www.cubaencuentro.com Jueves, 14 de abril de 2005

 
  Parte 2/3
 
Million Dollar Baby: basura trascendente
La última película de Clint Eastwood: expresión simbólica de algún patriotismo, defensa de un cristianismo primitivo y la lucha por la supervivencia del más fuerte.
por NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Hollywood
 

Frankie es un cristiano ferviente —ergo, irlandés— que acude a la iglesia para puyar al cura con preguntas que no tienen respuesta. La vida es como es, rebuzna el clérigo, y el culpable entrenador ignora lindamente que está a punto de chocar con la realísima voluntad divina, crispada en el puño de una mano Todopoderosa.

Habla con ella (en cristiano)

Hace unos años Margaret Thatcher dijo: "Dos veces en este siglo ha tocado a los pueblos de habla inglesa defender la paz mundial en guerras de origen europeo". En el mismo discurso, Lady Thatcher recordó la obligación moral que los pueblos angloparlantes habían contraído con la libertad de "todo el mundo". Cuando Frankie Dunn, el patriota de Eastwood, se encierra en su gimnasio a recitar versos revolucionarios escritos por el poeta de la Renovación Celta; y cuando elige para salvar al mundo a una camarera proveniente de la chusma de Missouri —white trash caídos del Olimpo rockwelliano en el estado orwelliano de Beneficencia—, creemos presenciar la expresión simbólica de algún patriotismo, aunque no sepamos de cuál. Lo que sí queda claro es que esos English-speaking peoples devenidos lumpen de carretera han sido burlados de su capacidad para pelear y defenderse, corrompidos y neutralizados por los efectos narcóticos del Welfare State. I've become confortably numb, nunca mejor dicho, con Pink Floyd.

Maggie despierta en Frankie antiguas ansias de lucha; ella posee el fuego vestal de los elementos bajos. Frankie, a su vez, la saca del estupor proletario y la sube al ring porque descubre en ella, malograda por la "mala educación" de los monteros, aquella capacidad única del anglosajón para defender un título, trátese de la paz mundial, nacional o municipal. Frankie le inculca a Maggie un sistema: compra una casa sin incurrir en deudas, y ese consejo va mucho más allá del mero refranero gringo para aprender sentido común; Frankie está denunciando la concupiscencia, la locura del mundo y, a fin de cuentas, el Pecado, con mayúscula. Frankie le enseña a Maggie la regla de oro del liberalismo, camuflada en proverbios de un cristianismo primitivo.

Resumiendo: Dirty Harry, ya ocambo, busca sucesor. Ha desistido de encontrar hombres de su temple: como él —duro, simple, confiable— no van quedando muchos. Por pura ironía, el destino le manda una muchacha (girlie tough isn't enough, reza el mantra). Tendrá que arreglárselas con ella porque su verdadera hija no le responde, vive en un estado crepuscular anterior a la comunicación verbal o escrita, que prefigura (¡qué poco dura la alegría en casa del pobre!) lo que le espera a su hija de la vejez, a su destiny's child. Aquí, sin embargo, debemos hacer un brevísimo aparte para considerar las verídicas y tristes historias de Superman y de Terri Schiavo.

Sacrobosco

Hollywood es un lugar santo. Tierra Santa sería la traducción correcta: Sacrobosco era el nombre en latín de John of Hollywood, el astrónomo. Eastwood filma al Hollywood atemporal que, en Los Ángeles, está en todas partes y en ninguna. "Hollywood no existe", suelo decirle a los visitantes que vienen a verlo. Si pudiera verse sería en películas, y no se revela sino a una cámara.

Editado y cortado, Hollywood es un bosque de ramas doradas; un bosque de Birnam que los árboles no dejan ver. Como en cualquier bosque sagrado, en Hollywood viven héroes y superhéroes —que últimamente han ido llegando a la edad de retiro—. Las cintas hollywoodenses, ultrasensibles a la decadencia, registraron en obras maestras esos crepúsculos, filmaron el bulevar del poniente y pormenorizaron detalles del invierno termonuclear por el que atravesaban sus estrellas. No hubo espectador impávido ante la tragedia del Superhombre reducido a una silla de ruedas: tumbado del caballo (high horse) de la hegemonía planetaria, Christopher Reeve fue el espejo de la apoteosis y de la caída de América.

Existe un extraño fenómeno que en física cuántica se denomina "entanglement", y en psicología barata "sincronicidad", por el cual un evento ficticio encuentra su exacta correspondencia en la vida real, o viceversa. Así, durante el estreno de El silencio de los corderos tuvimos noticia de un caníbal que asolaba las calles de Milwaukee. La muerte de Superman y la agonía de Terri Schiavo parecen haber esperado por el estreno de Million Dollar Baby para cobrar actualidad simultáneamente.

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