www.cubaencuentro.com Lunes, 16 de junio de 2003

 
  Parte 1/2
 
Salida y voz
La Habana no lo pierde de vista: El éxodo es una válvula de escape para el malestar social, y una alternativa a las protestas.
por JOSEP M. COLOMER, Madrid
 

El hecho fundamental para tratar de entender algo de lo que ocurre en Cuba es que hay varios millones de cubanos que, ante la pervivencia de la dictadura, desean salir de la Isla en cuanto puedan. Esta presión permanente ha provocado durante más de cuarenta años no
Proa al futuro
Cartel en los alrededores de Caibarién, costa norte de Cuba. ¿Una voz de salida?
sólo un flujo continuado de fugitivos hacia Estados Unidos y otros países, sino también diversos estallidos colectivos, especialmente en 1965, con la masiva salida de barcos del puerto de Camarioca; en 1980, con el éxodo desde el puerto de Mariel, y en 1994, cuando la llamada "crisis de los balseros" estuvo a punto de convertirse en una revuelta de protesta contra el régimen. En todas estas ocasiones, Fidel Castro se ha precipitado a facilitar las huidas, llamando a los cubanos exiliados en Florida a que fueran a buscar a los fugitivos en yates privados —eso sí, dirigiéndose a ellos como "la comunidad cubana de ultramar" o "los compatriotas en la emigración", en vez de usar el habitual calificativo de mafiosos—, y colaborando con los gobiernos de turno de Estados Unidos para que las salidas fueran legales y ordenadas y evitaran los naufragios en alta mar y los disturbios en tierra.

De hecho, como estos días están poniendo de nuevo en evidencia, el régimen cubano tiene como una de sus prioridades facilitar que sus súbditos escapen de la Isla. Por supuesto, Castro preferiría la lealtad de los cubanos, pero ha entendido siempre muy bien que la salida es una válvula de escape del malestar social y una alternativa a las protestas. En Cuba resulta extremadamente apropiado el esquema de análisis que postula una relación inversa entre la "salida" y la "voz", ambas como alternativas a la "lealtad", según lo elaboró Albert Hirschman y él mismo aplicó al caso de Alemania oriental. En general, cuantos más salen, menos protestan; o, como dice Hirschman en términos económicos, "los que gobiernan el monopolio gandul (es decir, la dictadura ineficiente, en términos políticos) pueden tener un interés real en crear oportunidades limitadas de salida para aquellos cuya voz sería molesta". Si lo logran, el resultado es "la opresión de los débiles por los incompetentes", en palabras de Hirschman, es decir, la pervivencia de la dictadura con súbditos aparentemente leales o al menos silenciosos. Pero si se eleva el coste de la salida, bien por iniciativa de la dictadura incompetente, bien de la democracia receptora, entonces la frustración puede convertirse en voz. De hecho así cayó, más o menos, el muro de Berlín.

Ahora, ante una reducción de la concesión de visados a cubanos para huir legalmente a Estados Unidos, Castro parece haber percibido que la balanza podría decantarse del lado de la "voz", es decir, del reforzamiento de las protestas y los movimientos de oposición que ya habían logrado una cierta coordinación en los últimos tiempos, y ha optado por una represión preventiva, un escarmiento brutal en forma de largas condenas de cárcel y fusilamientos. Los gobernantes cubanos temen que la restricción de visados estadounidenses "fuerce a la gente a echarse al mar", como ha declarado con toda franqueza el representante diplomático cubano en Washington, y, de nuevo, esta costosa y peligrosa vía de huida genere protestas contra el régimen.

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