www.cubaencuentro.com Viernes, 03 de septiembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
El reinado de la doble moral
La polémica sobre las medidas de Bush y Castro: ¿Es justo que los cubanoamericanos apoyen la estrategia del hambre para estimular una rebelión en la Isla?
por CARMELO MESA-LAGO, Pittsburg
 

Las medidas sobre Cuba, recomendadas por la Comisión Powell y aprobadas recientemente por el presidente George W. Bush, tienen como propósito aparente la reducción de los recursos que recibe el gobierno de Castro, a fin de debilitarlo; de la misma forma que las contramedidas adoptadas en Cuba supuestamente son una respuesta al gobierno de Estados Unidos. ¿A quiénes afectarán ambas políticas en la práctica? ¿Pueden ser ejecutadas a cabalidad? ¿Producirán los efectos esperados?

Protestas
Cubanoamericanos. ¿Fin de 25 años de acercamientos con la otra orilla?

La solución, a largo plazo, para terminar la división entre los dos pueblos (no gobiernos) de Cuba —en la Isla y en la diáspora— no puede ser una batalla a muerte entre más de un millón en el sur de la Florida y más de once millones dentro. Lo cuerdo, sensato y humano es la reconciliación nacional, aunque impartiendo la justicia adecuada y con la necesaria reconstrucción de la memoria histórica de la tragedia de los últimos 45 años.

La historia nos ofrece sobre este tema una lección ejemplar. La unificación de las dos Alemania se cimentó en la ayuda que la parte occidental dio durante muchos años a la oriental; esos lazos entre pueblos, familias e individuos se convirtieron en instrumento contundente para derribar el Muro de Berlín y terminar con la división.

En el mismo sentido, las acciones más importantes de los cubanoamericanos para reducir la animosidad entre los dos pueblos, forjar la reconciliación y fomentar la sociedad civil en la Isla, han sido las visitas familiares, las remesas de dinero y el envío de paquetes de alimentos y medicinas. Esos lazos familiares y humanitarios han hecho más para socavar el régimen totalitario cubano que 42 años de embargo de Estados Unidos. Las medidas de Bush erosionan el esfuerzo de un cuarto de siglo en pro de la reconciliación y, en realidad, dan munición a Castro para afianzarse en el poder.

El culpable de la catástrofe

El deterioro económico y social, durante los últimos 14 años, ha sido provocado por la desaparición del campo socialista y por las desastrosas políticas económicas de Castro. Por tanto, darle crédito al embargo por esa situación es ignorar al gran culpable de la catástrofe. Cuba comercia y recibe inversiones de Europa, Canadá, Asia, Oriente Medio y América Latina. Las inversiones en turismo, petróleo y níquel de esos países, así como el suministro de petróleo por la Venezuela de Hugo Chávez, en términos muy beneficiosos, han impedido el colapso de la economía cubana. Y si estas no han sido mayores, es debido a la suspensión y reversión de las reformas hacia el mercado.

El embargo no ha sido ni será capaz de impedir el comercio y la inversión en la Isla. La incapacidad del gobierno castrista para aumentar la producción y las exportaciones (con las cuales adquirir las necesarias importaciones), y el enorme y creciente déficit en la balanza mercantil, no el embargo, son las causas que han impedido que Cuba no haya extendido su volumen comercial.

Si 42 años de embargo no han conseguido derrocar el régimen totalitario cubano, ciertamente las nuevas medidas tampoco lo lograrán. Mas aun dichas disposiciones tendrán, por varias razones, escasos efectos económicos adversos para el gobierno de Castro.

El valor de las remesas, estimadas en $1.000 millones anuales, se ha exagerado, ya que varios estudios y una encuesta recientes aportan la fuerte evidencia de que no sobrepasarían los $400 millones. También se aduce que la eliminación de viajes innecesarios de cubanoamericanos a la Isla reducirá el flujo de divisas, pero esto es una minucia, comparado con los casi dos millones de turistas que visitan Cuba y gastan cerca de $2.000 millones anuales.

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