www.cubaencuentro.com Lunes, 13 de junio de 2005

 
Parte 2/2
 
La mirada de Ulises
En su ensayo fotográfico 'Territorio de nadie', Mina Bárcenas recupera espacios públicos habaneros pertenecientes a nuestra memoria colectiva.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Farmville
 

Mas una segunda y más atenta visión permite descubrir los valores estéticos que hay tras esa sencillez, que resulta ser así engañosa. Una excelente guía para esa segunda lectura de Territorio de nadie la aportan las palabras que Juan Antonio Molina escribió para presentarla. En ese inteligente texto, éste señala, entre otros aspectos, cómo Bárcenas establece un diálogo con imágenes que hoy consideramos paradigmáticas, con lo cual su serie viene a ser también una revisión de la fotografía cubana de las últimas décadas: "No hay una de esas fotos que no tenga un antecedente directo o indirecto en la historia de la fotografía cubana de los pasados veinte años". Pero esas revisitaciones, que de ese modo poseen un sentido de continuidad, tienen al mismo tiempo mucho de ruptura, al incitar, como apunta Molina, a revisar críticamente el documentalismo cubano de los años noventa.

Otra clave que facilita el acceso a la serie de Bárcenas la constituyen los textos que las acompañan. No se trata, como es usual, de informaciones adicionales que aclaran un poco más lo que se ve en las imágenes. Tampoco sirven para ubicar con precisión los lugares, ni proporcionan datos relacionados con ellos. Son registros autobiográficos que iluminan sobre la relación de primera mano que la artista tuvo con esos lugares y rincones de La Habana. Se pueden leer como una suerte de apuntes o fragmentos autobiográficos en clave de quien los redactó.

Reproduzco un par de ejemplos para que se comprenda mejor lo que quiero expresar. El primero corresponde a La Tienda: "Una vez al año teníamos juguetes. Durante tres días se repartían. No se reemplazaban. Era julio. Cada familia era un número en una tienda. Cada niño escogía tres juguetes: uno básico y dos adicionales. Yo tenía doce años. Era mi última oportunidad. Y quería una bicicleta". El segundo acompaña a El Malecón: "Borde. No de contención./ Para escapar y saber que volverás, que esos 9 kms. de cemento, diente de perro y azul es lo que recordarás y te harán regresar… para yacer./ Flores a un mito una vez al año. Ofrendas a la diosa./ Chicharritas y kilos prietos./ Una botella de vino búlgaro, un pollo frito y muchos besos./ Un puente./ De La Habana Vieja a Miramar./ Los cuatro. Caminando. Al borde. Zigzagueando. Jinetes sin caballo./ Libres y poseídos".

Señalaba antes que a través de las piezas que integran su ensayo fotográfico se puede trazar o reconstruir parcialmente la biografía de Mina Bárcenas. Ahí están la librería a la cual acudía con frecuencia en busca de alguna novedad; el popular parque en cuyo anfiteatro disfrutó más de un concierto; la bodega en donde su familia tenía asignada la exigua cuota mensual; la céntrica playita con filosos dientes de perro en lugar de arena, pero a la cual era fácil llegar para darse un rápido chapuzón… Mas como resulta evidente, se trata de una biografía que muchos compatriotas de la artista compartimos. Bárcenas ha sabido captar elementos del paisaje urbano que poseen un valor icónico, que son marcas que nos identifican. De ese modo, el itinerario individual de su regreso a la Isla se materializa en una veintena de imágenes que se pueden leer como parte de nuestra memoria colectiva.

Una vez más acudo al texto de Juan Antonio Molina, quien comenta que en Territorio de nadie "rescata una zona de la memoria colectiva y le da un lugar fuera del ámbito oficial". Es decir, en lugar de seguir el ejemplo de otros fotógrafos que trabajan sobre un ámbito privado y, por eso, mucho menos discutido, Bárcenas va al espacio público y lo recupera del control institucional, "para recolocarlo en el territorio de la memoria personal y colectiva. O sea, que no expresa el sentimiento de pérdida propio de la nostalgia, sino más bien un sentimiento de apropiación. Y desde este punto comienza a ser entendido como un trabajo contestatario". Todo ello, en resumen, confirma algo que antes apunté acerca del trabajo de Mina Bárcenas: su engañosa sencillez. Por el contrario, estamos ante una obra conceptual y estéticamente compleja y elaborada.

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