www.cubaencuentro.com Martes, 24 de febrero de 2004

 
  Parte 1/3
 
Rutinas de un ideólogo
El ascenso de Esteban Lazo a la cartera de asuntos ideológicos del PCC: ¿estrategia racial o de continuismo?
por ORIOL PUERTAS, La Habana
 

Casi nadie se sorprendió con los cambios que un mal día del pasado 2003 reacomodaron cargos y funciones dentro de la cúpula del Partido Comunista cubano, el único legalizado en la Isla. Mucho menos que un miembro de la llamada "vieja guardia", como Esteban Lazo, pasara a la cabeza de uno de los frentes más cuidados por el Comandante en casi medio siglo: la esfera ideológica.

Fidel Castro
Lazo junto a Castro. ¿Poder multirracial o el color ideológico al servicio del poder?

Los nombramientos incluían a nuevos primeros secretarios de provincias importantes, como Ciudad de La Habana, La Habana, Villa Clara y Holguín, pero casi nadie les prestó demasiada atención. Lo verdaderamente llamativo volvían a ser los síntomas: se verificaba la continuidad del retroceso, unas semanas después de la mayor ola represiva de los últimos tiempos contra opositores y periodistas independientes.

Lazo personifica como pocos ese retroceso. Algunos apuntan que si ha sobrevivido a tantos otoños del castrismo es por las cuotas de razas o sexo que se autoimpone la política de cuadros a ese nivel: negros y mulatos —la condición de libres o esclavos, a diferencia del siglo XIX, se inclina peligrosamente a favor de los segundos, son esclavos del pensamiento único—, y de paso, unas pocas mujeres. Para quitarse de encima algunos cuestionamientos y resolver lo de la cacareada democratización.

Pero el argumento de la negritud es muy débil. Si su ascenso fue posible en esa coyuntura —en verdad, un tanto lento si tomamos en cuenta las décadas en las que Lazo dirigió provincias como Matanzas, Santiago de Cuba y la capital—, es resultado de sus innatas cualidades para acatar, sin cuestionar ni hacer la más mínima sombra, dentro del selecto grupo que se guarda para sí los destinos de la Isla.

Es sencillo desmontar el mecanismo de preferencias establecido por la cúpula. No olvidar la anécdota que cuenta Alina Fernández en sus memorias de hija rebelde de Fidel Castro: en 1980, Jesús Montané, hombre cercano al líder, apostó con datos irrebatibles que Carter saldría reelecto por encima de Reagan en las presidenciales norteamericanas. Inmediatamente después del triunfo del republicano, el Comandante lo nombraba como su asesor político.

Las claves para entenderlo mejor aparecieron recientemente en una extensa entrevista que Esteban Lazo concedió a la maltrecha revista Bohemia, en su primera edición del presente año. La foto de rigor lo muestra hundido tras un enorme buró y ante el típico retrato de un Castro sonriente, menos senil que en la vida real. El monólogo que Lazo entrega a los lectores es el mayor compendio de malas noticias que un dirigente —después del Comandante y sus discursos— puede prodigarnos en los inicios de otro año arduo. Y para más inri, demuestra que la capacidad del castrismo para generar nuevas consignas y lugares comunes sigue intacta.

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