www.cubaencuentro.com Martes, 25 de mayo de 2004

 
  Parte 1/2
 
El precio del desprecio
Lo que oculta el diario 'Granma' en su ¿polémica? con 'El Nuevo Herald' sobre la Internet en Cuba.
por ORIOL PUERTAS, La Habana
 

Los medios cubanos han vuelto a la carga con el tema de Internet. Con su proverbial desfachatez, otra vez niegan lo evidente y continúan sumando razones para ocultar lo que a todas luces el mundo democrático y libre condena: las perennes limitaciones a los derechos civiles que impone el régimen de La Habana.

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Esta vez, el diario Granma responde a un texto publicado en la página digital de El Nuevo Herald, de Miami, donde según el redactor del rotativo cubano supuestamente se intenta, bajo el titular Cuba restringe los teléfonos y la Internet, soslayar hechos significativos ocurridos en la Isla y "desviar la atención del lector miamense".

El "trascendental" hecho no es otro que la "antológica marcha" de más de un millón de personas, según cifras oficiales, en protesta por las medidas anunciadas desde Washington y contra la política del presidente George W. Bush hacia el régimen. El desfile, organizado el pasado viernes 14 de mayo frente a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en la capital cubana, ha sido descrito con los adjetivos más rimbombantes por parte de los mismos medios que ahora tratan de justificar las restrictivas contramedidas tomadas por el gobierno comunista, bajo el pretexto de una amenaza de guerra inexistente. Incluso toman imágenes —evidentemente incompletas y bien editadas, por supuesto— de televisoras extranjeras que cubrieron la marcha y las muestran como "amplia repercusión internacional" de la misma.

Esta vez el articulista de Granma fustiga a El Nuevo Herald por retrotraer un asunto quizás dado por concluido en las esferas gubernamentales y obviar lo que muchos ya saben es una maniobra predilecta de fuerza movilizativa por parte de Castro, quien sí pretende hacer olvidar por escasos momentos el espectro de incertidumbre que se cierne, con mayores bríos, sobre la reprimida población cubana, a partir de la cada vez más angustiosa cerrazón que se vive.

Eso es lo cierto. Y también que Cuba, uno de los primeros países del mundo en extender la telegrafía en 1851, y la telefonía en 1877, además de dar cobijo al italiano Antonio Meucci, precursor del invento de Graham Bell, se aleja cada vez más del concierto universal de naciones que apuestan por la libertad plena del ser humano. Hoy es uno de los países más atrasados del mundo en materia tecnológica, capaz incluso de liderar y proponer iniciativas que extiendan sus políticas restrictivas sobre Internet a aquellos otros regímenes que las consideren adecuadas y legítimas, como sucedió en la pasada Cumbre Mundial de las Sociedades de la Información, celebrada en Ginebra.

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