www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de octubre de 2005

 
  Parte 1/2
 
El encanto de la solidaridad
Ofrecer a los necesitados de afuera lo que claman a gritos los de adentro: La 'inspiración altruista' del gobierno cubano.
por EVA GONZáLEZ, La Habana
 

Solidaridad es, sin dudas, una bella palabra: encierra un significado de amor, desinterés, unión y apoyo; resume en sí los mejores valores del ser humano. Los cubanos, particularmente, han escuchado ese vocablo durante décadas, pero en tan variados contextos y en situaciones tan contrapuestas que se ha llegado a perder la noción acerca de cuál es la verdadera acepción del término.

Medicos cubanos
Médicos movilizados por Castro para 'ayudar' a las víctimas del Katrina.

Haciendo una síntesis, hay que recordar que, en nombre de la solidaridad, fueron enviados soldados cubanos a combatir en Argelia, Etiopía, Congo, Bolivia, Angola, Nicaragua y otros tantos lugares. También en nombre de la solidaridad se han despachado maestros y médicos a los confines del mundo, además de enviar constructores a erigir escuelas, centrales azucareros, aeropuertos…

Solidarios de vocación, en la Isla se ha recibido a un sinnúmero de estudiantes de las más diversas partes del planeta, que se han formado —y continúan formándose— en distintas especialidades de la enseñanza técnica y profesional.

Acaso en los últimos años, sin embargo, se viene produciendo la suprema expresión de la solidaridad cubana, reflejada en la atención médica ofrecida a centenares de venezolanos y que incluye intervenciones quirúrgicas, hospitalizaciones, y servicios de transporte y rehabilitación. Con la garantía de una asistencia profesional de alta calificación, y de la mejor alimentación y excelentes condiciones de alojamiento.

Realmente, la inspiración solidaria del gobierno cubano es tan inagotable y tan proclive al sacrificio, que ofrece a los necesitados "de afuera" lo que claman a gritos los necesitados "de adentro". ¡Sublime gesto de amor al prójimo! Por cierto, si el jefe de Estado hubiese esperado por las capacidades hospitalarias, como cualquier nacional, cuando debió operarse de una rodilla tras su caída del año pasado, hubiese quedado literalmente muy mal parado de aquel accidente.

Piruetas políticas

Pero el ejemplo más conspicuo de la esencia solidaria del gobierno cubano estaba aún por verse.

En septiembre, tuvimos el macabro privilegio de ver —pantalla de TV mediante— las desastrosas consecuencias del paso del huracán Katrina por varios estados del sur de Estados Unidos. Las escenas de la catástrofe que asoló Nueva Orleáns y otras poblaciones aledañas al Misisipi, conmovieron profundamente la sensibilidad de todos. Especialmente de quienes comprobaron, entre sorprendidos e incrédulos, que aun en la meganación, en el país más rico y poderoso del mundo, un desastre natural (pronosticado con suficiente antelación y exactitud) puede provocar centenares de muertos y cuantiosísimas pérdidas económicas.

Ciertamente, resultan justas las críticas por parte de la opinión pública, dentro y fuera de Estados Unidos, a la negligente e irresponsable actitud de la administración de ese país ante la tragedia de centenares de miles de sus ciudadanos. Como igualmente es comprensible la solidaridad que merecen y requieren todas las víctimas (del meteoro y de la abulia de las autoridades responsables de su seguridad, Bush incluido), que como sucede siempre en estos casos pertenecen a los sectores más pobres.

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