Desde todo punto de vista, parece injusto que el béisbol haya sido eliminado del programa olímpico para los Juegos de Londres 2012. El anuncio fue hecho desde Singapur en días recientes, a propósito del Congreso del Comité Olímpico Internacional (COI), y muy rápidamente suscitó ácidos comentarios por parte de funcionarios cubanos.

A la espera de una decisión política: ¿estará Cuba en el Clásico Mundial de Béisbol?

Injusto porque este deporte, luego de muchos años de espera para integrar la gran familia olímpica, comenzaba a ganar muchos seguidores en varias zonas distantes del planeta, donde hace apenas unos años era inimaginable. Y también porque quizás no haya habido un deporte con tanta historia como el béisbol —acaso el rugby, menos extendido— al que le haya costado tanto obtener el visto bueno de los señores encargados de la elección. Todo un siglo demoró en ser admitido, hasta que por fin en Barcelona 1992 se compitió oficialmente. Antes, en 1988, en Seúl, había sido de exhibición.

No cabe dudas de que es Cuba uno de los países más afectados por esa decisión. Además de los miles de seguidores con que cuenta en todas las orillas, están sus innegables resultados en lizas universales. Tres títulos (1992, 1996 y 2004) y un subcampeonato (2000) avalan a los equipos de la Isla en los certámenes olímpicos.

Hasta aquí podrían tener razón quienes desde la Isla consideran una torpeza la exclusión, desde los funcionarios del régimen hasta los aficionados. Los señores del COI basaron su decisión en un argumento rocoso y también cierto: no están tomando parte en el torneo olímpico los mejores peloteros del mundo, y las Olimpiadas son para eso, para acoger a los mejores.

Pero nada es tan sencillo, al menos en el caso del béisbol.

La IBAF, el sepulturero

En primer lugar debe tenerse en cuenta el controvertido papel que ha desempeñado hasta hoy la Federación Internacional de Béisbol, conocida por las siglas IBAF. Fue este organismo y nadie más el causante del pobre espectáculo brindado en la capital griega en las Olimpiadas del verano pasado, donde varios equipos hicieron el ridículo.

La mayoría de sus miembros, con derecho a voto, son oriundos de naciones europeas sin tradición en este deporte. Su eurocentrista y desatinado proceder favoreció la mediocridad de varios equipos del denominado Viejo Continente, en detrimento de la zona geográfica donde se juega, hoy por hoy, el mejor béisbol del planeta: América.

Sólo dos plazas clasificatorias se le concedió a un hemisferio que cuenta al menos con diez equipos con jugadores de alta calidad probada en Grandes Ligas y torneos mundiales: Estados Unidos, Canadá, Cuba, República Dominicana, Venezuela, Puerto Rico, México, Nicaragua, Panamá y Colombia.

Con tal perspectiva y una evidentemente escasa capacidad de diálogo con los dueños de equipos de las Grandes Ligas, este organismo, que dirige desde hace años el italiano Aldo Notari, ha contribuido decisivamente a sepultar, ojalá que temporalmente, las aspiraciones olímpicas del béisbol.