www.cubaencuentro.com Jueves, 13 de noviembre de 2003

 
  Parte 1/3
 
El vuelo de Melisa
La novela 'Gata encerrada', de Daína Chaviano, ilumina otros rumbos para la narrativa cubana, además de ratificar la madurez total de su autora.
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

Un espectro atraviesa las sombras retintas de La Habana. Es Melisa, paso sin huellas, esencias transmigradas, cuerpo como el de la güira: tripas por dentro y nada más. Al igual que los primeros estoicos, ella decidió exprimirle el sumo a la verdad. Y ahora se ha ido con lo único que es verdadero y trascendente, el alma, dejando un organismo vacío, dado a pasearse por las calles, reflejado tal vez en miles, cientos de miles de otros perfiles jóvenes que enhebran sus propias fantasmagorías y asumen mal que bien su desolada condena.

Gata encerrada

Desde que leí La caña rebelde, de Nina Berberova, vivía penando al creer, ingenuamente, que en la literatura cubana de hoy no se registraban ejemplos como el de esa rusa exquisita, poseedora de un estilo que, como las nubes, oculta toneladas de peso neto detrás de la apariencia más suave. Era sumamente desconsoladora la idea de que entre nuestros novelistas actuales, o al menos entre los más conocidos, no acaba de imponerse la tendencia a mostrar los estragos del totalitarismo no sólo a través del enunciado común, lo anecdótico, las palabras crudas y otros énfasis al uso, sino también como lo hace Berberova, desde las irradiaciones del espíritu.

Por ello quizá resulta tan estimulante la lectura de Gata encerrada,primera novela (y tercera en ser publicada) de la serie La Habana oculta, escrita por Daína Chaviano. Con la aparición de esta obra y con el alumbramiento de su personaje central, Melisa, delicioso ángel de la noche, quedan iluminados otros rumbos para la novelística de Cuba y además se ratifica la madurez total de una autora que desde adolescente desgranó singularidades pero que ahora tensa su arco para remontar el horizonte, al margen de estrecheces patrioteras y folklóricas, aunque con los pies siempre afincados en la tierra que le dio savia.

Aquellos escritores de la Isla que hoy amasan su pan con el recuento chato de nuestras desgracias, y aquellos otros que optan por la triquiñuela, elaborando argumentos que desestiman, evitan toda referencia comprometedora, debieran sopesar por igual la lección de esta novela.

La fantasía, los vericuetos de la mente y las cáscaras del alma, el misterio de la vida como nimbo infinito, los sueños, el amor, la angustia, los suplicios de un karma fatal, son trenzados aquí con pulso de miniaturista chino para recomponer el ambiente de una Habana que sólo parece revelarse tal cual es en medio de la más densa oscuridad, cuando las siluetas de los edificios semejan bestias dispuestas a saltar sobre sus habitantes. No frecuentemente la narrativa cubana de las últimas generaciones ha conseguido denunciar con igual virtud nuestros males y son raras las veces en que logra hacerlo con un aliento poético que es propio de las buenas obras.

En Gata encerrada hay dos niveles de lectura, de la misma manera que hay dos protagonistas, Melisa y las tinieblas. Sólo que ambas forman parte de un ente común e indivisible. Delante, la historia de una muchacha fantasiosa, solitaria, lela, que se extravía dentro de la propia piel, acosada por lo que ven sus ojos y vapuleada por las múltiples reencarnaciones de su espíritu. "No sé quién soy, ni dónde vivo. Ni siquiera estoy segura de mi nombre. ¿He visto el futuro desde algún pasado? ¿O recuerdo el pasado desde mi futuro? ¿Vivo en una isla al borde de los hielos o en un país que hierve con el vapor del trópico? Islas, islas, islas... Como si mi destino fuera siempre habitar en reclusión".

1. Inicio
2. Detrás, como telón...
3. En cambio, Daína se luce...
   
 
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