www.cubaencuentro.com Viernes, 04 de abril de 2003

 
   
 
Esto sí se llama querer
Grabado en la Isla por músicos de varias generaciones, el disco de Unicornio evoca la obra de un pianista excepcional: 'Lilí' Martínez.
por MICHEL SUáREZ, Valencia
 

Poco antes de morir, el pianista cubano Luis Lilí Martínez Griñán (Guantánamo, 19 de agosto de 1915-La Habana, 17 de septiembre de 1990) confesaría a la periodista venezolana Lil Rodríguez que siempre quiso ser como Chopin: "Tierno frente a la música, dulce frente al piano,
Manolito Simonet
Manolito Simonet.
romántico ante la vida". El homenaje fonográfico que recientemente le ha tributado el sello cubano Unicornio, se acerca con bastante acierto a la filosofía de vida del genial artista de las teclas.

Con el título Esto sí se llama querer, tributo a Lilí Martínez, la casa discográfica ha reunido a un prestigioso grupo de instrumentistas y cantantes de la Isla para evocar la creación autoral y el estilo pianístico del guantanamero. El homenaje fue encomendado al también pianista y compositor Manolito Simonet, una de las personalidades que —sin demasiado ruido— mejor lleva las riendas del son contemporáneo dentro de Cuba. Los arreglos de Simonet, si bien no pueden eludir la información y la academia del presente, respetan en lo esencial el esquema sonoro legado por Lilí. De ese modo han quedado registradas once piezas del catálogo histórico de Martínez Griñán, algunas de ellas olvidadas, o lo peor, atribuidas a otros músicos, como Arsenio Rodríguez o Félix Chapotín.

Esto sí se llama querer agrupa piezas como Para bailar este son, Por no querer trabajar, Sazonando, Juventud de San Leopoldo, Tu cosita mami, Quimbombó y Qué se fuñan. La obra homónima del CD se privilegia con la intervención de Issac Delgado, en una actuación sin alardes vocales de ningún tipo pero eso sí, rebosante de sentimiento y matices interpretativos. Otro que se acerca al bolero es el también salsero Paulo Fernández Gallo (Nos estamos alejando), que interpreta quizá el tema más disidente del disco, al transitar más allá del bolero clásico. Tampoco el pianista se conforma con el acompañamiento habitual del género, y de vez en vez acude a algún breve pasaje jazzístico.

En una producción como la de marras, la interpretación de ese último instrumento tiene connotaciones especiales. Simonet diserta en varios de los "solos", y el no menos célebre Miguel de Armas, más conocido en el ambiente musical habanero por el sonoro mote de "Pan con salsa", protagoniza el virtuosismo sonero en casi todos los cortes del CD. Ambos convencidos de la necesidad de devolver las descargas de piano a la creación cubana actual, en la búsqueda de "un dulce sonido de piano contrapuesto a la agresividad de las trompetas y la percusión", al decir del estudioso Roberto Bello. También los metales regalan la profesionalidad de consagrados como Basilio Márquez, Julio Padrón y Elpidio Chapotín, quienes han marcado una profunda huella en su paso por agrupaciones como Irakere o NG La Banda.

A los vocalistas seleccionados les acompaña el mérito general. Pedro Lugo, El Nene (voz líder de Jóvenes Clásicos del Son), ratifica su fabuloso timbre y sale victorioso en el ruedo de las improvisaciones, junto a sus colegas Mayito Rivera (Van Van) y Sixto Llorente (Manolito y su Trabuco). Fugaz, pero arrasador, es el dúo ocasional de Ignacio Carrillo, Mazacote, y William Valdés Baloy en Aprovecha, pollo, un tema ya reseñado en estas páginas por el colega Lázaro Morell. La nota negativa —aunque no catastrófica— la entrega José de Jesús Hernández, Laíto Jr, con interpretaciones carentes no sólo del "chorro" de voz necesario para emular con los originales en voz de Miguelito Cuní, sino también de la sagacidad improvisadora mínima y la gracia innata de los grandes soneros.

La fiesta concluye con una respetable versión de Alto Songo, el clásico son montuno hecho sobre la base de un estribillo puro y duro, destinado más que nada a la descarga instrumental y la improvisación. Una canción "sin regina", como dijese el investigador y músico Félix Valera Miranda al referirse a los primeros sones que carecían de cuerpo y sentido literario en sí mismos.

Esto sí se llama querer es un álbum que convence. El maestro Lilí, dondequiera que esté, seguramente continuará respondiendo a sus más jóvenes herederos cuando desde el escenario le llamen "La perla de Oriente". ¡Manos al piano!.

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