www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
   
 
Vigencia y realidad
A 12 años de la publicación del mensaje de los obispos cubanos 'El amor todo lo espera'.
por OSCAR ESPINOSA CHEPE, La Habana
 

El mensaje de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba: El amor todo lo espera (I Corintios 13,7), del 8 de septiembre de 1993, hoy puede considerarse un documento de la historia cubana. La grandeza y el valor de un documento está en dependencia de la prueba del tiempo. La inmediatez, aunque estuviera impregnada de atractivos sorprendentes, en modo alguno garantiza la trascendencia si no pasa el filtro de los años.

Fieles
Fieles cubanos rezan en una iglesia de La Habana.

El mensaje que vio la luz el Día de la Caridad del Cobre, madre de los cubanos y símbolo de la identidad nacional, recogió la triste situación de Cuba en todos sus multifacéticos y contradictorios aspectos, con una prosa clara y un lenguaje fraternal dirigido a todos los cubanos, los de adentro y los de afuera, gobernantes y gobernados, creyentes y no creyentes.

Cuando se relee ahora este magistral texto, encontramos que están absolutamente vigentes los problemas enunciados y las soluciones propuestas de amor y reconciliación entre los cubanos. La única diferencia es que las dificultades han alcanzado niveles extraordinarios en estos doce años. Asimismo, no existe otra opción posible en el escenario actual que la concordia y el diálogo para enfrentar los graves retos que enfrenta la sociedad.

Además, el documento se caracteriza por sus posiciones incluyentes. Cita concepciones de personalidades como Gandhi y clásicos del socialismo para respaldar la argumentación; disposición que habla muy alto de la mentalidad abierta y plural de los redactores.

La visión presente en todo momento, es que el hombre debe constituir el centro de todos los problemas; precisamente, la persona humana es el tesoro más grande que posee Cuba. Algunos soslayan este punto de vista, mediante la utilización de aspectos como la política, y como sucedáneos usurpadores de la cuestión central de la sociedad, "ponen la carreta delante de los bueyes", según se dice popularmente.

¿Soluciones o distorsiones?

El mensaje, en el Punto 35, recoge la recomendación siguiente: "Más que medidas coyunturales de emergencia, se hace imprescindible un proyecto económico de contornos definidos, capaz de inspirar y movilizar las energías de todo el pueblo".

Hoy, con más urgencia se necesita este proyecto integral de desarrollo. Desafortunadamente, se visualizan más "parches" y programas, algunas veces gigantescos, sin ninguna interconexión con el resto de los sectores y ramas económicas, y que, como en el pasado, en lugar de dar soluciones a los problemas crean nuevas distorsiones.

El documento es imparcial en su análisis y, al mismo tiempo que condena la injerencia extranjera, el embargo económico y otras disposiciones legales lesivas a nuestra soberanía, también, con mucho respeto pero sin merma de claridad, se enfrenta a los que usurpan la soberanía del ciudadano.

En el Punto 46, marca una necesaria diferencia entre términos durante mucho tiempo tergiversados por el lenguaje gubernamental: "El carácter excluyente y omnipresente de la ideología oficial, que conlleva a la identificación de términos que no pueden ser unívocos, tales como: Patria y socialismo, Estado y Gobierno, autoridad y poder, legalidad y moralidad, cubano y revolucionario. Este papel centralista y abarcador de la ideología, produce una sensación de cansancio ante las repetidas orientaciones y consignas".

No menos importante es la defensa que se hace de nuestra cultura e identidad nacional, dañadas por tantos años de crisis, lo cual ha llegado a erosionar lo que pudiéramos llamar el sistema inmunológico de amplios sectores de la sociedad, y el patriotismo de muchos conciudadanos, con todo lo que implica de nocivo para el futuro independiente del país.

El llamado de los obispos, fruto de la milenaria historia de la Iglesia Católica y las tradiciones cristianas del pueblo, una de las bases indiscutibles de nuestra nacionalidad, y patrimonio de todos los cubanos sin exclusión, debería ser nuevamente leído por todos los cubanos de buena voluntad en este duodécimo aniversario de su publicación.

La bondad y la sabiduría contenidas en este texto reconfortan y dan ‡nimos para la continuación de los esfuerzos por alcanzar una Cuba democrática, solidaria y con justicia social, en la cual tengan cabida todas las personas decentes, patrióticas y amantes de nuestro país, independientemente de ideologías y credos, tal como lo propone el relevante mensaje que llama al triunfo del amor.

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