www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
Parte 1/3
 
Carta a Pablo Neruda
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Alopécico y metaforino Ricardo Eliézer Neftalí Reyes Basoalto, Pablo Neruda:

P. Neruda

No sabe lo desesperado que quedé —con esta constitución mía del 40, tan poco atlética— con su canción desesperada. Yo era ingenuo, enfermizo, indeciso y dubitativo. Más lo primero que lo tercero, y menos que lo segundo, aunque tanto como el cuarto y el primero. Me debatía en una duda amarga, donde todo signo de sensibilidad era casi una muestra de que a uno le tocaba "la otra acera", con lo lesbiano que era ya desde temprana edad. Mi ingenuidad tenía visos patrióticos que luego se me fueron quitando —por no volverme un visoso—, pero entonces confundía aquella "boina gris y el corazón en calma" con el argentino que fue a parar a Ñancahuazú, lo que daba cierto daltonismo también a mis percepciones.

Pues bien, al conocerle al borde de su segunda o Tercera Residencia, descubrí mi vena de vate, mi bate versicular, mi arteria trópica, mis células sonetarias, mi irrigación metafórica y, al filo de mi descubrimiento, me entró como una metonimia atemperada y de espinela. A pesar de la evidencia, me resistía a ello. Eran muchos los prejuicios y pocos los beneficios de dedicarse a la poesía y así echar por la borda una vida plena.

Me contenían el ejemplo de un tío mío que había terminado prácticamente soldado a la barra de un bar, y ya era como parte del mobiliario. También me frenaba la adusta sensibilidad de los tenientes, en aquella escuela militar donde descubrí una de mis vocaciones más alegres y contestatarias, y un verso suyo que me tenía confundido en la proa de mi nao, reo en Bainoa, capicúa en Banao.

Pertenecía a uno de sus veinte poemas y decía, muy orondo y oblongo: "Amo el amor de los marineros/ que besan y se van". Como comprenderá, en aquel mundo verde, riguroso y entusiasta, en el que comenzaba a desarrollar mis vértebras metafóricas no era como para abrirse camino besando a marineros que, para colmo, se iban, dejándotela en la mano. Para colmo de mares, otro poema suyo, el de la embarazada, me trocaba los tropos con aquello de: "Desde el fondo de ti, y arrodillado,/ un niño triste, como yo, nos mira". Solavaya.

En la diatriba me posé mucho tiempo. O se era mariquita y besucón de marineros, o niño triste, que se acercaba más a mi condición de becario tirado a mondongo por una madre fervorosa del proceso, que soltó la plancha al primer reclamo de las organizaciones de masa, y que me tenía más verde y arrugado que césped artificial. Si su verso dijera: "Desde el fondo de ti, y muy arrugado…", hubiera sido yo el candidato perfecto a la plaza de niño triste, pero no.

La otra cosa que me mantenía indeciso, confundido y levemente traumatizado tenía que ver con su materialismo dialéctico y el mío, que sería incipiente, pero ya se notaba por debajo del pelo. ¡Qué manera más rara tenía ese feto de estar allí en el fondo de la mujer que amaba! Sería un feto poético y austral y todo lo que quiera, pero resultaba forzado y poco científico.

Sin embargo, le confieso que he vivido peores circunstancias, y le pasé por alto a los detalles, incluyendo la osculadera de marinos. Ya la situación en Cuba estaba como para tener a alguien cariñoso en el mar, así que no le hice ascos. Y reafirmó mi vocación con su postura viril con el feto arrodillado y todo, cuando dijo, versos más adelante, que "por esas manos, hijas de tus manos,/ tendrían que matar las manos mías".

1. Inicio
2. Ese talante...
3. Y he aquí...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Carta a San Fang Kong
RFL, Barcelona
Carta a Tristán de Jesús Medina (II)
Carta a Tristán de Jesús Medina (I)
Carta a la Materva
Olimpiadas 9/11
ENRISCO, Nueva Jersey
Carta a Sarah Bernhardt
RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir