www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de enero de 2004

 
   
 
San Juan: Lo cool y lo nice (I)
por EMILIO ICHIKAWA MORíN
 

En el recientemente conmemorado aniversario cuarenta del asesinato del presidente J. F. Kennedy, muchos periodistas y escritores expresaron, junto a las dudas sobre los resultados de la comisión Warren, sus opiniones conclusivas sobre la personalidad del político norteamericano. La mayoría, según se pudo pulsar, lo hizo en sentido favorable.

JFK
J. F. Kennedy: inteligente, buen tipo y cool.

Se dijo que era inteligente, buen tipo y, además, cool, lo que le convertía en una versión quizás deseable de un católico en el poder. En la mayoría de las evocaciones escritas y fotográficas publicadas, se presentó a un Kennedy siempre sonriente, irónico, ecuánime, presto a salir de cualquier enredo con un sofisma gracioso. Con un quite saleroso, para decirlo a la manera del arte taurino andaluz.

Kennedy, quien había sido cool al prometer en Miami, tras la invasión de Playa Girón (o de Pig Bay), que devolvería una bandera cubana en La Habana cuando Castro cayera, consagraba con estos lances histriónicos el tipo de político carismático de corte actoral, que serviría después de eficiente modelo a Clinton en el ámbito demócrata, y que no siempre manejara con éxito Reagan en el republicano. La razón de esto se encuentra en que mientras Reagan fue un actor-político que se tomaba su guión bastante en serio, Clinton fue un político-actor verdaderamente cool. El asunto Lewinsky está plagado de instancias "cúlicas" tan sonadas, que alcanzan el rango de precedentes jurídicos de la nación casi a nivel de filosofía del derecho.

En un singular artículo publicado por el escritor cubano Vicente Echerri en El Nuevo Herald, de Miami, se narra una anécdota que confirma la saga cool dejada por el estilo de gobernar del presidente Kennedy. Resulta que tras su muerte, en una sala de espera del afamado aeropuerto de Nueva York, la revista Times publicaba una foto del personaje con un pie óptimo: JFK. Un niño que andaba por allí, que alcanzó a ver la página, le comentaría a su madre: "Mira, mami, ese señor se llama igual que el aeropuerto".

Es cool ir suave por la vida ("ah..., ya tu sae"), no coger lucha con las cosas duras y navegar sin líos entre la desgracia. Un viejo amigo tenía una versión muy cool de un conocido lema de la policía de tránsito de la Isla. Él decía: "Me da lo mismo que crezcan los niños o que crezcan los accidentes". El lema original, como debe esperarse, casi suplicaba: "Crezcan los niños, no los accidentes".

Esta versión es muy ilustrativa, porque permite aclarar que el tipo cool, aunque lo parezca, no es cruel ni despiadado. Como no lo era ese viejo amigo mío. El cool es seguramente irresponsable, ligero, leve, pero la maldad es un asunto demasiado complicado para su existencia. No es cool quien secuestra, ni quien conspira, ni quien asesina; aunque tampoco es cool quien se monta una cruzada contra el subdesarrollo mundial, contra la globalización, contra los agujeros en la capa de ozono. Un tipo cool puede estar en una manifestación y romper una vidriera de un McDonalds, pero no lo hará porque participe de una ideología redentora sino porque simplemente le parecerá excitante, gracioso, es decir, cool.

La conductora de televisión peruana Laura Bozo, por ejemplo, que basa su rating en la defensa de los pobres y los marginados en esa sociedad latinoamericana, no es muy cool que digamos, como tampoco lo es Rigoberta Menchú; sin embargo, sí es cool el subcomandante Marcos. El Che Guevara pudo haber llegado a ser cool, pero sus enredos con Fidel Castro lo convirtieron en una personalidad trágica y finalmente patética. Se echa en falta una personalidad cool en el panorama político de la nación cubana.

El Zorro de Alain Delon y el posterior de Antonio Banderas es un personaje cool; cool y nice. Pero es cool también el malvado Joker que hace Jack Nicholson en Batman; no es nice, aunque sí cool. De manera que lo nice expresa otra catadura moral, otra categoría en el ámbito de la ética.

Un tipo nice es generalmente bueno, pero a nivel de superficie. Es quien comparte el sándwich, quien te invita a una cena en su casa, quien presta el boleto del metro, o te pregunta de temporada en temporada: "Bueno, ¿cómo van las cosas?". Ahora bien, si te atrapa el INS, si no tienes donde vivir, si padeces una seria enfermedad, en fin, si te acosa un problema realmente serio, el tipo nice da marcha atrás.

Si entendemos la bondad como una ola, lo nice es sólo la cresta, la parte visible que, como todos los marineros saben, desaparece en las mareas altas. Pero aclaro, como no siempre hay ese tipo de marea, lo nice es valioso para soportar este mundo (y disculpen esta frase tan poco cool).

Lo nice va quedando como lo máxima aspiración de las amistades postmodernas, recayendo el peso de lo bueno en la familia, los grandes amores y eso que se llaman "verdaderas amistades".

Dejo el tema por ahora. En el siguiente artículo hablaré de la relación entre lo cool y lo genial; nexo que aparece en la misma antigüedad clásica y es estudiado por Schiller en Cartas sobre la educación estética del hombre.

Sólo me resta decir que el personaje más cool que conozco vive en el mundo de la literatura y fue concebido por Gabriel García Márquez. Su nombre, apenas lo recuerdo: Remedios la Bella. Según cuenta el colombiano, esta dama se estaba bañando con los cueros al aire, cuando se percata de que hay un hombre mirándola desde el techo. En lugar de gritar o pelear, se limitó a advertirle que tuviera cuidado no se fuera a caer. Bella sin dudas esta Remedios, cool como ya dije y, con seguridad, también nice.

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