www.cubaencuentro.com Miércoles, 28 de mayo de 2003

 
   
 
¡A la reja!
por LáZARO MORELL, Madrid
 

Si Mil veces falsa trata de abandonos, El penado arrepentido aborda el inefable tema de los tarros. Aquí la dramatización es total, hasta el punto que el comienzo es una verdadera radio novela, que he transcrito tal y como aparece grabada por La India de Oriente y el Trío la Rosa. A diferencia de la anterior, pero profundizando aún más en las convenciones de ese curioso machismo latinoamericano, en el que siempre ronda un Edipo, "ella" no es la mujer, sino la madre que acude a ver a su hijo a la prisión y a quien "él" le pide disculpas por su pequeña falta: el asesinato de su mujer y del amante de ésta. Hay elementos muy interesantes, como cuando "ella" (es decir, la madre) afirma: "Sí, ya sé, que con otro la encontraste/ entregada con delirio y emoción…", que por la precisión pareciera culpable de rascabucheo o, como le dicen ahora, voyerismo. También resulta curiosa la perspectiva de la señora, para quien la víctima no son los muertecitos ni el penado, sino ella misma, la pobre. O cuando él afirma muy convencido: "La experiencia hoy me hace ver/ que no se debe matar". No está bien, vaya.

El penado arrepentido
Walfrido Guevara

Se escucha una introducción de guitarras, bongó y maracas que termina abruptamente.

Efecto:
(Primer plano y a ritmo con acompañamiento anterior)
Tolete que recorre las rejas de una prisión.

Policía:
(Primer plano)
¡Penado 83!

Penado:
(A fondo)
¡Aquí!

Policía:
(Primer plano)
¡A la reja, que tiene visita!

Efecto:
(Primer plano)
Se abre celda.

Ella:
¡Hijo mío!

Penado:
¡Madrecita!

Comienza la canción con la voz, a la que se suma inmediatamente el acompañamiento, con los instrumentos ya mencionados.

Yo que luchaba con energía (Él)
por verla siempre feliz,
nunca pensé, madre mía,
que se burlara de mí.

Pero una tarde, (Coro)
muy fatigado
de tanto trabajar,
dejé el trabajo para irme a descansar.

Sí, ya sé, que con otro la encontraste (Ella)
entregada con delirio y emoción,
sin siquiera recordar que tú existías,
que ella era tu única ilusión.

Entonces la mataste, lo confiesas,
dices que por amor y dignidad.
y no piensas que tu madre de tristeza
por tu culpa de angustia morirá.

Calla calla madre mía, (Coro)
que comprendo tus razones.
Te suplico arrepentido,
viejita, que me perdones.

La experiencia hoy me hace ver (Él)
que no se debe matar.
Si nos traiciona un querer
otro debemos buscar. (Coro)

Se repite desde:
Sí, ya sé, que con otro la encontraste… (Ella)

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