El 1 de enero de 2004, en el país "donde más se respetan los derechos humanos" —según proclama el gobierno de Cuba—, al celebrar un acontecimiento tan relevante para Fidel Castro como el triunfo de la revolución de 1959, nada más lógico que conceder una amnistía para todos los presos políticos, y en particular para los 75 prisioneros de conciencia detenidos en marzo por el delito de expresar sus ideas.

Fin de año en la Isla: ¿Algo que festejar?

No llegaron a dos los años pasados en la cárcel por los asaltantes del Cuartel Moncada, durante la tiranía de Fulgencio Batista. Entonces se escuchó a la opinión pública nacional e internacional y al Congreso de la República. Evidentemente, eran entes que actuaban con total independencia.

Los hombres del Moncada fueron confinados en la prisión de Isla de Pinos. Compartían celdas y, aunque su dirigente principal estaba aislado, podían recibir visitas, cocinar sus platos preferidos, tomar bebidas, fumar habanos, realizar peñas de estudios políticos y hasta sacar manifiestos.

En cambio, los 75 detenidos en marzo de 2003 están aislados o hacinados con presos comunes de alta peligrosidad. Adolfo Fernández Saínz fue brutalmente golpeado hasta perder el conocimiento, y Ricardo González Alfonso estuvo en huelga de hambre del 8 al 24 de diciembre pasados, por sólo citar el ejemplo de dos de los periodistas independientes presos.

Ese último día me permitieron visitar a Oscar Espinosa Chepe. Desde el 23 de noviembre no había noticias de él, a pesar de su delicado estado de salud y de que los prisioneros confinados en las celdas de la sala de la Seguridad del Estado del Hospital Carlos J. Finlay tienen visitas una vez por semana.

"¡Depende de cómo Miriam se comporte!", fue la respuesta a la solicitud de la familia de visitarlo el día de su cumpleaños, el 29 de noviembre; o para conocer sobre su estado de salud y sostener correspondencia.

Como el mes pasado fuimos a averiguar, dijeron que suspendían la visita. La concedieron una semana después de pasar el mes. Por tanto, en diciembre no molesté a la Seguridad del Estado en ese sentido. Su madre, de 95 años, esperó ansiosa.

Al vernos, Chepe sonrió feliz, pues él desconocía cuándo sería la visita. Lo mantienen desinformado para aumentar su ansiedad. Nos contó que, bajo severas medidas de seguridad, lo llevaron el 15 de diciembre al Hospital Ameijeiras para realizarle una tomografía (TAC). Incluso, le impidieron mirar hacia los lados cuando era trasladado en el vehículo.