Cartas
www.cubaencuentro.com Miércoles, 26 de marzo de 2003 www.cubaencuentro.com

Encuentro en la Red agradece los comentarios, inquietudes y críticas de sus lectores. Las cartas no deberán exceder las 200 palabras e incluirán el nombre y la ciudad del remitente. La redacción se reserva el derecho de editar o resumir los textos.

Señores: La razón que me mueve a solicitar que me excluyan de su listado de correos es bien sencilla: ningún cubano digno de los que han luchado por la verdadera independencia de Cuba, lo ha hecho al lado de los que siempre nos han despreciado, y todos ustedes juntos no llegan ni a los tobillos del más humilde luchador cubano en cualquiera de sus épocas.

Prefiero vivir desinformado a ser informado por ustedes.

Respetuosamente.
Lázaro Jiménez Molina

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Señora Mestre Vilaboy: Me ha emocionado mucho su enérgica carta al "señor" Hermod. He recibido la impresión de que usted es una comunista de corazón. Usted, pues, merece todo el respeto de la comunidad cubana, tanto los del exilio como los que permanecen dentro de Cuba. Pero para ser digna de todo ese respeto usted debe, como asegura, vivir sin los menores privilegios y con un sueldo de algunos escasos dólares mensuales, cosa que dudo. Usted no debe vivir en una "casa robada" ni formar parte de la "nomenclatura". Cualquiera de estas condiciones echaría por tierra su título de comunista sincera. A mí tampoco me gustan los traidores. Pero parece que usted tiene una definición algo equivocada de la palabra traición. El mayor traidor en nuestra historia se llama Fidel Castro Ruz. Después del 59, Castro prometió elecciones libres y admitió delante de las cámaras que "things change" a un periodista norteamericano. Castro insinuaba de esa manera que la situación había cambiado y él aspiraba a perpetuarse en el poder. Estudié en la ex URSS y, según sus normas y definiciones, debo calificarme como un traidor. Me manifesté abiertamente cuando José Ramón Balaguer llegó a la entonces ciudad de Leningrado a hablarnos (a los estudiantes cubanos) de los peligros de la perestroika. Recuerdo que le pregunté por qué en Cuba se había prohibido la venta de revistas como Sputnik y Tiempos Nuevos. Su respuesta fue que "había que hablar conmigo". Por qué la perestroika era tan "peligrosa" para los cubanos y no para los demás estudiantes, tampoco me pudo responder. Eso sucedió en el año 1989, si mal no recuerdo. Desde ese momento quedó claro en mi mente que ya no tenía cabida en Cuba. El derecho a poder manifestarme y expresarme libremente vale más que cualquier ideología. Y debo añadir que nunca fui militante de la UJC.

Jesús Reina Carvajal

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¿Se imagina Corina Mestre lo que le puede caer encima si tiene valor o le dejan abrir esta página? Habrán muchos que le dirán mejor que yo lo que se merece. No sé su caso particular, pero muchos de los que llama "buenos intelectuales" o algo así, viven a costa de las prebendas que le da Fidel para que le sigan sin preguntar ni dar opiniones. Muchos, como por ejemplo Silvio y muchos otros "grandes intelectuales", viven su vida "dolarizada" de espaldas a la dura realidad del pueblo cubano. ¿Es difícil darse cuenta que la mayoría de la intelectualidad cubana yace bajo la sombra con una frustración aplastante? Su discurso suena a "Mesa Redonda". Es tan anacrónico, suena tan extraño hoy día... Pero no es mi intención ofender, prefiero que me dé la oportunidad de dialogar, porque también soy un producto de la revolución y por ella pude haber dado la vida, las lágrimas se me salían de los ojos cuando hablaba Fidel; creía en la Revolución, pensaba que Fidel era un revolucionario verdadero. Hice quizás más que usted y hoy opino que "nuestro querido Comandante en Jefe" es uno de los grandes dictadores que ha dado la historia, con un carisma memorable. Hay mucho que decir y seguro otros se lo dirán; sólo les pido que no se ofendan por lo que dice y que dialoguen civilizadamente como corresponderá a la futura sociedad civil cubana; claro, si es que le dejan.

Pedro Pérez Arteaga

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Señor Hermod:

Es evidente que bajo ningún concepto debía aparecer mi dirección de correo en su lista de destinatarios. Por alguna extraña, sospechosa o desesperada razón, Sr. Hermod (curioso nombre), acaba de enviarme su libelo y, como siempre sucede, usted viola derechos elementales que incesantemente reclama. Si jamás he solicitado su diario, ¿por qué lo envía? ¿Por qué intenta obligarme a leer la sarta de embustes, tergiversaciones y edulcoraciones que se reseñan en su mal llamado Diario Independiente de Asuntos Cubanos? No acostumbro a escribir pues es una profesión que considero en demasía y para la que no me hallo capacitada, pero resulta que todos los días de mi vida los he dedicado a servir a Cuba y a la revolución, en la que existo, no por educación sino por absoluta convicción, sin haber recibido de ella ningún privilegio material, sólo el gran regalo que ésta me hizo desde el punto de vista espiritual de ser absolutamente libre, sin necesidad de depender de ningún mecenas, benefactor o patrón para el que tenga constantemente que hacer groseras concesiones.

