www.cubaencuentro.com Lunes, 18 de agosto de 2003

 
  Parte 1/2
 
Verano ardiente
Mientras analistas foráneos se afanan en encontrar una lógica a la última oleada represiva desatada por el gobierno cubano, en la Isla pocos duermen tranquilos.
por IVáN GARCíA, La Habana
 

La incertidumbre es para todos. Disidentes como Oswaldo Payá Sardiñas, gestor del Proyecto Varela, Elizardo Sánchez Santacruz, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, reconocen que ni con una bola de cristal en sus manos pueden predecir qué será de sus vidas en los próximos meses.

Policias
Policías durante la última ola represiva: una atmósfera siniestra.

Están al filo de la navaja. Nadie puede asegurar si continuarán en libertad o en los meses venideros irán tras las rejas. Eso solamente lo sabe Castro. Mientras analistas foráneos se devanan los sesos para encontrar una lógica a la última oleada represiva desatada por el gobierno cubano en el marzo negro, en la Isla pocos duermen tranquilos.

Iria González, 60 años, periodista independiente, pasa tranquilos los días en su casa de Santos Suárez, releyendo El alquimista, del brasileño Paulo Coelho, y rezando por los 75 presos de conciencia de la razia primaveral. En particular ora por su amigo Raúl Rivero, poeta y periodista de alto vuelo, que ahora por decreto oficial pernocta a 462 kilómetros de La Habana, en la prisión de Canaleta, Ciego de Ávila.

Iria también reza en su iglesia, San Juan Bosco, por Martha Beatriz Roque Cabello, asidua a la misma congregación católica y residente en la comunidad. Iria no está desprevenida. Tiene preparado un macuto. En cualquier momento tocará a su puerta la policía secreta.

Es la sensación y el ambiente que existe en Cuba en este verano de fuerte sol y abundantes lluvias. Se vive una atmósfera siniestra. Castro y sus medios lanzan campañas, libros y una propaganda dura entre los disidentes y periodistas independientes aún en la calle. Cualquier cosa se espera. Corre el rumor de que próximamente habrá nuevos arrestos y juicios, y que en algunos casos decretarán arrestos domiciliarios.

Los opositores que no fueron encarcelados en marzo están a merced de la coyuntura internacional. Los platos rotos siempre los pagan los más indefensos. La zozobra de la guillotina sobre la cabeza no la padecen sólo los disidentes. Dentro de los diversos escalones gubernamentales cohabita el miedo. Una serie de movimientos se han producido en la superestructura. El alcalde de La Habana, el primer secretario del partido en la capital, y los ministros de Transporte y Finanzas han sido removidos de sus cargos.

Las razones exactas se desconocen, dando pie a especulaciones. Y corre la bola de que habrá más cambios, de ministros, gerentes de empresas, dirigentes políticos y hasta en la esfera militar. Como los medios en la Isla nada informan, los rumores continúan. Y hay quienes afirman que "algo" se mueve dentro del gobierno.

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