www.cubaencuentro.com Viernes, 12 de noviembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Una novela hecha de guata
Belén Gopegui y 'El lado frío de la almohada': Endeble historia de espionaje y ridícula novela de amor.
por ANTONIO JOSé PONTE, La Habana
 

Alguna vez Graham Greene imaginó la comedia de un sujeto metido a espía capaz de engañar a sus empleadores con falsa información estratégica. Greene dispuso que esa historia sucediera en Tallin en 1938 y luego calculó cuán poca simpatía iba a despertar un protagonista que, en vísperas de los ataques alemanes, traicionara a su país. Así que terminó por ubicar al falso espía en La Habana de 1958.

B. Gopegui
Gopegui: ¿literatura o camuflaje literario?

En medio de la Guerra Fría, pensó, ¿quién va a considerar como gran tragedia la sobrevivencia o no del capitalismo de Occidente? El espía que no era espía encontraba sitio idóneo en la guerra menos guerra. Sin embargo, tres años después de la publicación de Nuestro hombre en La Habana, misiles soviéticos ponían en peligro desde territorio cubano no ya determinada idea occidental, sino a Occidente mismo. Y la ciudad que sirviera de escenario al novelista inglés se convertía en uno de los centros de gravedad mundial, cobraba importancia decisiva.

Con el tiempo, La Habana perdería esa importancia y, de conservar alguna hoy, ha de ser en el campo de la nostalgia. En el espacio que Belén Gopegui deja a los sueños en su última novela: El lado frío de la almohada (Anagrama, 2004).

¿Cómo no considerar tragedia tremenda la sobrevivencia o no del actual sistema político cubano? A diferencia de Greene, Gopegui se toma en serio a los espías que escribe. En Madrid, gente de la embajada cubana vende a los de la embajada norteamericana una lista de personalidades del gobierno de la Isla que podrían resultar sobornables. Exigen a cambio tres millones de dólares. La lista (se sabe desde el inicio) es falsa, y poco o nada podrá hacerse con tales nombres. Los dólares se utilizarán para comprar equipos de computación destinados a la Isla.

Hay aviso al lector de que tan raquítica operación es lo más incitante que en los últimos veinticinco años han tenido los agentes norteamericanos destinados en Madrid. Podrá entonces imaginarse el aburrimiento padecido durante ese cuarto de siglo. Aunque caben, por fortuna, los líos de amor y las discusiones sobre el futuro de Cuba: El lado frío de la almohada es también una historia de amor y una novela política.

Amén de la venta de información secreta, está en juego en ella el amor entre la cubana que porta la lista apócrifa y el norteamericano del maletín del dinero. Belén Gopegui, que parece haber leído poco a Greene, Ambler o Le Carré, sí que habrá frecuentado las novelas de amor. Novelas rosa, ya que logra sentencias como ésta: "Philip Hull y Laura Bahía se amaron con desesperación". O: "Aquélla fue una cita cabal, porque el amor, que no existe, acoge a los desesperados".

¿Una novela de ideas?

Incapaz de convencer a sus lectores de lo capital de una transacción entre servicios secretos, la autora manda que ambos contrincantes se amen. Enterados de la relación entre Bahía y Hull, los agentes cubanos sólo exigen a ésta que ande con cuidado. En cambio, al estadounidense los suyos le ordenan lo de rigor, que saque información a su pareja. Hull resulta vigilado por sus superiores, Bahía no, y si en la embajada cubana conocen de su lío amoroso es sólo debido a una casualidad.

La pareja habla de abandonarlo todo y queda claro que Mr. Hull dejaría su puesto en la embajada, echaría por la borda su carrera. Pero la compañera Bahía perdería más que él, pues abandonaría su racionalidad, sus ideas. (La parcialidad lleva a Belén Gopegui a violar los rudimentos de la geometría: reunidos tres de sus personajes, "los tres formaban un triángulo del que Armando era el vértice").

Floja novela de espionaje y ridícula novela de amor, la única oportunidad que quedaría a El lado frío de la almohada es la de la novela de ideas. Y debió ser esa la apuesta mayor de Gopegui cuando amantes y espías no hacen más que perorar acerca de la suerte de la revolución cubana.

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