El Teatro Abanico ha arribado a su primer año de andadura, y lo hace con un saldo artístico más que estimable. Pero sobre todo, lo que más se debe destacar es el hecho de que, gracias al noble empeño de la actriz Lily Rentería, las artes escénicas y la cultura hispanas de Miami puedan contar con un espacio más. El proyecto, sacado adelante contra todos los vientos y las mareas que algo así supone en una ciudad como ésta, iniciará a partir de enero del año próximo una nueva etapa, en la que, además de trasladar la sede a Coconut Grove, pasará a llamarse Academia de Artes y Mentes. Sobre los planes y actividades que desde allí se van a realizar, prometo informar en su momento.
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Estática milagrosa I (Iván Álvarez). |
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Vuelvo al primer aniversario de Abanico. Su directora quiso celebrarlo del mejor modo que se puede hacer: con varias actividades en su local en Giralda 22, Coral Gables. Una de ellas fue la exposición Estática milagrosa, que reúne una docena de fotos de Iván Álvarez tomadas por él en un reciente viaje a La Habana. Hace ya varios años vi una película argentina —de Eliseo Subiela, si la memoria no me falla— llamada Últimas imágenes del naufragio. Pienso que es el subtítulo perfecto que podría llevar la muestra de fotos de Álvarez.
Contrariamente a esa idea de la ciudad como un espacio vital y dinámico, la urbe que se ve en esas estupendas fotos transmite una desoladora impresión de abandono, ruina y destrucción. A diferencia de otros artistas de la cámara, Álvarez no se interesa por las personas que habitan La Habana, sino que concentra más su atención en sus edificios, en esas construcciones que son la imagen viva y elocuente del deterioro de una utopía que, como aquella otra revolución, se fue a bolina.
Piezas como Esto no tiene nombre, Vértigo, Gracias a San Ignacio y Estática milagrosa I hablan de ello, con esa contundente elocuencia frente a la cual las palabras no pueden competir. La última de esas fotos, por cierto, ha venido a adquirir un gran valor testimonial: pocas semanas después de haber sido tomada, ese viejo caserón amarillo, apuntalado por todos lados, se vino abajo, a consecuencia de un aguacero.
Una vez leí que la historia de una ciudad se puede contar a través de sus espacios construidos. ¿Puede hacerse lo mismo a partir de sus espacios vacíos o destruidos? Me temo que no. Así que cada vez será más difícil poder armar la historia de esa ciudad que los cubanos consideramos la más hermosa del mundo.
Iván Álvarez, sin embargo, no puede evitar ver La Habana con la pupila de un artista, y eso lo lleva a descubrir los vestigios de belleza que aún quedan en ese paisaje después de la batalla. En Mourning, por ejemplo, capta una callecita de La Habana Vieja, cuando el sol tempranero comienza a iluminar sus destartalados edificios y atempera un tanto su fealdad con un gracioso tinte dorado. En otra de las fotos, se ve una imagen panorámica de la Catedral, cuya imponente y hermosa arquitectura parece emerger de entre los escombros acumulados sobre los techos. En resumen, unas fotos en las que Iván Álvarez logra conjugar la visión estética y el registro documental.
Como era previsible, el teatro fue una de las manifestaciones que estuvo presente en esta especie de mini jornada con la cual Abanico festejó su primer año. La selección hecha por Lily Rentería fue todo un acierto: invitó a la actriz Grettel Trujillo para que escenificara El enano en la botella, un monólogo de Abilio Estévez (¡otro más!: ahora mismo se está poniendo Santa Cecilia en una sala alternativa de Madrid) estrenado por ella en el 2001 y del cual ha realizado lo que se puede calificar, sin temor a parecer exagerado, como una auténtica creación. Algo que tiene un mérito doble, pues se trata de un texto difícil de representar donde los haya. |