« Cerrar | Versión sin imágenes
c u b a e n c u e n t r o . c o m
Encuentro en la red - Diario independiente de asuntos cubanos
Viernes, 24 de diciembre de 2004
 
Sociedad
 
Castigos familiares
El caso de Hilda Molina y el de los hijos del matrimonio Saborit-Argüelles ratifican la perversidad del castrismo en la división de la familia cubana.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami
 

En La Habana, la doctora Hilda Molina desata una crisis diplomática entre Cuba y Argentina por la negativa de Fidel Castro a dejarla viajar a Buenos Aires para conocer a sus nietos y ver a su único hijo, después de10 años de separación.

Niños
Ivana y Yancarlos, hijos de Liuver Saborit y Mayda Argüelles, retenidos en Cuba.

En Praga, Liuver Saborit y Mayda Argüelles protestan frente a la Embajada de Cuba, exigiendo la salida de la Isla de sus hijos, de nueve y dos años, y amenazan con una huelga de hambre si el gobierno no pone fin a 17 meses de separación.

En Miami, a José Cohen sólo le resta esperar un milagro que le permita reunirse con su esposa y sus tres hijos, a quienes no ve desde que abandonó Cuba en balsa, hace más de una década.

Todos ellos ponen rostros actuales al drama que ha devastado a miles de familias durante casi medio siglo de gobierno de Castro. Artistas de la talla de Celia Cruz y Paquito D'Rivera lo padecieron en carne propia en los sesenta y setenta. A La Guarachera de Cuba, el régimen le impidió viajar a la Isla para asistir al entierro de su madre y el famoso saxofonista estuvo separado durante casi nueve años de su entonces esposa y de su hijo.

Por esa época, muchos padres perdieron la patria potestad de sus hijos cuando emigraron. La inexistencia o restricción de vuelos desde Estados Unidos y las dificultades en la comunicación telefónica, acrecentaban la distancia entre los emigrados y sus familias en Cuba. Los contactos con familiares en el exterior estuvieron restringidos para miembros de organizaciones políticas y de masas —esto es, para la inmensa mayoría de los cubanos— hasta la década de 1990.

Temerosos, cientos de cubanos sufren todavía en silencio, mientras les pasa el tiempo sin ver a sus hijos crecer, sin conocer a sus nietos, sin poder acompañar a sus padres en los días postreros.

Mordaza eficaz

El gobierno cubano esgrime la separación familiar como espada de Damocles sobre quienes ya no le son leales, en forma de prohibición de regresar a la Isla o de impedir que familiares de desertores se reúnan con ellos en el extranjero. Es una mordaza muy eficaz: fuera de Cuba, muchos eluden pronunciarse contra el régimen.

Irónicamente, tras su intensa campaña publicitaria en 2000 a favor del retorno del niño náufrago Elián González con su padre en Cuba, la tradicional política del gobierno de castigar a las familias ha quedado al descubierto.

El caso conmovió a la opinión pública internacional y desencadenó consecuencias que el gobierno de Fidel Castro no pudo calibrar entonces: amparados en los argumentos a favor de la reunificación de Elián con su padre, otros cubanos reclaman el derecho a estar con sus seres queridos.

En el sitio http://es.geocities.com/liuver, Saborit y Argüelles trazan un paralelo entre su situación y la de Elián, y recuerdan que el padre del niño náufrago recibió apoyo internacional para recuperar a su hijo. La pareja de asilados políticos apeló a la ONU y al gobierno checo, pero sólo tras la protesta frente a la embajada en Praga, las autoridades cubanas dieron señales de que permitirán la salida de los menores.

"Les dijeron a mis padres que las cosas estarían listas para que puedan viajar después del 25 de diciembre, pero hasta que no lo veamos no lo creemos", dijo Argüelles a Encuentro en la Red. "Hemos sufrido mucho, teníamos todo para viajar juntos, pero ellos (en Cuba) tienen una ley absurda, de que los niños no pueden viajar con los padres temporalmente".

