Cartas
www.cubaencuentro.com Viernes, 29 de julio de 2005 www.cubaencuentro.com

Encuentro en la Red agradece los comentarios, inquietudes y críticas de sus lectores. Las cartas no deberán exceder las 200 palabras e incluirán el nombre y la ciudad del remitente. La redacción se reserva el derecho de editar o resumir los textos.

El artículo La soberanía flotante de Puerto Rico, sobre Puerto Rico y Cuba, es admirable por su profundidad de razonamiento, pero clamo para que se añada al análisis el famoso poema de Nicolás Guillén "Tengo": "Tengo, vamos a ver/ lo que tenía que tener". Que fue un canto político de los primeros años de Castro para embaucar, pero que la realidad de hoy desmiente. Hoy los cubanos son discriminados en su propia tierra: no pueden ir de mar en mar, de ola en ola libremente, porque la propiedad "privada estatal" les prohíbe lo mejor de sus playas destinadas al turismo extranjero, engrosando los bolsillos de los "dirigentes" que sí viven como Carmelina. De igual forma, el cubano de hoy no puede ir a cualquier hotel para una habitación, eso también les está vedado. Esa realidad que se oculta, que se calla, que no se divulga, no creo que ningún puertorriqueño la quiera para su patria y sus paisanos. Y eso sólo es un botón de muestra de la verdad de la vida cotidiana en la Cuba de hoy. La libertad e igualdad que describía Guillén es menos que una fantasía o utopía, simplemente fue un soberano y doloroso engaño a todos los cubanos, fue parte del queso en la ratonera para encerrarnos en la jaula en la que hasta para viajar los súbditos tienen que pedir permiso al gobierno. Evidentemente, el "hermano mayor" canta cantos de sirena al "hermano menor". Ojalá nadie más naufrague estrellándose contra las rocas persiguiendo el espejismo de una falsa playa paradisíaca. En realidad, selva llena de bestias insensibles al sufrimiento ajeno, reclamando perpetuamente sacrificio de los de abajo para beneficio de los de arriba, mostrando sólo la inalcanzable zanahoria.

MSC

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Opino que el señor Armengol ha puesto el dedo sobre la llaga; realista y con los pies bien puestos en la tierra. El cubano de a pie no entiende de Derechos Humanos, no sabe qué es libertad de expresión y similares postulados que se manejan de cara al extranjero por los grupos disidentes; al cubano de a pie, el pueblo de Cuba, háblenle de falta de comida, de falta de agua, de condiciones deplorables de vivienda, de toallas, colchones, de ropa interior, de insalubridad, de pobreza extrema…

Yo me quito el sombrero ante el coraje y el valor de los grupos disidentes para enfrentar en suelo cubano la ira del dictador, pero estaría bien tuvieran en cuenta de alguna forma estos criterios que pudieran convertirse en la estrategia efectiva a seguir para extirpar de Cuba ese cáncer llamado Fidel Castro. Su discurso el 26 de julio es el anuncio de lo que les espera a estos valientes hombres y mujeres, a los que todos debemos apoyar en la medida de nuestras posibilidades.

Pedro Pérez Arteaga,
La Habana

Referencias
La batalla por la calle
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Hasta dónde puede hundirse un país y hasta dónde la desidia y la ignorancia de la gente pueden ser cómplices de tanta degradación en ese país que pudo ser, imaginado por Rafael Rojas en La sed de lo perdido. Leyendo La mentira más grande he recordado mis primeros años como aficionado a lo prohibido, sintonizando Buenas noches, América, por aquel entonces la única fuente alternativa de información.

Mientras tanto, en las escuelas nos engañaban impunemente con la Crisis de Octubre y el bloqueo militar, "valientemente roto por la Unión Soviética al frente del Campo Socialista". Mi madre se encargaba de recordarme que en la Isla habían misiles atómicos soviéticos y que esos barcos habían venido a recoger lo que años antes sembraron en complicidad con el castro-guevarismo. Gracias a Leonardo Calvo Cárdenas he recordado a aquellos pobres ignorantes amigos del barrio que nos acusaban de "gusanos" y nos increpaban con disparates como estos: "que si nosotros nos íbamos al Norte, viviríamos entre ratones y en la suciedad". Luego vinieron los viajes de "la Comunidad" y comenzaron a caer los mitos. Muchos de esos amigos se fueron al Norte.

