www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 2/2
 
Sarna con gusto no pica, pero mortifica
¿Índices de desempleo? Ni en las tablas oficiales, ni en los centros de estudios: en el meollo de la picaresca popular, en el hacer y el decir de los cubanos.
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

Como la vara de Hermes

Caso exclusivo, insólito, ya que no puede haber espacio para semejante rareza en ningún otro sitio del planeta, el trabajo asalariado, el empleo, o su remedo, más que como un resorte para el equilibrio económico de la sociedad y la subsistencia individual, parece actuar aquí como la vara de Hermes, que a la vez que neutralizaba a los contendientes, aquietando sus ímpetus con un simple roce, era útil, sobre todo, para la elocuencia, en tanto ayudaba a persuadir a los observadores velozmente, al primer golpe de efecto.

Basta con tener ojos y pasarlos al vuelo sobre cualquier oficina de servicios públicos, cualquier fábrica, obra en construcción, taller, cafetería o comercio estatales, para corroborar aquello que no registran, no pueden registrar las estadísticas al uso: Dos, tres, cuatro empleados apiñados en cada puesto, realizando, o haciendo como si realizaran el trabajo que malamente alcanzaría para uno; gente que desatiende a toda hora su labor por los más diversos e insignificantes motivos; obvia actitud de desapego y falta de esmero ante el trabajo.

Ahora mismo hay en las calles de La Habana una verdadera hemorragia de —digamos— trabajadores con uniforme gris, cuya ocupación se centra en impedir que nazcan mosquitos. Constantemente visitan las casas en equipos de dos o tres individuos. Uno pregunta si hay agua acumulada en barriles, vasos espirituales, macetas con flores, el resto mira y/o anota la fecha de la visita en un papel. Es todo, así trabajan.

Por otro lado están los llamados contingentes y esos grupos que se ocupan de tareas —digamos— priorizadas, en jornadas regulares de diez horas cada día, o más. A las nueve u once de la mañana, a las dos de la tarde, los verás sentados en corro, hablando alegremente de pelota, pero si regresas pasadas las ocho de la noche, podrás hallarlos todavía firmes en sus puestos. A veces reciben la orden de entregar cierta obra en una fecha tope (para saludar la gloriosa efeméride), entonces trabajan día y noche, "adelantando" en dos semanas, ya se sabe cómo, lo que dejaron de hacer en siete meses.

Tendrían que tomar nota los expertos, porque en esto ostentamos otro récord, el del tremendo esfuerzo que necesitamos realizar a diario para pasarnos tanto tiempo sin hacer nada, o haciendo que hacemos, aunque hagamos lo menos posible.

Es que no sólo de abundancia y desarrollo económico vive el hombre. Y total, no es demasiado lo que se requiere para mantenernos vivos. Antes nos lo proporcionaba la Unión Soviética. Ahora, el turismo, las remesas, las corporaciones que operan con dólares. Por cierto, en estos últimos sitios la gente sí trabaja, aun cuando no ganen lo que ganan porque sus ganancias las ganan otros. Pero algo se les pega siempre. Y donde no hay nada, algo es mucho más que mucho.

En cambio, en las otras labores —la mayoría— donde ni algo se pega, con salario promedio equivalente a unos ocho dólares por mes, no nos queda más remedio que armonizar las tomas con las dacas.

Sarna con gusto no pica. Y aunque es cierto que a la larga mina la salud de nuestra sociedad, tendrán que curarla los que vengan después. Hoy, aquí y ahora, estamos demasiado ocupados contando la cantidad de años que faltan para la jubilación.

1. Inicio
2. Como la vara...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Medidas de Estados Unidos y Cuba: Razones y sin razones
MAURICIO DE MIRANDA PARRONDO, Madrid
Sin patria pero, ¿con amo?
JUAN ANTONIO BLANCO, Ottawa
Ficciones
ORIOL PUERTAS, La Habana
Editoriales
Sociedad
Represión en Cuba
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir