Existen circunstancias en las cuales se puede aplicar aquel viejo refrán que dice: "Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde". Tal puede ser la lección que puede sacarse de una reciente encuesta, realizada en 17 países latinoamericanos, y que reveló que mientras el 53 por ciento de los consultados cree que la democracia es la mejor forma de gobierno, sólo el 28 por ciento expresó estar satisfecho con ese sistema.

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Otra incongruencia es que mientras el 64 por ciento de los latinoamericanos cree que la democracia es el único sistema que permite a un país alcanzar el desarrollo, al 54 por ciento de ellos no le "importaría que un gobierno no democrático llegara al poder si pudiera resolver los problemas económicos".

No resulta nada difícil imaginar la cara de satisfacción que la lectura de este informe debe haber provocado en "demócratas tan convencidos" como Fidel Castro y Hugo Chávez.

La directora de Latinobarómetro, Marta Lagos, comentó acerca de la encuesta: "¿Es fuerte decir que la gente es cínica? Yo destacaría la gran distancia que sigue habiendo entre lo que opina la gente y lo que opinan los políticos, y la falta de capacidad de autocrítica de los políticos sobre su propio proceso".

Aquí está el quid del asunto. En realidad, los políticos latinoamericanos, en mayor o menor escala y dependiendo de los países, han defraudado a los electores entre escándalos de corrupción, veleidades, demagogia y promesas incumplidas.

En la misma encuesta, hay un aspecto que resulta importante para calibrar el estado de espíritu de los 1.000 habitantes por cada país que respondieron a las preguntas. Es que el 54 por ciento de los latinoamericanos dijeron que temían ser despedidos de sus empleos en los próximos 12 meses. "Así no hay forma de estar satisfecho con el sistema democrático", opinó un analista internacional en el foro Nuevas fronteras en la reforma del Estado, donde fue presentado el informe.

Cuba es el único país de América Latina donde actualmente no rige un sistema democrático de gobierno. Partido único, falta de separación entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, control absoluto de los medios de comunicación y falta total de libertad de asociación, son algunas características del régimen de Castro.

Habría que observar cómo reaccionarían si tuviesen que vivir bajo un régimen como el cubano, los mismos latinoamericanos que se muestran tan insatisfechos con la democracia. Un régimen donde, supuestamente, existe el pleno empleo, que propala a los cuatro vientos sus "grandes logros" en la educación y la salud pública, pero donde ni siquiera la miseria es repartida de una forma justa y equitativa. En realidad, intelectuales latinoamericanos que han vivido en Cuba, como Mario Benedetti y Eduardo Galeano, prefieren seguir defendiendo desde lejos "la revolución", aunque no resistirían vivir en la Isla como ciudadanos comunes. Son los invitados VIP. Por cierto, cada vez son menos los que se apuntan hasta para esas visitas.