www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 2/2
 
La verdadera cara
Altos índices de abortos, mortalidad infantil, suicidios, tuberculosis: el descalabro de la salud pública cubana en los albores del siglo XXI.
por LEONARDO CALVO CáRDENAS, La Habana
 

Censura y propaganda

Mientras utiliza con fines propagandísticos los índices de mortalidad infantil —información bien controlada por demás—, La Habana nada dice de las altas cifras de aborto, tanto inducido como espontáneo, que alcanza de manera preocupante a la población femenina adolescente. Ni que decir de las casi nulas referencias por parte de la oficialidad a los índices de tuberculosis y suicidios, que reflejan el retroceso en una enfermedad por años casi erradicada, así como una creciente inestabilidad emocional y espiritual, respectivamente.

Este fenómeno alcanza a veces niveles preocupantes, como ocurrió con la implacable censura impuesta durante años a cualquier información sobre la epidemia de dengue hemorrágico que sufrieron los cubanos a finales del pasado siglo y que implicó una condena de ocho años de prisión para el doctor Dessy Mendosa, por atreverse a cumplir con su deber de decir la verdad sobre el asunto.

El episodio terminó en una campaña que derrochó recursos y propaganda, sin atacar las causas del problema, y redundó en la defenestración del entonces ministro de Salud Pública, a quien no se le permitió hablar ni actuar.

La situación de los discapacitados en Cuba es también sensible y preocupante. El país está muy retrasado en la implantación de mecanismos legales e institucionales de protección a este sector, lo cual se agrava por la profunda crisis económica que pone a estas personas en condición muy vulnerable material y socialmente.

Cuando los físicamente capacitados están impedidos de trabajar, crear y desenvolverse libremente, los discapacitados estarán seguramente desprotegidos aun cuando las cotas de paternalismo populista sean muy altas. La solidaridad que no comienza por la libertad de cada individuo es siempre una mentira o en el mejor de los casos una inalcanzable utopía.

Pero si algo hiere la sensibilidad del pueblo y descubre la verdadera naturaleza del régimen es el injustificado "apartheid médico" que se padece en la Isla. Junto a los ya tradicionales centros hospitalarios exclusivos de la élite gobernante, en los últimos años han proliferado instalaciones para extranjeros a las que los nativos tienen negada la entrada, por su sola condición de cubanos. En las farmacias dolarizadas el gobierno ofrece a sus visitantes los medicamentos de que carecen los cubanos cotidianamente.

Sólo cuando el gobierno deje de ver la salud pública como manipulable propaganda para asumirla como la responsabilidad que debe compartir con toda la sociedad, cuando los cubanos dejemos de ser el objeto pasivo del totalitarismo paternalista, los trabajadores de la salud podrán demostrar sus potencialidades.

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