Cuando los abuelos maternos volvieron a gestionar la salida de los menores, "temimos que armaran una historia de abandono, porque les dijeron que había que investigar a través del CDR cómo éramos como padres, y nuestras relaciones con la presidenta del Comité eran pésimas", agregó.

En Argentina, el drama de Molina fue calificado apresuradamente por algún que otro medio local como "el nuevo caso Elián González", pero una repetición de este es improbable, a pesar de que en el país sudamericano el escándalo ya le haya costado el puesto al embajador en Cuba, Raúl Taleb, y al jefe de gabinete de la Cancillería, Eduardo Valdés.

Desgaste sin resultados

"Mi caso lleva probablemente el mismo tiempo o más que el de Molina", comentó a Encuentro en la Red José Cohen, un ex oficial de la inteligencia cubana que llegó a Estados Unidos en balsa, en 1994.

Cohen dijo que acudió al presidente mexicano Vicente Fox —quien intercedió por su familia—, al ex abogado de Bill Clinton, Gregory Craig, a los congresistas Charles Rangel y José Serrano, a los Pastores por la Paz y a la Comisión de Derechos Humanos en Ginebra, entre otros.

"No me queda instancia internacional a la que apelar, y mi conclusión es que a la comunidad internacional no le interesa lo que pasa en Cuba, ni la tragedia de las familias cubanas, las gestiones se quedan a medias".

A raíz del caso de Elián González, Cohen fundó la organización Nueva Generación Cuba-Misión Elián, para divulgar los casos de separación familiar generados por negativas de viaje del gobierno de Cuba. "Hicimos una campaña, armamos una lista, de entre 30 ó 40 casos de gente que tenía visa americana y que no los dejaban salir de Cuba, pero fue más el desgaste que los resultados", recuerda.

Los hijos de Cohen, de 19, 17 y 13 años, viven en La Habana y tienen visa para emigrar a Estados Unidos junto con la madre, desde 1995. El gobierno cubano nunca les ha dado una razón para la negativa de la "tarjeta blanca" o permiso de salida al exterior.

"No existen leyes en un régimen como el de Cuba que impidan la separación arbitraria de las familias, el gobierno deja salir a los familiares cuando le conviene, no hay reglas para eso", señala Cohen.

El "efecto Elián" condujo a la reunificación de algunas familias divididas durante años. En Brasil, gracias a gestiones de la cancillería del país y de las autoridades locales de Campinas, Vicente Becerra y Zaida Jova se reunieron en junio de 2001 con su hija Sandra, entonces de 11 años, tras cinco de separación. Siguiendo una táctica similar, Miguel Soneira —un médico desertor— y Leticia Antigua volvieron a vivir en noviembre de 2001 con su hija Anabel, que estaba en Cuba desde 1998, y en los últimos tiempos de alejamiento de sus padres pasaba por una crisis depresiva.

En Estados Unidos, Luis Grave de Peralta, un físico y ex preso político, estuvo separado desde 1996 de sus hijos Gabriel y César, con quienes se reunió en 2001. El año pasado en Canadá, tras dos meses de intensa campaña de activistas cubanos que tuvo ecos en la prensa nacional, Carmen Llano Ochoa se reencontró con su hijo Alejandro Merchán, a quien el gobierno demoró durante meses el permiso de salida.

Un cerebro propiedad del Estado

En otros casos, como los de Molina y Cohen, el régimen cubano se ha mostrado intransigente.

"Me repitieron que mi cerebro es patrimonio del Estado cubano. Qué cosa tan egoísta, esto se ha vuelto algo irracional", declaró recientemente Molina a una estación radial de Miami. La neurocirujana, de 62 años, fue fundadora del Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN). Recordada por muchos como una jefa implacable, llegó a ser miembro de la Asamblea Nacional, y cercana a Fidel Castro —se rumora además que habría sido su amante—.

