www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/2
 
¿Prostitutas o jineteras?
Violencia contra las cubanas: La dolarización de la economía ha convertido la prostitución en el trabajo por cuenta propia más rentable del país.
por ILEANA FUENTES, Miami
 

"¿Decente? ¿Quieren que yo sea decente? ¿Y qué resuelvo con los 160 pesos que yo gano? ¿Qué resuelve mi novio con sus 200 pesos? No alcanza ni pa' pagar el alquiler. Nadie puede vivir en este país con un sueldo decente, cuando un refresco te cuesta un peso, un batido te cuesta tres, y un pan con una lasca transparente de jamón cuesta lo que yo gano limpiando pisos en un hospital?".

Playas
Jinetear: ¿delito en Cuba?

La cubana que concedió aquella entrevista es una cubana decente. No se considera puta. Es una jinetera: la que resuelve los problemas de su hogar lanzándose a la calle a resolver como sea. Como bien afirman las compañeras norteamericanas del colectivo internacional USPROStitutes:

"La prostituta es una madre soltera que tiene hijos que mantener; una mujer con un sueldo fijo que corre con el sostén de otros miembros de la familia; una mujer mal remunerada en su trabajo, que tiene que suplementar su escaso sueldo. Es una ama de casa, una mujer que se niega a que la exploten por un sueldo miserable. Una mujer acude a la prostitución por una cuestión de dinero, no de sexo. Si las condiciones económicas básicas de la mujer no cambian, la prostitución seguirá siendo una opción para ella".

La opinión general en Cuba y en el exterior es que la culpa la tiene el régimen, el sistema. Al considerar la violencia contra las mujeres hay que considerar estas circunstancias cubanas como violencia gubernamental hacia ellas. Quién arrincona a un ser humano es responsable de lo que venga detrás. Hay un cierto orgullo en el comandante, quien dijera hace unos años en la televisión nacional que las mujeres cubanas eran muy hermosas, y que si en Cuba había prostitución, las prostitutas cubanas eran las más educadas y saludables del mundo.

La activista de derechos humanos Salomé Hernández declaró hace una década que la prostitución en la Isla "es el resultado de la situación económica, especialmente de la dolarización de la economía". Las razones económicas son una constante universal, pero lo inaceptable es que esté sucediendo en Cuba, país con un 95 por ciento de alfabetización femenina, donde las mujeres son el 47 por ciento de la fuerza laboral y son altísimos los porcentajes de mujeres profesionales y técnicas. En los sectores científicos, médicos y docentes, por ejemplo, las mujeres ocupan entre el 60 y el 70 por ciento de los puestos, aunque no a nivel de la alta dirigencia.

Esa es la triste ironía: que la dolarización de la economía cubana, dictada por el comandante en 1993, convierta la prostitución en el cuentapropismo más rentable del país. Se confirma lo dicho por Marx y repetido por Castro: que la prostitución está y siempre estará relacionada con la pobreza de las mujeres y con su falta de poder político y económico. Como bien lo comenta la crítico y artista conceptual Coco Fusco, habiendo presenciado el jineterismo en las calles de La Habana: "No puede reducirse a la jinetera a un simple discurso de victimización: ella representa la frustración del pueblo cubano ante el colapso del Estado".

En 1960, el gobierno revolucionario cerró los prostíbulos e ilegalizó la profesión de chulo. Pero no ilegalizó la prostitución. Es bien sabido que desde el Ministerio de Relaciones Exteriores se controlaba una red de mujeres informantes —prostitutas de high class a sueldo de los servicios secretos—, en función de espionaje y seguridad. La prostitución de la calle resurgió en torno a los barcos de la marina mercante griega e italiana anclados en el puerto de La Habana en los años sesenta. En 1969 se le aplicaría la categoría de "escándalo público" a la relación mercantil privada más antigua del mundo. Ya en 1987, Juventud Rebelde había reportado la existencia de unas mil prostitutas en La Habana. Pero no fue hasta el Sexto Congreso de la Federación de Mujeres Cubanas, en marzo de 1995, que se reconoció la existencia de la nueva prostitución.

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