Cierro los ojos y se suceden en mi memoria el Mariel, los "actos de repudio", la CUJAE, Radio Martí, la Perestroika, Willy Chirino, Criterio Alternativo, el Maleconazo, Guantánamo, los cuentapropistas, Carleton University, Concilio Cubano, Elián González, la Cumbre Iberoamericana en La Habana, el Proyecto Varela, James Carter en la Universidad de La Habana, el Premio Sajarov a Payá, la Primavera Negra de 2003, la APSC, el petróleo de Chávez y "el cuadro se sigue cerrando". Como decía mi padre: "para soportar esto (aquello) hay que tener corazón de cordero y cerebro de mono". Mi padre nunca capituló y descansa en La Habana.

Luis Casacó,
Montevideo

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Hubiera deseado enviar esta nota al señor que firma como Enrisco en Encuentro en la Red, pero no conozco dirección a donde dirigirla. Por ser un artículo publicado en su revista entonces me dirijo a ustedes.

Mi propósito es señalar una oración discriminatoria y fuera de contexto en el artículo Lisandro, el terror de las letras, publicado el 22 de julio 2005. La oración es: "En los años sesenta y setenta trató de ser el mejor escritor de su país (tarea ardua para él, incluso nacionalizándose hondureño)".

Yo soy cubano-hondureño, y esta oración me parece realmente indigna de aparecer en una revista de alta calidad como la vuestra. Enrisco muestra una desconsideración y discriminación total hacia la cultura de un país que, probablemente, conozca muy poco. Considero totalmente innecesario un comentario de este tipo (trátese de Honduras o de cualquier otro país), y si el señor Enrisco es capaz de hacerlo, no me esperaba que su comentario apareciera publicado en una revista que me ha inspirado, hasta ahora, alto respeto.

Rolando Segura Peña

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Acabo de leer la columna titulada La sed de lo perdido, de Rafael Rojas, y confieso que me ha sorprendido. ¿A dónde iremos a parar si las mentes más lúcidas ceden a la tentación de reducir la historia a la voluntad de un hombre? ¿O es que acaso Rojas de verdad cree que los males de Cuba son achacables sólo al dictador? Es cierto que al final se refiere a los castristas voluntarios e involuntarios, pero ¿es eso suficiente cuando se trata de pensar un fenómeno tan complejo como una revolución? ¿Dónde deja Rojas las demandas históricas de la población cubana en 1959? ¿Dónde la huida en masa de una parte del fermento democrático durante los sesenta? ¿Dónde la resistencia inteligente que desde adentro, todavía hoy, muchos ciudadanos corrientes e intelectuales hacen a las manías totalitarias? Sin hablar de los vaivenes de la política internacional con respecto a Cuba.

Dejemos el berrinche a los politicastros de ambas orillas y concentrémonos en los porqué del deslumbramiento popular con los caudillos, cosa que, llegado el momento, podamos evitar nuevos totalitarismos de un tipo o del otro.

Ricardo Fronesis,
La Habana

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La sed de lo perdido es un artículo tan hermoso como triste. Durante muchos años imaginé una Cuba mejor, una Cuba como esa que se describe. Hice planes para pasar mi juventud en ella. No me norteamericanicé porque estaba convencido de que mi vida, lo que ya fue mi vida, transcurriría allá. Viví para volver. Qué iluso. Se me fue la vida y aquí estoy, en un limbo que casi me atrevería a llamar definitivo. El futuro ya pasó. Sé que podemos soñar cambios, épocas mejores, pero soñándolos, he visto a mucha gente envejecer y morir, a mucha gente cerrar los ojos con el resplandor de esa Cuba, para ellos ya inalcanzable, parpadeando en sus hogares, apagándose en sus velorios, abandonando, cabizbaja, los cementerios.

La sed de lo perdido es una mala sed, porque no hay vuelta atrás y el porvenir no tiene agua suficiente para apagarla. Viví y vivo en un quimera en la que lo más real son los poemas y la música que amo: Zenea, Martí, Eliseo, Cervantes, Lecuona, Sindo, Matamoros, algunas canciones de la primera mitad del pasado siglo, y luego, ciertas costumbres, ciertos rincones de Miami, algunos amigos, la familia, la vocación —siempre azarosa— para escribir, los recuerdos de mi pueblo natal y, todavía, no sé qué estúpida esperanza. Pensándolo bien no es poco, pero no es suficiente para matar la sed de lo perdido.

Sí, es la peor sed.

