Una vez más el gobierno cubano vuelve a confundir límites y conceptos —como siempre, a propósito— con segundas y terceras intenciones debajo del tapete. En breve, la Isla se convertirá en un nuevo estado venezolano al recibir en algunas de sus provincias a varios miles de jóvenes de ese país para formarse como trabajadores sociales en cursos emergentes.

Exportaciones norteamericanas hacia Cuba: ¿Adónde van a parar los alimentos?

Ya no es suficiente la cifra de 10.000 cada 45 días, diseminados por las escuelas formadoras de Santiago de Cuba, Holguín, Villa Clara y Ciudad de La Habana. Ahora, en opinión de Chávez y Castro, es "necesaria" una nueva ofensiva: tomar los centros universitarios, las escuelas de arte y otras instituciones para satisfacer la cifra de 20.000 en cada una de estas y otras provincias.

Un reto semejante altera el ritmo de la Isla, pero todo se programa y proyecta solapadamente, en el más absoluto silencio, sin comentarios ni noticias, como corresponde a los cuestionables "programas de la revolución", en este caso bajo el hipócrita nombre de "Esperanza Social".

Para semejante gesto con el gobierno de Hugo Chávez, los estudiantes universitarios cubanos y de otras enseñanzas —que verán tomadas sus sedes como escuelas para venezolanos—, terminarán el período lectivo el 30 de abril, dos meses y medio antes de lo previsto por los planes ordinarios del sistema de enseñanza. A contracorriente de un "exitoso curso", los profesores han tenido que condensar clases, adelantar y suavizar exámenes.

Según cálculos de fuentes próximas, alrededor de 100.000 venezolanos estarán en Cuba desde el 20 de junio y hasta el 15 de agosto, fecha que implica la pérdida de vacaciones de los profesores y una gran mayoría de alumnos universitarios, quienes fungirán como maestros y guías de los singulares educandos.

Todos los sitios donde se albergarán y recibirán clases los futuros "esperanzadores sociales" de la tierra de Bolívar, tendrán un oportuno y exquisito remozamiento. Sólo los jóvenes cubanos soportan las infrahumanas condiciones en las que se ven involucrados para estudiar, y vivir en becas —a veces sin agua, carentes de higiene y con la peor de las alimentaciones. Verdades que deben ser transformadas para los visitantes que encontrarán confortables colchones, avituallamientos, limpieza y dietas exquisitas, como ha quedado demostrado desde que se iniciaron los viajes de estudiantes venezolanos a la Isla.