www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 2/2
 
Cuba: Política y economía atascadas en el pasado
por MARIFELI PéREZ-STABLE, Miami
 

Enfrentándose a un oscuro futuro

Pocas semanas después, fue anunciada una reestructuración de la industria azucarera, aparentemente una decisión pragmática. Hacia finales del presente año, el 45% de los centrales habrá cerrado y 100.000 trabajadores quedarán desplazados. Dado que la Asamblea Nacional nunca aprobó la libre empresa, tal y como pretendían los reformistas, estos trabajadores deberán enfrentarse a un oscuro futuro, pues el desempleo podrá alcanzar el 12 por ciento. Hasta que no se "reciclen", continúan recibiendo sus salarios completos.

Después de 2000, la economía ha ido de mal en peor. Los niveles de las inversiones extranjeras son bajos, los ingresos netos por concepto del turismo constituyen sólo del 10 al 15% de los dos mil millones de ingresos anuales y la malnutrición continúa en aumento. Las cifras de crecimiento son ilusorias, por cuanto a mediados de los ochenta Cuba dejó de pagar una deuda en divisas de 12 mil millones de dólares. Sólo una fuerte reestructuración puede comenzar a cambiar las cosas.

La terquedad de Castro

La política, sin embargo, interfiere. A diferencia de Deng Xiaoping, Castro nunca pronunciará: "¡Hacerse rico es glorioso!". El Partido Comunista cubano todavía debe convocar a un congreso que debía haberse celebrado en 2002. Pero, ¿para qué reunirse si el Comandante no cede en la economía?

Resulta instructivo contrastar la terquedad de Castro con las políticas de progreso aplicadas en China y Vietnam. Intentar mantenerse en el poder a expensas de la mayoría tiene un significado político totalmente diferente —tanto internacionalmente como dentro del país—, a conseguir hacerlo mejorando los niveles de vida.

Durante la década de los noventa, se normalizaron las relaciones entre Vietnam y Estados Unidos. A mediados de los ochenta, Hanoi, aún bajo el embargo que Occidente le impusiera tras la invasión a Cambodia en 1979, lanzó un programa de reformas de largo alcance. Dos millones de víctimas de guerra no le impidieron a la dirigencia vietnamita mirar hacia delante.

Las quejas del gobierno cubano hacia Estados Unidos resultan ridículas en esta comparación. Sin embargo, los altos cargos de La Habana no pueden ni siquiera admitir que también sea responsabilidad de su gobierno suavizar las tensiones entre ambos países. Las reformas propuestas diez años atrás tuvieron su origen en necesidades cubanas, y bien pudieron haber dado lugar a un nuevo modus operandi desde Washington.

Lo que pudo haber sido

A finales de enero el ex primer ministro de Vietnam del Sur, Nguyen Cao Ky, viajó a Vietnam invitado por el gobierno. Era hora, declaró, de lograr la reconciliación y pasar a un nuevo capítulo. Aunque admirable, el hecho de que el disidente cubano Eloy Gutiérrez Menoyo, antiguo residente en Miami, aún luche por quedarse residiendo en Cuba, no puede alcanzar el mismo significado. Todavía La Habana debe pasar página. Tras la muerte de Castro, muchas de las élites actuales bien pudieran verse a sí mismas mirando, desde fuera, hacia el interior de la Isla, y preguntándose lo que pudiese haber sido si, en la década de los noventa, Cuba hubiera abrazado el futuro en lugar del pasado.

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