¿Qué hacer para que los cubanos más jóvenes sepan, mañana, lo que pasó en su país, lo que se trató de ganar y se perdió en él, la magnitud del daño, los nombres de los responsables (porque ninguno, medianamente listo, va a admitir que todo fue obra de un solo hombre), lo que significó esta sed? No lo sé. Pero creo que se trata de una lección que no debemos olvidar, que todo cubano debe y deberá aprenderse de memoria. Es importante que ninguno de ellos viva como hemos vivido tantos: con el futuro a nuestras espaldas, un presente fantasmagórico (por lo sustancialmente provisional) y un pasado cada vez más remoto. Quiero pensar que habrá gente que se encargue de llenar de pequeñas tarjas las fachadas de Cuba, tarjas que digan: aquí vivió Lydia Cabrera, aquí vivió Guillermo Cabrera Infante, aquí vivió Leví Marrero, aquí nació Julio Gutiérrez, aquí nació Cundo Bermúdez, aquí nació Olga Guillot, aquí nació Gastón Baquero, aquí nació René Touzet, aquí nació Severo Sarduy, etc. No creo que veré el día en que esas tarjas se cuelguen, pero desde el más allá estaré haciendo todo lo posible porque la gestión sea exitosa, o aplaudiendo, invisible, en el tramo más soleado de la acera, ya sin sed.

Orlando González-Esteva

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Si Ángel Velázquez Fernández hubiese leído bien el artículo mío que comenta, no habría encontrado en él ningún motivo para acusarme, como gratuitamente hace, de ser indolente ante la muerte de "iraquíes, afganos, vietnamitas y cubanos víctimas de atentados" y de "diferenciar el valor de los muertos, por su color, nacionalidad y forma de pensar". Precisamente, en ese artículo censuro a dos portavoces del castrismo por hacer lo que me atribuye mi lector.

"¿Existen diferencias entre los atentados contra Nueva York, Madrid y Londres y los bombardeos a Irak durante la primera parte de la guerra, por parte de la coalición anglohispanonorteamericana?", me pregunta Velázquez Fernández en la carta que envió a este periódico digital. En primer lugar, la coalición que interviene en Irak está integrada por 32 naciones; en segundo lugar, las tropas españolas no participaron en los bombardeos; y en tercer lugar, sí existen diferencias, la primera de las cuales es que los bombardeos de la coalición fueron selectivos, orientados hacia centros estratégicos militares y gubernamentales —aunque no siempre, como desgraciadamente ocurre en las guerras, se consiguió evitar sufrimientos a la población civil—, mientras que los atentados terroristas de Nueva York, Madrid y Londres se realizaron, en horas punta, en edificios de oficinas, trenes interurbanos, vagones de metro y autobuses de línea, lo cual expresa la voluntad de los asesinos de provocar la mayor cantidad posible de víctimas inocentes (inocentes si no votaron a Bush, a Aznar o a Blair, según la doctrina Frabetti, o si no son de piel blanca y ojos azules, según el código Otero).

Satanismo es un breve artículo de periódico, no un tratado sobre el terrorismo y las guerras de nuestro tiempo. Es abusivo que Velázquez Fernández me acuse, en referencia a ese texto, de practicar el "silencio cómplice" en relación con los múltiples sucesos sobre los cuales pregunta y discurre. Si yo le exigiera a este lector lo que él me exige a mí, le preguntaría por qué, cuando en su carta se refiere a "30.000 iraquíes civiles muertos, también niños, ancianos y mujeres, por parte de la coalición", no se refiere asimismo a los dos centenares de fosas comunes, cada una con miles de iraquíes y kurdos asesinados, halladas hasta hoy y procedentes de la tiranía de Sadam, o a las armas de destrucción masiva usadas por Sadam contra los kurdos y los iraníes, o a la pavorosa cifra de niños, jóvenes, ancianos y mujeres masacrados en Irak, desde el fin de la guerra, por el sadanismo residual y los fanáticos racistas y religiosos en sus ataques a mercados, mezquitas, escuelas y hospitales para sabotear la normalización del país, o… etcétera.

Para mí, tan escalofriante y punible es la voladura del avión de Cubana en Barbados como el hundimiento del remolcador 13 de Marzo, y tanto las atrocidades que se cometieron contra la población civil en la guerra de Vietnam como el atentado a las torres gemelas en Nueva York. Ningún crimen justifica otro. Esta es mi posición ante el terrorismo, expresada en mi artículo. Supongo que es también la de nuestro lector Velázquez Fernández. Si es así, ambos mereceremos la misericordia del Dios que él invoca.

