www.cubaencuentro.com Lunes, 18 de agosto de 2003

 
   
 
Fuga y rebelión
La historia de la Isla recoge como primera sublevación masiva de esclavos la de Santiago del Prado del Cobre, en Santiago de Cuba, aplacada el 18 de agosto de 1677.
por DIMAS CASTELLANOS, La Habana
 

La colonización y la rebeldía de los negros esclavos son acontecimientos coetáneos estrechamente unidos por vínculos causales. Los negros traídos a Cuba en esa condición, carentes de derechos y libertades, sin contactos con su tierra de origen ni posibilidad de regreso a ella y sometidos a los más crueles tratos físicos, respondieron desde el mismo comienzo de la colonización con la rebeldía.

G Francis
Marcando a fuego a una negra (George Francis Dow).

La segunda carta de Diego Velásquez dirigida a la Corona —con fecha de 1de agosto de 1515— testimonia la presencia en la Isla de negros arribados en los navíos españoles. Los primeros llegaron en la propia expedición de conquista procedentes de la península ibérica; los siguientes, traídos directamente del África. Esa afluencia de seres humanos sobrepasó la cifra de un millón entre el inicio de la conquista en 1510 y la abolición de la esclavitud en 1886.

Una vez en Cuba, despojados incluso de su condición de seres humanos y reducidos a animales o cosas, fueron sometidos a un proceso de deculturación que los obligó a asumir nombres ajenos y a olvidar su lengua, sus dioses y sus costumbres para ser empleados en las más rusticas labores productivas. Todavía en el siglo XIX se podía leer en periódicos anuncios como los siguientes: "Se venden cuatro negritos de dos años, hasta la edad de nueve en la cantidad de 550 pesos" o "Se vende un hermoso colgadizo en la calle del rey Pelayo, o se cambia por un negro o negra aunque tenga tachas...".

La primera y más prolongada respuesta de los negros esclavos a esa deplorable situación fueron la fuga y la rebelión. A la violencia del blanco respondieron con la violencia del negro y a ésta con mayor violencia del blanco, generando una desgarradora y horrorosa espiral de dolor y muerte que duró varios siglos. Las primeras noticias sobre esclavos rebeldes se remontan a 1533, fecha en que fueron descuartizados varios negros cimarrones capturados en las minas de Jobabo, en Oriente, trasladados sus restos a la Villa de Bayamo y colocadas sus cabezas en palos como forma de escarmiento.

Aunque antecedida por algunos hechos de rebeldía, la historia recoge como primera rebelión masiva de esclavos la registrada en Santiago del Prado del Cobre. Este pueblo formado alrededor del descubrimiento y explotación de las minas de cobre de esa localidad cercana a Santiago de Cuba, conocida hoy brevemente por el nombre del metal que le dio origen y por la sede del santuario de la virgen patrona de Cuba: Nuestra Señora de la Caridad del Cobre.

Los antecedentes de ese conflicto se remontan al año 1677, cuando las autoridades coloniales dispusieron desalojar del Cobre a los 275 trabajadores negros que allí vivían y venderlos como esclavos, razón por la que unos cien de ellos se alzaron con garrotes en las montañas vecinas del lugar para defender su libertad.

Posteriormente, el 24 de julio de 1731, varias decenas de años antes de la sublevación de esclavos en Haití, la dotación adquirida para la explotación minera por cuenta del rey de España se alzó nuevamente con sus armas para reclamar el añorado anhelo de libertad. Según el obispo Morell de Santa Cruz —quien como mediador pudo conversar con los rebeldes—, el origen del conflicto provenía del rigor con que los habían tratado. Se violaron todas las normas establecidas que afectaban los días festivos y la atención a sus familias; violaciones que, incluso, afectaban a los negros libres. Narra el Obispo que "…los esclavos tenían un delirio que se limitaba a decir que eran libres y que la real cédula en que eso constaba la habían ocultado los regidores de Cuba". Y agregaba: "a lo corto del entendimiento de los rebeldes se añadía el ansia de su libertad". Por medio del diálogo los alzados fueron llevados al convencimiento de regresar al pueblo hasta que se logró la pacificación el 18 de agosto del mismo año.

La rebeldía de los esclavos del Cobre estuvo presente en las posteriores sublevaciones. En la primera mitad del siglo XVIII se registraron actos similares en algunos ingenios de La Habana; en uno de ellos, en el San Hipólito, fue condenado a muerte el negro criollo Miguel Barrera por incendiar los cañaverales del lugar. En 1795 fue ajusticiado en Bayamo Nicolás Morales; en 1812, junto a José Antonio Aponte, fueron ahorcados en La Habana otros ocho conspiradores negros. Esas continuas sublevaciones alcanzaron el clímax en el siglo XIX con la llamada Conspiración de la Escalera y con la participación masiva de negros libres y esclavos en las guerras de independencia.

A pesar del proceso de integración racial generado por la lucha común en pro de la independencia nacional en el siglo XIX, al comenzar el XX, la radical diferencia en cuanto a instrucción y propiedad entre negros y blancos siguió siendo una barrera que impedía compartir un propósito común que propiciara la participación en la conformación nacional en condiciones de igualdad. Un viejo problema aún no resuelto completamente en el actual siglo XXI.

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