Ejemplos escandalosos

El asesinato —sea motivado por la política, la violencia familiar o las actividades delictivas— es definitivo. Frente a él sólo queda exigir justicia, que pocas veces llega.

Desde 1993, al menos 270 mujeres han sido brutalmente golpeadas, apuñaladas o estranguladas en Ciudad Juárez, México. Los principales causantes han sido la violencia doméstica, el tráfico de drogas y los asesinatos en serie. A pesar de que los asesinos han sido ampliamente denunciados en México y en el extranjero, sólo dos de ellos han sido hallados culpables. Recientemente, un fiscal especial declaró que 100 agentes de la policía y abogados de la acusación —el 40% de aquellos involucrados en la investigación— se enfrentan a cargos de falta de ética profesional.

La violencia engendra violencia, y ningún país en Latinoamérica iguala el índice de víctimas civiles de Colombia en sus cuarenta años de conflicto armado. Durante los últimos 20 años, al menos 70.000 personas —no combatientes en su gran mayoría— han sido asesinadas; más de tres millones se han visto desplazadas; y desde 2000 más de 10.000 han sido secuestradas. Todas las partes contendientes —guerrillas, paramilitares y estos mezclados con las fuerzas de seguridad—, han perpetrado actos violentos contra la población civil.

En sus conflictos aparentemente eternos, todos han esgrimido como armas, cada vez con mayor frecuencia, el abuso y la mutilación sexuales. Las mujeres afro-descendientes, indígenas y campesinas son particularmente vulnerables. Las fuerzas paramilitares son los predadores sexuales más frecuentes. El castigo a la mujer por supuestamente haber colaborado con las guerrillas, la obligación de comunidades enteras de abandonar una región o, sencillamente, la profanación del "honor del enemigo" constituyen las razones más comunes.

Asimismo, las guerrillas han violado a las mujeres para someter a la población civil de los territorios bajo su control. De alguna manera, todos los combatientes armados han forzado a mujeres y niñas a la esclavitud sexual para su placer y el de sus jefes.

La violencia contra la mujer no desaparecerá pronto. Constituye la manifestación más extrema de antiquísimas desigualdades que han propiciado la dominación del hombre. Pero a medida que la idea de la igualdad de géneros se ha ido filtrando en la conciencia de hombres y mujeres, los gobiernos y las organizaciones internacionales han ido adoptando medidas para ampliar y asegurar los derechos de la mujer. Es esperanzador, pero no suficiente.

Afortunadamente, las sociedades abiertas y la sociedad civil internacional (cada vez más poderosa), han proporcionado amplias oportunidades y medios para que tanto hombres como mujeres reclamen justicia y responsabilidad. Entretanto, sin embargo, mujeres y niñas seguirán siendo asesinadas, violadas o mutiladas.