Se suele afirmar que para la solución de las actitudes racistas se necesitan vías educativas específicas. Incluso, se da por sentado que estas constituyen —al menos en teoría— la forma idónea para modificar conductas sociales; sin olvidar que absolutamente todas las formas de comportamiento de la sociedad pasan inexcusablemente por la actitud individual.

Quienes velan por la exclusión política: ¿Rancheadores o cazadores de bandidos?

¿Cómo instrumentar entonces en la Isla un programa educativo de eliminación de actitudes excluyentes?

Se usan los términos "excluyentes", y no "racistas", por cuanto es imposible la supresión de manifestaciones de discriminación racial, si la misma no está inserta en una actitud social de no exclusión a minorías de cualquier tipo.

Es imposible educar a un pueblo en sólo un segmento de tolerancia, así como enseñar el respeto y la tolerancia selectivas sin que exista un conocimiento profundo de las magnitudes de los problemas, ni figuren las herramientas sociales para abordarlos.

En algunas naciones que han afrontado problemas similares de discriminación racial se han adoptado medidas legales. De las cuales parecen ser una copia lejana las nuevas disposiciones del gobierno cubano —o sea, técnicamente, de la "discriminación positiva".

El jueves 13 de febrero de 2003 un despacho de prensa del corresponsal de la BBC en La Habana, abordaba el tema de la discriminación racial, la situación de marginalidad y las medidas adoptadas por el gobierno cubano: "Estos planes han beneficiado fundamentalmente a los jóvenes negros, que combinando esta vía con el trabajo en la educación o la seguridad social se aseguran los estudios superiores sin pruebas de ingreso…".

Ello evidencia la adopción, por parte del gobierno, de criterios de discriminación positiva, pero sólo de manera aparente, porque en medio de esta campaña han logrado simular que el problema de la discriminación racial recae sobre un segmento de la población, desentendiéndose de su política excluyente y obteniendo, de paso, las alabanzas de algunos sectores de la oposición interna.

Además, dirigen esa masa juvenil hacia dos sectores en crisis: el educacional y el de los servicios de seguridad social, desvinculados con las áreas emergentes de la economía y en los cuales el gobierno ha tenido siempre dificultades para formar técnicos y profesionales.

El despacho de la BBC se refiere a los Cursos Emergentes de Formación de Profesores y a las Escuelas Formadoras de Técnicos en Trabajo Social. Ambos con sistemas de continuidad de estudios superiores en los Cursos para Trabajadores (CPT), que nunca han requerido pruebas de ingreso.

'Tu bodega, tu médico, tu jefe de sector policial'

Los cursos de formación emergente de maestros y profesores son práctica común en el actual sistema educativo cubano. Lo relativamente nuevo son los cursos masivos para trabajadores sociales, cuyos lejanos ecos comenzaron en 1989, cuando en la Reunión Nacional del Médico de Familia, la dirección de Trabajo Social del Ministerio de Salud Pública (MINSAP) se empeñó en reproducir el esquema del médico y la enfermera de familia, es decir, del trabajador social de la familia.

Esto se puede traducir en: "tu bodega, tu farmacia, tu hospital, tu jefe de sector policial, tu médico, tu enfermera, tu trabajador social", etc. Técnicamente se denomina "sectorialización de los controles sociales".

En 1997, haciendo uso de los mecanismos de control de la sectorialización, se pudo aplicar en un consultorio del médico de la familia, en Ciudad de la Habana, un Estudio de Funcionalidad Familiar —sin necesidad de autorización por parte de las familias estudiadas—, mediante el simple procedimiento de casar las fichas médicas, sociales y policiales de la muestra seleccionada.