www.cubaencuentro.com Viernes, 09 de septiembre de 2005

 
  Parte 3/3
 
La Isla de la salud ¿ajena?
Exportación de médicos, improvisación profesional e infraestructuras en ruina: El colapso del sistema sanitario cubano.
por MICHEL SUáREZ, Madrid
 

La ley del menor esfuerzo

Las consecuencias van más allá del sentido común. No pueden comparárseles con el cordón de La Habana, la desecación de la Ciénaga de Zapata o la zafra de los diez millones —previos ejemplos de la antología castrista del disparate—, porque esta vez se trata de la salud y la vida humana. Los profesionales comienzan a alarmarse por el grado de "improvisación autorizada" en la atención sanitaria de los cubanos. Ni siquiera se trata del hilo de henequén que inventó aquel pinareño "entusiasta" para sustituir el hilo de sutura quirúrgica biodegradable, en plena crisis de los años noventa. A día de hoy, algunos médicos generales, ante la avalancha de misiones hacia el extranjero de personal calificado, están asumiendo funciones de especialistas, sin la debida preparación.

"La escasez de especialistas es grave", denuncia un galeno matancero. "Los mejores han sido enviados a Venezuela o a países africanos. Ahora hay consultorios que atienden el triple de gente que antes. Lo del médico de las 120 familias parece que pasó a la historia de la retórica revolucionaria", agregó.

Según cifras oficiales, publicadas en el Anuario 2004 del MINSAP, Cuba cuenta con los servicios de 69.713 médicos, lo que posibilitaría —dicho "a voz en cuello" y con mucho orgullo— que hubiesen 62 médicos por cada 10.000 habitantes. Este último dato constituye evidentemente una falacia, puesto que, hoy día, la producción masiva de galenos está destinada a la exportación, como los mariscos y el buen ron. La emisora Radio Habana Cuba informó la semana pasada que 15.000 médicos se encuentran en Venezuela, y que 2.600 cumplen misión en otras latitudes. El MINSAP remata estadísticamente con una cifra incontestable: la Isla presta colaboración en 69 países.

En este curso (2004-2005), las universidades del país tienen una matrícula de 28.071 estudiantes en la carrera de Medicina, que al graduarse pasarán a cubrir plazas locales, para que los de mayor experiencia viajen al extranjero.

En el tema de los recursos humanos disponibles, la complejidad de la capital de la Isla también se hace patente. Incluso, antes de iniciarse las exportaciones de personal médico y paramédico, Ciudad de La Habana ya necesitaba enfermeros del resto del país para satisfacer su demanda. No obstante, la solución de las autoridades ha sido elegir la ley del menor esfuerzo: disminuir a la mitad el tiempo de estudio de algunas especialidades.

"Ahora mismo acaban de reducir la especialidad de oftalmología de cuatro a dos años", cuenta un experto desde La Habana, a quien también le aseguraron que se están preparando médicos de familia para asumir funciones de oculista, "en un cursillo de sólo ocho semanas". Los rumores sobre un plan para continuar recortando el tiempo de formación en las universidades, no paran de rodar.

'Aunque sea para Haití'

Mientras todo esto sucede, Venezuela parece ser El Dorado de los cubanos que buscan alguna entrada de dinero para superar la indigencia material de la Isla, o el puente de escape hacia el exilio. Es el caso de una doctora santiaguera, que presta servicios en una peligrosa zona de Venezuela, pero está dispuesta a "defender" su puesto de trabajo allí, porque no tiene otra opción para ganar dólares y "mantener con dignidad" a su familia.

"En Cuba un médico gana apenas 20 ó 25 dólares al mes. Es un sacrificio grande estar en Venezuela, pero con lo que gano aquí podré vivir un poco mejor". Cuando esta médico general conversa con sus compañeros que se quedaron en la Isla, dice que nota la necesidad que tienen los cubanos de cambiar de aire, de salir a trabajar, "aunque sea para Haití".

A pesar del hacinamiento y la precariedad de los servicios médicos actuales, entre otras cosas por la falta de personal, habrá que preguntarse qué hará el país con tantos médicos, en una situación de futura normalidad, cuando la economía prospere y ya no sea tan "rentable" irse a trabajar a Guinea Ecuatorial o a Burundi.

Sobre esto último, el Premio Nobel de Literatura, José Saramago, tiene otra opinión. Afirmó, durante su visita a La Habana, que en Cuba no hacía falta convocar un referéndum "para ver si están de acuerdo o no con ir a Venezuela, o a Haití, o a donde sea; es como si este pueblo fuera solidario por naturaleza, pero más bien por educación".

¿Cuál de los tres tendrá la clave, la señora de la permuta, la médico de los 25 dólares al mes o el autor de Ensayo sobre la ceguera?

(*) Con la colaboración de corresponsales en la Isla.

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