Manuel Díaz Martínez,
Canarias

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Comienzo a sentir que soplan nuevos aires en nuestra revista, por cuanto hay diversidad de criterios y eso la enriquece y la coloca en un lugar privilegiado en la lucha que libramos los que queremos lo mejor para nuestra sufrida patria. Lo más inteligente es borrar nuestras diferencias conceptuales y buscar la unión de los cubanos dentro y fuera de la Isla, sin intervención extranjera, salvo la que se derive de la solidaridad mundial para nuestra lucha. Dolorosamente oigo hablar de exilio histórico, plantados, intransigentes, etc., pero que sólo basan sus llamadas luchas en la intervención norteamericana en la Isla. Cuando se hable de exilio histórico, pensemos en los tabaqueros de Tampa, en José Martí, en Francisco Vicente Aguilera, entre tantos otros que reunían centavo a centavo para liberar nuestra patria del colonialismo extranjero. Mientras hoy oímos hablar con toda tranquilidad como única solución la intervención y no la unidad entre los cubanos. Se impone una plataforma democrática que mantenga los servicios médicos y educacionales, que establezca una república libre y soberana dirigida por cubanos honestos. No queremos ni la corrupción y barbarie del batistato, ni la mentira, el engaño y la violencia del castrismo, sino una república que base sus principios en una constitución verdaderamente cubana y cuyo primer artículo sea la predica martiana: "El culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre".

Daniel Israel Marcos,
Nueva Jersey

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Sobre el artículo Satanismo, ¿existen diferencias entre los atentados contra Nueva York, Madrid y Londres y los bombardeos a Irak durante la primera parte de la guerra, por parte de la coalición anglohispanonorteamericana?

Sí, 30.000 iraquíes civiles muertos, también niños, ancianos y mujeres, por parte de la coalición, en comparación con 3.500 víctimas también inocentes de los atentados, ciudadanos de países con ejércitos que ocupan por la fuerza Estados como Irak, Afganistán y parte de Cuba.

¿Existen diferencias entre los atentados contra Nueva York, Madrid y Londres y las víctimas de la guerra en Vietnam?

Si, 450.000 vietnamitas masacrados, con bombas, napalm, sus campos destruidos con armas químicas (prohibidas). Los muertos estaban en su país, no habían invadido Estados Unidos.

¿Existen diferencias entre los atentados contra Nueva York, Madrid y Londres y los actos de terrorismo contra Cuba?

No muchas. En ambos casos son perpetrados por cobardes sin importarles los civiles. En el caso de los atentados contra Cuba, lo terrible es que son ejecutados por cubanos contra cubanos, apoyados de forma encubierta antes, durante y después de la acción (Posada Carriles, Orlando Bosch) por un gobierno que dizque lucha contra el terrorismo; con el silencio cómplice de cubanos supuestamente ilustrados, con interpretaciones sui generis de nuestra historia.

¿Los iraquíes, afganos, vietnamitas y cubanos víctimas de los atentados no merecen ni un ápice de su indignación? ¿Hasta qué límite su puede llevar el odio político e ideológico, que diferencia el valor de los muertos, por su color, nacionalidad y forma de pensar?

Que Dios, en su infinita misericordia los perdone, porque las víctimas seguramente no podrán.

Ángel Velázquez Fernández

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No puedo evitar destacar la analogía que existe entre las acciones de las Brigadas de Respuesta Rápida y las acusaciones que el señor José H. Fernández lanza en su artículo El cuadro está cerrado. Cuando se refiere a "los del ala rancia del exilio" y lanza acusaciones sin tomarse el trabajo de corroborarlas, está haciendo con palabras, lo que los esbirros de la dictadura hacen con palos, empujones, pedradas y amenazas. Su artículo acusa al "ala rancia del exilio" de tratar de provocar una violenta guerra civil en Cuba que permita a EE UU (no creo que su referencia a "potencias pacificadoras" incluya a México, Haití o Jamaica) intervenir militarmente, que es precisamente lo que ha predicado El Supremo Comandante durante 46 años en el poder. Si substituye su referencia al "ala rancia del exilio" por "la Mafia de Miami", sus acusaciones parecerían haber salido de la boca del mismo Comandante.

Se despide dividiendo a los miembros de la oposición entre buenos y malos. Él se sitúa entre "los buenos" (la mayoría que piensa como él) y no se molesta en explicarnos cuál es la manera "inteligente", "amable" y "saludable" de sacar al Comandante del poder.

Manuel Sánchez,
Silver Spring

Referencias
El cuadro está cerrado
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