www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 1/2
 
¿Iván contra Castro?
Huracanes y espectáculo: El arte de obtener réditos políticos pasando por encima del miedo, la indefensión y la angustia de los ciudadanos.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

Que en Cuba lo único que funciona bien es la Seguridad del Estado y la previsión contra fenómenos naturales, no es noticia. No hace falta enviar lanzas contra la ONU porque felicite al gobierno cubano por sus actuaciones ante el huracán Iván. Sino, en todo caso, matizar que en un Estado policial como el de la Isla, la evacuación es obligatoria y su incumplimiento es penado por la ley; además de que la excesiva militarización de la sociedad cubana prácticamente reduce a cero cualquier iniciativa individual que tienda a desoír las orientaciones oficiales. Algo así como lo que ocurría en la dictadura de Franco: España era un país de bajo perfil delictivo. ¿Por qué?

F. Castro
Fidel Castro, José Rubiera: ¿el show meteorológico? (Reuters).

En cualquier caso, las experiencias organizativas en la conformación de órganos para tiempo de catástrofes, los ejercicios preventivos y los estudios para casos de emergencia son fáciles de exportar. Lo complicado radica en que en un sistema democrático la capacidad de los órganos represivos —entiéndase policía, servicios secretos y ejército— siempre será limitada, y en el individuo descansa la voluntad de acatar o no las orientaciones contra riesgos.

Sin embargo, de lo que la ONU no puede dar fe es del nivel de desprotección postciclónico en el que quedan sumidos miles de cubanos, a los que el gobierno intenta calmar con todo tipo de "apaciguamientos verbales"; aunque al final les mantenga en albergues, por varios años, sin solución a la vista para la trágica situación material heredada de los meteoros.

Todo eso, más allá de la representación escénica interpretada por Fidel Castro al frente de las emisiones televisivas, cuando lejos de colaborar, estorbaba el trabajo de expertos y meteorólogos. Y lo peor: intentaba obtener réditos políticos pasando por encima del miedo, la indefensión y la angustia de los ciudadanos.

La renuncia a cualquier ayuda proveniente de países que hayan exigido a Cuba respeto a los derechos humanos es quizás la arista más perversa del show meteorológico. Cuando los intereses políticos se anteponen a la práctica humanitaria, cuando la tozudez unilateral y el orgullo evitan que las víctimas sean auxiliadas, se pone de manifiesto en su total dimensión el grado de decrepitud de un líder político y de una "revolución" que —antes que ceder a supuestos principios— prefieren ver convertirse en no-personas a los sujetos que teóricamente "liberó".

En el año 2001, después del terremoto que dejó centenares de muertos en El Salvador, el entonces presidente de ese país, Francisco Flores, enemigo acérrimo de Castro, aparcó toda diferencia política para recibir ayuda material y el envío de misiones médicas desde la Isla. Castro y Flores habían protagonizado sólo un año antes una virulenta discusión en la X Cumbre Iberoamericana de Panamá sobre el papel de Cuba en la guerra civil salvadoreña.

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