www.cubaencuentro.com Viernes, 19 de noviembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Penumbra total
Robos, carteles antigubernamentales y prostitución: Las calles cubanas se calientan al compás de la crisis eléctrica.
por IVáN GARCíA, La Habana
 

A las siete de la noche, todos los martes, viernes y sábado, se detiene la vida en la barriada pobre de El Pilar, del municipio Cerro, a tiro de piedra de la fábrica de jabones y detergentes conocida como Sabatés. Es la hora del apagón nocturno programado de cinco horas. La gente sale a los portales y aceras y, entre buches de un ron casero infame, intenta aliviar sus penas.

Sin luz
La crisis en imágenes.

Las mujeres comentan del último culebrón televisivo, la carestía de los precios de vegetales, carnes y viandas en el mercado de Cuatro Caminos, o de la necesidad de arreglarse el pelo y ver qué pueden dar de comida a sus hijos o maridos presos. Las más jóvenes y bonitas, con el estómago vacío, hablan de lo bien que luce el vestido de Jennifer López que vieron en un número viejo de la revista Hola, que en Cuba se alquila —a pesar de su evidente retraso— a cinco pesos por día.

Otras parlotean sobre lo guapo que es Brad Pitt, o el marido de Victoria, el futbolista del Real Madrid, David Beckham. Y sueñan, sueñan mucho con —por ejemplo— empatarse con un extranjero de buen billete, no importa si es gordo o viejo, que le cambie el futuro.

Los muchachos de entre 15 y 25 años también quieren escapar en una balsa o hacer compras en El Corte Inglés de Madrid o en una boutique de París, colgados del brazo de una tía con dinero de sobra. Envidian la "suerte" de Dinio o Nilo Manrique, que con su sexo caliente y tropical tienen locas a las mujeres de la farándula en España.

Pero mientras les llega la hora de emigrar del paraíso del socialismo, aprovechan la oscuridad y roban descaradamente, en complicidad con el personal de la fábrica de jabones, sacos y cajas de varios productos.

Mañana, al menos, tendrán dinero. Con los apagones suceden muchas cosas en Cuba. Y ahora —en el siglo XXI, Internet y enseres domésticos de alta calidad—, cuando en la Isla se apaga la electricidad entre siete y doce de la noche, los buscadores de vida, ladrones y prostitutas(os) saben que tienen cinco horas para escudarse en la penumbra y hacer dinero.

Castro tomó nota de los crudos apagones de la década del noventa, donde existían jornadas de hasta 16 horas sin luz. Y la calle se llenó de carteles antigubernamentales, robos y actos vandálicos contra las vidrieras de las tiendas.

Ahora no están apagando La Habana a altas horas de la noche. Pero ni aun así se detiene el festín de los "marginales". En la propia barriada de El Pilar, Tatiana, de 18 años, aprovecha el apagón para en el patio de una escuela hacer el amor, trepidante y sudorosa, a cien pesos la media hora. En otros sitios del país, carteles disidentes, piedras al aire y sonidos de cazuelas en la oscuridad, van conformando un ambiente que podría desembocar en conflictos mayores.

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