www.cubaencuentro.com Lunes, 16 de junio de 2003

 
  Parte 1/2
 
La guerra y la mala idea
La Habana y el monopolio de la desinformación. La batalla gubernamental no se libra en el campo de la palabra, sino en el de la represión y la farsa.
por EUDEL CEPERO, Miami
 

Día a día, el pueblo cubano es bombardeado con mentiras y tergiversaciones trasmitidas durante más de 200 horas semanales por tres canales nacionales de televisión y 15 canales provinciales que cubren el 93 por ciento del territorio nacional. A lo anterior debe sumarse seis estaciones nacionales de radio, 19 estaciones provinciales y 36 emisoras municipales, así como 93
Familia cubana
Familia cubana: En el campo de batalla de la desinformación.
estudios de radio diseminados por todo el país, más una emisora internacional de onda corta. Una red que cubre el archipiélago y trasmite diariamente 899 horas de continua desinformación.

La prensa escrita del régimen cuenta con tres periódicos nacionales, 15 periódicos provinciales, unas 30 revistas nacionales y otras 170 de diversos temas, además de cinco agencias de prensa. El poder mediático del castrismo tiene fuerte presencia en Internet, donde posee 18 periódicos digitales, 27 emisoras de radio y una decena de revistas, así como numerosas páginas Web, hasta superar las dos centenas.

Para diseñar programaciones, horarios, temas, noticias, artículos y editoriales, la maquinaria castrista de la desinformación utiliza todo tipo de encuestas, incluidas las llamadas "de estado de opinión de la población" —que son llevadas a cabo por los militantes del partido comunista en forma secreta—, estadísticas poblacionales, perfiles sociológicos regionales, informes de inteligencia, monitoreos constantes de emisoras del sur de La Florida, periódicos, revistas y televisoras internacionales. En resumen, el castrismo posee unos 550 medios de prensa donde trabajan 2175 periodistas a tiempo completo.

Y no es todo. Desde hace décadas la dictadura organiza "círculos de estudio" en el ámbito de núcleos del Partido, sindicatos y organizaciones estudiantiles y de barrio como los CDR, donde en ediciones especiales se discuten los discursos de Castro y las orientaciones ideológicas del partido comunista. A estos elementos deben agregarse los departamentos de propaganda del Partido y la policía política, dedicados a propagar rumores, levantar calumnias y denigrar a los opositores al régimen.

A pesar de esa abrumadora supremacía  mediática, el Gobierno no escatima energías ni recursos para limitar el acceso del pueblo a cualquier medio de información no controlado por su aparato de desinformación. Especial esfuerzo hace por acallar Radio Martí, mediante un sofisticado sistema nacional de interferencia —más efectivo en áreas de alta densidad poblacional—, y otro tanto ocurre con las emisiones de TV Martí dirigidas al occidente de Cuba. Las páginas Web del exilio son también blanco frecuente de ataques cibernéticos, cuestionamientos de sus fuentes de financiamiento, descalificación de sus colaboradores y otras mañas.

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