Lunes de Revolución no se mostró ajeno a lo que sucedía más allá del terreno del arte y la literatura. Hechos como la Reforma Agraria, el asalto al Cuartel Moncada, la desaparición de Camilo Cienfuegos, el sabotaje al buque La Coubre, el 1 de Mayo, la invasión de Playa Girón, la intervención norteamericana en Guatemala, el movimiento negro en Estados Unidos, la independencia de Puerto Rico y la situación colonial de África, por citar unos cuantos, fueron objeto de números monográficos. Si sumamos a eso las decenas de trabajos dedicados a temas sociales, políticos y económicos, puede concluirse que Lunes no sólo no estuvo desligado de su momento histórico, sino que además lo reflejó y abordó ampliamente en sus páginas.

Esos y otros aspectos son tratados en la obra de William Luis, quien también analiza cómo Lunes fue convirtiéndose en una revista problemática, cuyas posturas estéticas y normas editoriales independientes la llevaron a chocar en algunas ocasiones con los organismos culturales del nuevo régimen. Todo ello está sustentado en una acuciosa y seria labor investigativa, lo cual avala y da solidez a las ideas que sostiene su autor. Es además un libro escrito con amenidad y con un lenguaje claro, a años luz del plúmbeo estilo académico, lo cual hace que su lectura se convierta en una experiencia iluminadora al tiempo que grata.

Esos y otros aspectos también son amplia y agudamente abordados por la brasileña Sílvia Cezar Miskulin en Cultura ilhada. Imprensa e Revolução Cubana (1959-1961) (Xamã Editora, São Paolo, 2003), una versión modificada de la tesis con la cual concluyó su maestría. Tal como precisa en la introducción, en su libro se propuso estudiar las propuestas de políticas culturales difundidas en esa publicación, que en muchas ocasiones chocaron con las del gobierno y de otros grupos de intelectuales. Para ello, se centró en el análisis de los editoriales y los trabajos ensayísticos aparecidos en las páginas de Lunes, y no en los textos literarios (poemas, narraciones, piezas teatrales).

Miskulin destaca la pluralidad que caracterizó a Lunes, que pese a ser un suplemento cultural no perdió de vista la realidad social y política de la cual sus editores formaban parte. Asimismo, sostiene que la apertura política e ideológica expuesta en el editorial del primer número, se mantuvo a lo largo de toda su trayectoria. Eso hizo que en sus páginas se reflejaran influencias de corrientes tan heterogéneas como el marxismo, el anarquismo, el trotskismo, el psicoanálisis y el existencialismo.

Esa actitud ecléctica, anota, no representó un problema para los editores del suplemento, que siempre defendieron la libertad de creación y la multiplicidad de voces y tendencias de pensamiento. De ahí su rechazo a que en Cuba se adoptaran los dogmas impuestos por la Unión Soviética (William Luis hace en su libro un pormenorizado recuento de todas las polémicas que tuvieron lugar respecto al realismo socialista en el cine).

Eso hizo que Lunes deviniera un espacio de confrontación ideológica, a través del cual se reflejan el entusiasmo y el fervor con que los escritores y artistas cubanos acogieron la revolución, pero también los conflictos y tensiones que empezaron a aflorar ya en esos primeros años. En su libro, Miskulin va mostrando cómo los debates culturales estaban directamente ligados a cuestiones políticas.