www.cubaencuentro.com Viernes, 22 de julio de 2005

 
Parte 2/3
 
Polemiza, que algo queda (V)
La elegancia y la corrección caracterizaron la polémica que Fernando Alonso sostuvo con Gastón Baquero en 1951.
por CARLOS ESPINOSA DOMíNGUEZ, Nueva Jersey
 

Finalmente, Baquero se refiere al peligro que corre quien accede a complacer ciertas debilidades del público. Un público que con su ovación, conduce paulatinamente a los artistas a sustituir la danza por el asombroso ejercicio de acrobacia. "Esa buena señora que dice: 'míreme, estoy erizada', cuando Alicia Alonso baila El Cisne Negro, conspira contra el arte, sin saberlo, tanto como si colocase bajo los pies de la artista pedazos de jabón". Y concluye: "A una bailarina de tercera clase, no le diríamos jamás esto que dejamos dicho a Alicia Alonso. Por ser quien es, necesita, no el halago tonto, no el incienso que emboba y embota, sino el juicio claro, libre, que nace precisamente de la admiración y del respeto".

Semanas después, Baquero reproduce íntegramente en tres partes la hermosísima carta —así la califica él— que le dirigió Fernando Alonso. Afirma que discrepa con todo lo expresado en ella por el coreógrafo y profesor. Pero reconoce que éste expone sus argumentos "con una exquisita corrección y manteniendo siempre la actitud de quien honradamente cree estar en camino seguro". Añade que, el documento lo ha conmovido, y sostiene que aunque las razones de éste no le han hecho variar su actitud sobre las deficiencias de los espectáculos reseñados por él, considera que "iluminan tan a fondo las raíces de esas deficiencias, y muestran una tal disposición de espíritu, que no dejan lugar a engaño sobre la conciencia que Fernando Alonso tiene sobre la importancia de su misión y los peligros de subordinación a circunstancias extra-artísticas".

Fernando Alonso inicia su carta expresándole a Baquero el interés y la sorpresa con que ha leído su artículo. Interés, porque sugiere muchas cosas dignas de tener en cuenta; sorpresa, al notar que quien siempre había pertenecido al grupo de personas identificadas con los ideales del BAA, se muestra ahora "muy distante de nuestra obra y del curso que ha seguido nuestra Compañía". Expone luego que, a pesar de que los encargados de la crítica teatral incurren a veces en errores capitales, nunca le ha parecido bien polemizar con ellos. El de Baquero, sin embargo, es un caso bien distinto, "no sólo por su dedicación, sino porque ha sido siempre amigo comprensivo y aclarar conceptos con usted no sería nunca tarea ingrata sino todo lo contrario".

Lo primero que quiere corregir a Baquero es su afirmación de que el gobierno "ha volcado sobre el Ballet Alicia Alonso una fortuna". Explica que en 1948 el doctor Aureliano Sánchez Arango ofreció a la compañía una ayuda de 15 mil pesos, a través de la compra de tres funciones. Esa suma se redujo en la práctica a 12 mil, que recibieron cuando estaban realizando una exitosa gira por Centro y Sur América, en calidad de Embajada Artística del Gobierno de Cuba. Entre diciembre de 1949 y junio de 1950, el BAA brindó funciones públicas gratuitas por todo el país y viajó a México con carácter oficial. En cambio, el Ministerio de Educación sólo les concedió ayudas esporádicas por unos 8 mil pesos. Y en el año fiscal 1950-1951 recibieron 35 mil. Es decir, concluye Alonso, que "en tres años de labor incesante, de divulgación continua y realmente popular el BAA ha recibido aproximadamente 76 mil pesos, mucho menos que lo que recibe en un año la banda de música del Estado Mayor del Ejército (100 mil pesos)". Sobre ese aspecto, Fernando Alonso concluye: "Si usted compara estas cifras con las recibidas por instituciones similares dentro y fuera de Cuba, no tendrá otro remedio que reconocer con nosotros, que hemos realizado un verdadero milagro".

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