Molina se apartó del poder y se refugió en la fe católica, luego de criticar que el CIREN se convirtiera en una clínica sólo para extranjeros y al cuestionar fallas en la ética médica, particularmente en el manejo del tejido fetal humano.

Separaciones forzosas
Náufragas, suicidas y rehenes
Elián y Juan Paulo: ¿Dónde está la diferencia?
El lanzador José Ariel Contreras denuncia represalias del gobierno cubano contra su familia
Exiliados en Canadá protestan diariamente por el 'secuestro' de un niño en Cuba

La prestigiosa cirujana pertenece a uno de los sectores más castigados en los últimos años con la separación familiar: el del personal médico. En 1999, la Resolución 54 del Ministerio de Salud Pública estableció que el personal médico que busque emigrar tiene que pasar de tres a cinco años en la Isla antes de que se le conceda el permiso de salida.

Ante la posibilidad de perder la visa de emigrante y quedar al vaivén de la política migratoria, decenas de familias se han separado, con la esperanza de reunirse después de que la persona que pertenece a los servicios médicos obtenga el permiso de salida.

Hace cinco años, Teresita Reyes, su padre y su hermano, decidieron ir abriendo el camino hasta que la madre, la médica holguinera Delia Teresa Góngora, pudiera unírseles.

En estos días, Reyes, de 25 años, festeja por fin la reunificación familiar. "Fue superdifícil, llegar a este país sola y empezar una vida nueva. Éramos muy apegados, mi hermano tenía 16 años, tuvo problemas en la escuela, se sentía que le faltaba el cariño de ella. Mi padre estaba trabajando para mantenernos y nosotros estábamos casi todo el tiempo solos", cuenta Reyes.

A su madre, de 51 años, "se le nota que ha sufrido mucho", acotó.

Los deportistas —ya sean desertores o presuntos candidatos a la fuga—, en particular los peloteros, han sido castigados también con la separación de sus familias. El lanzador de los Yankees José Ariel Contreras se reunió con su esposa y dos hijas el pasado junio, tras dos años de separación.

Ellas tenían visa para viajar a Nicaragua, pero el gobierno cubano les informó que la salida podría demorar hasta cinco años, "hasta que la gente se olvidara de Contreras", según declaró su esposa, Miriam Murillo. El drama familiar acabó cuando Murillo y sus niñas, de 11 y tres años, llegaron en una lancha rápida a las costas de la Florida.

El entrenador Orlando Chinea protagonizó ocho intentos fallidos de fuga para reunirse en Miami con su esposa y único hijo, hasta que finalmente lo logró en junio de este año, luego de cuatro años sin verlos. Chinea, quien entrenó a peloteros de alto rendimiento, recibió la visa para Estados Unidos junto con su familia, pero las autoridades le negaban el permiso de salida.

"Entiendo lo que debe estar pasando la señora Molina, cuando a uno lo secuestran de esa manera no le dicen nada, los funcionarios intermedios de inmigración sólo dicen que tienen órdenes de arriba. Hice reclamaciones hasta al Consejo de Estado, pero nada", señaló Chinea, quien ha vuelto a entrenar a peloteros en Miami, después de siete años de prohibición de ejercer su oficio en Cuba.

"Ese tiempo de la separación de la familia funciona como un método de tortura, precisamente por eso te atacan por el punto más débil, pero por otro lado te deja cierta compensación saber que al menos te enfrentaste a la arbitrariedad de un régimen tiránico", afirmó.

Otras terribles y calladas consecuencias de la política de separación familiar —matrimonios deshechos, hijos descarriados— aguardan todavía para ser contadas.

 
URL
http://arch1.cubaencuentro.com/sociedad/20041225/b42a0d2400d4ab9228e80e5b10080381.html
 
(c) 1996-2005 Asoc. Encuentro de la Cultura Cubana
http://www.cubaencuentro.com/ | Email: enlared@encuentro.net