www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de mayo de 2003

 
  Parte 1/2
 
En el Gólgota, sin inmunidad
Adén, Beirut, Bagdad… en lugares de conflicto, las misiones diplomáticas cubanas reciben órdenes de resistir en pie de guerra 'a cualquier precio'.
por ALCIBíADES HIDALGO, Washington
 

A su regreso a La Habana el embajador cubano ante Sadam Husein dijo a la prensa: "Estábamos conscientes de la importancia política y el valor moral de permanecer con nuestra misión abierta en Bagdad".

Bagdad
Plaza en Bagdad. Estatua derribada de Sadam Husein.

Tras la caída de la capital iraquí cinco diplomáticos cubanos, incluido el embajador, partieron por carretera rumbo a Siria sin ser importunados en el camino y de allí viajaron a la Isla, donde se les recibió en un tono más bien bajo, sin condecoraciones ni discursos en plazas públicas. La única nota grandilocuente la dio el propio jefe de la misión, al subrayar que sólo tres sedes diplomáticas permanecían en Irak al inicio de la conflagración. Las calificó exactamente así: "tres grandes potencias: Rusia, un gran país, miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU; el Vaticano, gran potencia religiosa, y Cuba, gran potencia en valor moral y dignidad".

En realidad los rusos partieron ya iniciados los combates en un convoy que tuvo la mala fortuna de caer bajo el fuego cruzado de iraquíes y norteamericanos, lo que redujo a sólo dos el número de potencias representadas en Bagdad por los enviados de Juan Pablo II y Fidel Castro. Una coincidencia que, más que diplomacia, semeja un acto de fe.

La cancillería habanera explicó en medio de la guerra la permanencia de su misión por "una cuestión de principios, a pesar de los peligros", y advirtió que EE UU —tenía que ser— era responsable de las vidas de los diplomáticos cubanos. Otras 60 naciones con embajadas en Bagdad prefirieron responsabilizarse por las vidas de los suyos y ordenaron su retirada ante la inminencia de la guerra.

Entre sus postulados de política exterior, la isla sitiada reclama de sus diplomáticos la disposición al martirio en muy diversas circunstancias. La demanda puede estar justificada por razones evidentes, como fue el caso del asedio a la misión cubana en Santiago de Chile, en 1973, tras el golpe militar de Augusto Pinochet.

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