Nací 5 años antes del triunfo de la revolución, y gracias a algunos de los benefactores (¿o debía llamarlos sponsors?) de su diario tuve que salir de Cuba en el año 58, meses antes del triunfo de la revolución, porque un degenerado asesino llamado Esteban Ventura Novo torturó a mi padre, por el único delito de tratar de impedir que la lista de 20.000 muertos que ya tenía en su haber Fulgencio Batista, siguiera creciendo, y que los 6 millones y tantos habitantes de aquel entonces encontraran un poquito de paz para criar a sus hijos. El día 8 de enero de l959, día luminoso en que Fidel y los que bajaron de la Sierra entraron en La Habana, donde nací, pues soy habanera, regresaba felizmente a Cuba con mi madre y mi padre ya restablecido, después de 8 meses de exilio. A partir de ese momento he vivido gracias, por y para la revolución, y por supuesto, sin tener ninguna vocación mortuoria, espero morir en la revolución. Por principios éticos elementales en los que fui educada y de los que estoy absolutamente convencida desde muy temprana edad, sirvo a la revolución y nunca he sentido la necesidad de recibir a cambio más que las bondades sociales, políticas y espirituales que la misma me ha regalado. Resulta indecoroso que intente usted que pierda mi tiempo, precioso por demás, para trabajar por mi patria y por mi revolución, en la lectura de su famoso o más bien infundioso periodicucho.

Por suerte esta sociedad me ha permitido convivir con intelectuales y artistas que son inmensos ellos mismos, por cubanos y por (mal que le pese, Sr. Hermod) revolucionarios consecuentes; artistas e intelectuales que aún en los momentos más difíciles, hemos seguido trabajando y creando para el tiempo que ha de venir, donde estaremos por supuesto en y junto a Fidel y la revolución.

Sobran razones para que elimine mi nombre de su listín, pues el sólo hecho de haber recibido este periodiquito suyo (por primera y última vez, dada la razón más poderosa que pueda existir, qué no me da la gana, hablando en buen cubano), viola mis más elementales derechos humanos y ciudadanos.

Una última cosa, no me gustan los borrachos, ni los drogadictos y mucho menos los traidores. Al igual que hacían con los actores en la antigüedad, los traidores deberían ser enterados fuera de los muros de la ciudad; el perro que muerde una vez la mano que lo alimentó, se habitúa y pasado un tiempo vuelve a hacerlo infinidad de veces.

Corina Mestre Vilaboy

Hermod es el nombre del servicio de envíos de mail de www.cubaencuentro.com

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Existen momentos en los cuales los sentimientos de rabia e impotencia casi no nos permiten escribir algunas letras, aunque ése sea el oficio. La noticia de que había sido detenido en La Habana el poeta, escritor y connotado periodista independiente Raúl Rivero, es una muestra de que el régimen se ha lanzado a una ola represiva sin precedentes. Se quitaron la careta, se puede decir en puro cubano. Las crónicas que Raúl escribía en estas páginas (y que algún día deben ser recogidas en un libro) tenían el fino humor del sarcasmo, corrosivo sin necesidad de adjetivos.

Tal parece que en La Habana los grandes acontecimientos se producen cuando la atención mundial está virada hacia otros asuntos. Durante la primera guerra del Golfo, murió de "un infarto" el ex ministro de Interior, General José Abrantes, sin duda alguna la pieza clave para demostrar que el narcotráfico estaba bajo la responsabilidad del alto mando y no eran actividades que realizaban por la libre los que fueron fusilados. Ahora se aprovecha de nuevo el ataque contra Irak para desatar internamente una ola represiva brutal, muestra de que las iniciativas de la oposición interna cada vez son más peligrosas para un sistema que se vanagloriade que se basa en el apoyo de "la amplia" mayoría del pueblo. ¡Grande debe ser el descontento de ese pueblo cuando se trata de intimidar a todos con las detenciones de los opositores más conocidos en el mundo!

Conozco a Rivero desde hace cerca de 40 años. Comenzamos la carrera periodística juntos en el diario Juventud Rebelde. El historiador Moreno Fraginals nos confundía de tal forma que cuando yo estaba de corresponsal de Prensa Latina en Vietnam, le decía a Raulito que leía sus crónicas y que era una pena que ahora no pudiera dedicarse a escribir poemas. De pronto, le comentaba:

—Bueno, estás en Vietnam, pero te veo a menudo en La Habana.
Raúl, con ese humor característico, le respondía:
—¿Sabe Moreno? Es que me llaman a cada rato para consultas.

Hacía estallar las carcajadas de todos cuando contaba aquella anécdota. Es duro imaginarlo ahora, en una celda de Villa Marista o de cualquier otra dependencia represiva de la Seguridad del Estado, meciéndose el cabello con su dedo índice y respondiendo a los interrogatorios. Pienso que tenía el presentimiento de que algún día él también podría ser detenido. Tengo la confianza de que está preparado para eso. El hecho de que hayan penetrado en su casa de madrugada, ante la mirada atónita de su mamá Hortensia, de 83 años, es una muestra de la estudiada crueldad del régimen.

Estas detenciones deben hacer reflexionar a los tibios y cómplices por omisión, que todavía simpatizan con el régimen de Fidel Castro. Ya James Carter dijo, días atrás, que estaba "decepcionado" ante la respuesta del régimen a sus propuestas para propiciar un diálogo civilizado en Cuba, entre las autoridades y la oposición. Carter ahora sabrá que la mayoría de las personas con las que se entrevistó están ya en las cárceles del régimen, y la espada de Damocles pende sobre sus cabezas: pueden ser condenadas hasta a 20 años de prisión por "colaborar" con el enemigo.

¿Qué más tendrá que suceder para que los Saramago y compañía reaccionen ante las duras realidades que vive el pueblo cubano? ¿Hasta cuándo la ceguera?

Miguel Rivero

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Acabo de leer Pequeñas nostalgias del castrismo, y me parece una nota pintoresca y refrescante en medio del momento tan desagradable que vivimos entre la guerra en Irak y la ola represiva en Cuba. Me parece desacertado el título del artículo pues la nostalgia no es del castrismo (¡solavaya!) sino de nuestro país, de nuestra cultura, de nuestro humor, nuestra gente. Decir que eso es "castrismo" es hacernos muy poco favor y darle a ese régimen una dimensión que no tiene y que no merece.

A la espera de Vampiros en La Habana (II).

Rosy Pérez

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Para nada considero la nostalgia que tenemos relacionada al "castrismo". El título Pequeñas nostalgias del castrismo, del artículo de Ivette Leyva, no pudo estar más equivocado. Se disfruta mucho, muchísimo, cualquier película cubana que podemos encontrar de nuevo aquí en Miami. Se vuelve a recordar nuestra tierra, nuestra gente, lo que vivíamos y sentíamos cuando por primera vez las vimos a 90 millas hoy de distancia. Y vuelvo a mirar esos "muñequitos" rusos y cubanos, y vuelvo a reírme con la misma ingenuidad de cuando era niña y los veía. Y es verdad que los rusos eran un "castigo", pero de hasta eso tenemos chistes hoy día y nos reímos, y los disfrutamos más. No tiene nada que ver con Castro, con el "castrismo". Qué manía de unirlo y relacionarlo todo a un sistema, a un hombre o a un nombre. Grandes nostalgias de Cuba hubiera sido, sin dudas, un nombre mucho más acertado. Y gracias a todos esos sitios que hay en esta ciudad que nos permiten curarnos de alguna forma.

Ariadna García

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Felicitaciones por al artículo El Paso del Cangrejo, sobre ese sector —gracias a Dios cada vez más debilitado— del anticastrismo rancio de Miami, que no hace otra cosa que hacerle el juego al régimen de La Habana. Enemigos demasiado previsibles, ya es hora de que se den cuenta de lo dañino de su posición, comprensible, sin duda, pero obsoleta. El considerarlos de "línea dura" es un lugar tan común como el de hoy en día las calificaciones de "izquierdas" o de "derechas" en el mundo. ¿De línea dura por ser intransigentes? No, la línea dura es la que está haciendo oposición en La Habana, y también, desde el exilio, la capaz de apoyar a los movimientos de oposición interna, la capaz de ver los puntos flacos del régimen cubano, y no la de bailar a su son, siempre con respuestas del mismo tipo, inocuas y desastrosas de cara a la comunidad internacional.

Muchas gracias,
I.L. Santos, Italia.

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Me acerco a Encuentro en la Red por vez primera y me anima el apreciar el tratamiento de los problemas de nuestra Cuba desde ángulos que nos dignifican como pueblo, con una cultura que puede preciarse de estar a la vanguardia del pensamiento social, no sólo en el ámbito latinoamericano sino, de seguro, a escala mundial. Agradecería infinitamente que el diario dedicara una serie de artículos (merecería una sección fija) al pensamiento pedagógico cubano, creo que es uno de los bastiones de nuestra cultura. Podría resultar de gran interés que ampliara la información que ha brindado sobre el salón de la fama del deporte cubano. Desde ahora propongo que en una próxima selección sea considerado Miguel Ángel Moenck.

Atentamente,
Carlos García

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Acabo de leer el artículo La duda de George, de Jorge Ebro, y coincido en que Contreras está pasando por un momento de grandes cambios, donde debe "aprender a lanzar" prácticamente para entrar en este nuevo mundo, muy distinto a donde él había pasado su carrera; que es muy probable que comience la temporada en la AAA y hasta esto le puede ser muy conveniente; y que finalmente deberá imponerse en la Gran Carpa. Solamente no estoy de acuerdo en que Shea Hillebrand, quien acaba de terminar su temporada de Novato en las Grandes Ligas, pueda catalogarse como "uno de los más experimentados bateadores de Boston".

Sin más,
Raúl Ávila

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