Una de las clásicas descalificaciones que sufrían los demócratas españoles desde las filas del franquismo era que estaban a sueldo de potencias extranjeras y, rizando el rizo, del famoso ¿oro de Moscú? La propaganda oficial sembraba la imagen de que los opositores eran títeres movidos por oscuros intereses de otros países, a los que el Caudillo llamaba ¿caducas y decadentes democracias?

Montaje malvado: Canciller Pérez Roque presenta 'Los disidentes'.

La reunión en Munich de una plataforma de resistentes fue presentada como el "contubernio", y sus participantes encarcelados o desterrados en la isla de Fuerteventura. Del PSOE se destacaban sus lazos con las socialdemocracias alemana y sueca; la democracia cristiana tampoco salía bien parada por su "matrimonio" con sus homólogos europeos.

Muchos exégetas y publicistas del régimen nacido el 18 de julio editaban artículos y libros ¿demostrando? con datos amañados y falsificados la innata maldad de los "rojos" y de sus ¿compañeros de viaje?, y aportando como prueba definitiva la contribución económica que les llegaba "desde el otro lado de los Pirineos".

Y lo cierto es que, en efecto, los grupos de opinión y los partidos, los sindicatos y las asociaciones que defendían en el interior las ideas democráticas, y que mantenían afinidades ideológicas con las grandes corrientes del pensamiento libre que sustenta a la civilización occidental, recibían ayudas económicas desde el exterior para mantener su actividad.

Fue famosa la foto de Olof Palme pidiendo con una hucha en las calles de Estocolmo. Los dirigentes canarios de UGT recibieron de manos del ex ministro del SPD Han Mathofer, ilustre huésped de San Agustín, una estupenda multicopista, que permitió una mayor presencia de la Unión en las paredes de las islas.

Esta técnica denigratoria ha sido muy común. Todos los dictadores la han utilizado; como la usa en la actualidad Fidel Castro, para lo que se sirve de profesores, periodistas, escritores y mamporreros del pesebre, que hacen la vista gorda a los sufrimientos del pueblo y se prestan a darle cobertura a la gran mentira de una revolución que al cabo de unos pocos meses de iniciada ya se traicionó a sí misma.

Uno de los casos de perversa tergiversación de las realidades es el de una periodista (sic) y escritora que ha estado recientemente en el Archipiélago canario en visita pastoral al servicio de la última de las dictaduras de América, una de las más crueles y cínicas que sobreviven en el mundo.