay que unirse. Este es un tema muy doloroso, porque priman entre los exilados mismos rencillas personales, recelos, dudas, paranoias, ansias de protagonismo, celos, fantasmas. Cada quien debe saber si llevarlos consigo le hace bien, para alentarlos o despacharlos. De modo que pensar en una unidad de todos los exilados de París para actuar con eficacia y honestidad contra lo que a todos nos parece una evidencia, o sea, contra la ilegitimidad del desgobierno cubano, es una utopía que sólo perdura entre los muy cándidos.

A pesar de eso, lograron dar una respuesta contundente…

Hay quienes se jactan de llevar a cabo un combate quijotesco sin necesidad de recurrir a los que luchan por la misma causa. Eso se llama, lo sabemos, el libre albedrío, y me parece que tienen el derecho a ello. Como también me parece, por supuesto, que debe quedarles claro que con tal combate individual están construyendo la Cuba del monólogo, o sea, la misma que hemos tenido hace cuatro décadas, que no es otra que la de "aquí estoy yo de a Pepe cojones porque yo soy yo". No deben haber entendido el sentido de la democracia: no pueden arrogarse el derecho de autoproclamarse portavoces del exilio y menos aún de los cubanos oprimidos de la Isla.

También tenemos en París, como en todo exilio cubano que se respete, el exilio emigrante, que vive bajo las mismas presiones que sufría cuando estaba en Cuba. Esta es la razón fundamental por la que nunca se sentirán exilados, y es porque el cordón que los ata al régimen y que el régimen ha preparado a su vez para atarlos, no acaba de romperse. Esos no se manifiestan porque temen por la vida de sus familiares en Cuba; las represalias que el régimen pudiera tomar contra los suyos les hace mirarnos con espanto cuando gritamos. Los entiendo y no veo solución alguna, pues ésta depende de la razón misma del por qué estamos exilados, que es la naturaleza del régimen. Todos esos mecanismos de terror tienen paralizados a muchos de los cubanos que viven entre nosotros. Aunque también debo decir que quienes se han acomodado casi la presentan como coartada sin que se les pregunte siquiera por qué no hacen algo. A veces los insto a que se manifiesten sin dar la cara, con máscaras, como los iraníes contra el Sha.

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